Tuesday, May 10, 2011

New York Girls, by Richard Kern.

Richard Kern: La repulsión de lo bello


escrito por Dean Luis Reyes

Mi cinefilia tiene una inclinación extraña hacia las manifestaciones extremas. Ello me hace preguntarme insistentemente qué tanto me molesta de los lugares comunes, contra los cuales, por demás, no hago perenne escarnio. Más bien, sufro de una suerte de tendencia autodestructiva que sublimo cuando me expongo al cine en tanto que experiencia física y emocional de choque, sacudida de lo tenido por seguro en mí mismo. El esteticismo y el regusto por la complicidad de las ideas sugeridas a través de la imagen me importan menos que su trabajo de demolición de mis nociones.
Un caso: Richard Kern (1954) sabía que el sexo era el escenario preferido de lo elusivo. Siendo como es un fenómeno tan decisivo en la vida humana, tan determinante en sus motivaciones, resulta paradójico que se le obvie siempre en las historias personales y que su presencia en la esfera pública sufra toda clase de mediaciones. Kern lo descubrió a través de su contexto: Reagan y la jubilosa ideología falocéntrica del cowboy, las fuerzas duras de los neocons haciendo olas en defensa de la familia, los valores tradicionales y el patrioterismo redivivo después del slump post Viet Nam.

Mientras que Nick Zedd armaba en los propios 80 su alharaca a través del Manifiesto del Cine de la Transgresión y adoptaba una actitud autopromocional que servía de revulsivo extra de cara a su habitual crítica de las instituciones (la moral social, las buenas costumbres, el matrimonio, la pareja e incluso el sexo, además del propio cine), Kern descubrió que lo único que nos hacía semejantes, idénticos más bien, es la esfera de lo físico. En tanto que análogo entre los hombres, es además el medio ideal para el disenso.

El campo de trabajo de Kern se fundó entonces en recargar de fisicalidad el cine. Tras inaugurar con Zedd una temible pareja, que acabó en desavenencias mutuas y en acusaciones de traición de este último (y cuyas expresiones más limpias son Woman at the Wheel (1985) y, sobre todo, You Killed Me First (1985), Kern se enfrascó en la realización de películas que explotaron el ángulo perverso de lo físico. Orquestadas como pasarela orgiástica que singulariza y toma en cuenta esa cuarta pared desde la cual miramos, entre turbados y ansiosos por ver más, el desfile de cuerpos hermosos, su reclamo de atención se transforma siempre en perversa escenificación de la violencia, la muerte, el dolor. El látex envolvente de las chicas de Submit to me, los cuerpos contorneados y los voluptuosos movimientos ceden paso al asesinato mutuo, simultáneo, mientras el rostro angélico de una adolescente se desgarra en explosión de rabia y dolor. Las chicas de The Bitches, por otro lado, ejecutan la seducción del joven andrógino para finalmente poseerlo travestidas como varones, para penetrarlo y dominarlo en una sesión sexual que, además de escenificación de la transgresión de los sexos, funciona como exacerbación del sistema de dominación oculto tras los roles de género.
Filmografía de Kern:

Los cuerpos son casi la única materia de las películas de Kern. Cuerpos agredidos o agresores. El reclamo de que reconozcamos esa condición material de nuestra propia arquitectura está en pantalla, subrayado en las secuencias en que una de esas mujeres u hombres se masturba ante la cámara, improvisa un baile erotizado para su objetivo, para nosotros. Son mujeres hermosas siempre, y hombres lascivos. Cautivo nuestro Eros, Kern procede a exhibir el suicidio de una de esas figuras, frente a cámara. Sabe lo que significa el compromiso con el campo espectatorial, esa complicidad del que mira al tiempo que es mirado. Pero entonces la sinfonía de placer se troca en batahola de muerte, tortura, desmembramiento, suplicio. El cuerpo como escenario común de felicidad y angustia. Los extremos tan próximos de vida y muerte, goce y dolor. La corporalidad como territorialidad común, la única que nos aproxima.

De ahí que, después de padecer con fruición ese cine suyo, reunido en el volumen The Hardcore Collection, sea una sorpresa encontrar a Kern dedicado por entero a la fotografía. La edición digital del diario The Austin Chronicle reportaba a fines de 2004 una exhibición de las películas de Kern en un artículo titulado “Trascendiendo la transgresión” Richard Kern abandona la histeria por lo erótico”. Según el reportero, la oscura fama del artista es cosa del pasado, pues en estos días es mejor conocido como autor de fotos del eros femenino (reunidas en siete volúmenes), entre las cuales resalta New York Girls. Kern viajó a Austin con el propósito de obtener modelos para nuevas sesiones de fotografías.

“Es divertido fotografiar en sitios diferentes. Acabo de regresar de Polonia, donde fotografié a cinco chicas durante cinco días. Estar en un sitio diferente lo hace parecer diferente, divertido.” De su nuevo libro de fotos, Soft, adelanta que “hay muchas chicas reposando en camas, sentadas en bañeras. También trabajo en el siguiente libro, que es todo acerca del voyeurismo y eso es lo que voy a trabajar en Texas, la cosa voyeurística.”

Kern reconoce que filma a las modelos mientras hace sus sesiones de fotos, pero dice no saber nada de la existencia o no de remanentes del cine de la transgresión de los 80. “La gente me envía películas todo el tiempo. A veces las veo, pero siento como si estuviera allá en los 80 haciendo la misma cosa. Te haces viejo y no estás interesado en seguir en lo mismo como lo estuviste cuando eras más joven. Pero la escena debe seguir existiendo en alguna parte allá afuera. Esos cineastas tienen que empezar en algún lugar.”

 
Cuando en tiempos de angustia y desesperación la gente se refugia en el sexo, los poderes tratan de cooptar esos impulsos, de someterlos a canales de control invisibles, a través del reforzamiento de lo ideológico. El poder intenta ocupar el espacio del cuerpo con palabras. Es decir, del lenguaje, de los signos: vacío. Un extremo sería Sade como patología. Otro, Kern como cura en salud de la mentira.

Lydia Lunch, la anti-musa



Dinamitera histórica del spoken word y la música bruta, exiliada en Barcelona por el «fascismo» de los EE UU, autora de un libro en el que se presenta como «ególatra» y «alienígena», feliz de aceptar su «hombría» y su «hiperfeminidad», protestona con razón y motivo… Te presentamos a Lydia Lunch.
Esta revista (Calle 20) hace llegar al buzón electrónico de Lydia Lunch una lista de preguntas. Al día siguiente llegan las respuestas. Aunque pocas primeras figuras cultivan el valor de la puntualidad, no es esto lo único notable. La contestación viene encapsulada en un archivo mp3 de casi 6 MB y más de 12 minutos de discurso. Tocas el play y una voz grave, trastornada por un efecto de eco, dice: «Ésta es tu entrevista. Ésta es Lydia Lunch».
La voraz Reina de Siam, la vertiginosa madrina de la Música Bestial y Miserable, habla como declamando desde un templo hermético. «¿Que si todavía me mueven la pasión y la adrenalina? Son las 5:00 de la madrugada y estoy contestando a esta jodida entrevista. Supongo que algo de pasión conservo. Y algo de adrenalina también…».
Al fondo, sobre la estática del archivo de audio, el rumor del escaso tráfico urbano…
Múltiple e imparable, de huella perenne desde los años de la no wave de Nueva York, Lunch (Rochester, EE UU, 1959) vive ahora en Barcelona. De aquí a fin de año será noticia. El día 14 inagura una exposición de fotos en Valladolid. El 30 actúa en Málaga; el 6 de noviembre, en Tenerife, y el11 y 12 de diciembre, en Madrid.
Este mes llega a las librerías su primer libro en castellano, Medidas desesperadas (Libertos Editorial), donde habla de sí misma, con un riguroso nihilismo, como «una ególatra femme bot alienígena que seguirá al pie del cañón a pesar del inminente colapso de mi propia salud física y mental».
Nadas entre dos aguas, la música y la palabra. ¿Cuál es más turbulenta?
Supongo que soy un tiburón… La música está siempre ahí, al servicio de las palabras. Seduces más con la música y, al tiempo, puedes ser agresiva en extremo… Ambas son importantes por igual, pero todo comienza con la palabra. No tengo problemas con ninguna de las dos. Me gusta usarlas para crearle problemas al público.
Ni siquiera Wikipedia logra definirte. Usa estos géneros con tu trabajo: no wave, post-punk, avant punk, punk jazz, spoken word… ¿Añadirías alguno más?
Rock experimental con un poco de jazz noir. Lo único que tengo de punk es la actitud. Me considero parte de la no wave porque está más allá de los géneros y las definiciones.
La adrenalina que tanto reivindicas es también la droga de los soldados, los yonquis de la guerra. ¿Te consideras uno de ellos?
Soy una yonqui de la guerra porque la guerra nunca se acaba. He estado protestando contra la guerra desde los tiempos de Ronald Reagan, es decir, desde hace más tiempo que la edad de gran parte de los lectores de este artículo. Debí empezar a protestar antes, pero estaba demasiado obsesionada conmigo misma…“]
"Medidas desesperadas" [Lydia Lunch. Libertos Editorial
Vas a exponer una colección de fotos en Valladolid. Se titula, precisamente, La guerra nunca se acaba…
Así es. La guerra de clases nunca termina. España lo sabe bien, por eso ha luchado tanto y tan duro. Respeto a los anarquistas por eso… La guerra y la opresión no se acaban. Hay tantos enemigos —en este gobierno, en aquél—, injusticia, pobreza, ignorancia, falta de respeto, violencia contra las mujeres y los niños… Estamos en el infierno. Nos anulan con las comodidades modernas para que creamos que somos libres. Quieren que pensemos que lo que consumimos o compramos es lo que enaltece nuestras vidas. Lo hacen para que seamos esclavos del todopoderoso dólar. Ése es el problema.
Has hablado alguna vez sobre la posibilidad de una mujer en la Casa Blanca. ¿Piensas que cambiaría algo?
Mujer u hombre, blanco o negro, republicano o demócrata… Todos son marionetas de la corporocracia. Son más ricos de lo que cualquiera de nosotros será jamás, son peones en el juego de las megacorporaciones que gobiernan y controlan el planeta y lo están convirtiendo en una prisión, en un planeta-cárcel.
¿Qué opinas sobre Obama?
Es la marioneta beis.
¿Por qué dejaste los Estados Unidos para establecerte en Europa? ¿Por qué España en concreto?
Porque este país salió hace 30 años del fascimo mientras los Estados Unidos entraban en el fascismo.
Pero el mundo entero es un gueto…
No voy a desaparecer. Soy una superviviente. No podía soportar el componente psicótico de mi país, la obsesión con el crimen, la hipocresía de la democracia… Tienes razón, el mundo es un gueto, pero el fin se acerca cada vez más [ríe].
¿Y tú asistirás al espectáculo desde Barcelona?
Es una ciudad con una atmósfera cotidiana mucho más positiva que la de Londres, París o Nueva York. Me refresca vivir en un lugar sin presiones, donde la gente está más relajada. A pesar del desempleo, me gusta la historia de esta ciudad, incluso el sufrimiento y el horror.
¿Crees en la posibilidad de una revolución?
La revolución será televisada pero, por desgracia, sólo en mi ordenador.
En Medidas desesperadas dices que naciste «rodeada de muerte», que «flirteaste» con ella y que, «aburrida de las expectativas», decidiste llevar una «vida extrema». ¿Qué veneno llevas dentro?
El vitriolo de la filosofía, supongo. No espero nada de nada, no doy nada por supuesto.
¿De eso va el libro? ¿Por qué debería leerlo un potencial comprador?
Porque les gustará recibir un puñetazo en la tripa y un beso al aire, porque necesitan una dosis de realidad, porque trata de una experiencia íntima…
Uno de tus escritores favoritos, Emile Cioran, dijo: «Todo indica que venimos al mundo para no hacer nada». ¿Estás de acuerdo?
Quizá no importe tanto lo que hacemos. Creo que tenemos una buena oportunidad de entrar a matar y debemos aprovecharla.
Otra cita de Cioran: «Somos impostores para soportarnos los unos a los otros». ¿Cuándo te has sentido una impostora por última vez?
Como tantos, tengo muchas caras, pero, al contrario que muchos, no tengo miedo de ser esquizofrénica o contradictoria, ni de aceptar tanto mi hombría como mi hiperfeminidad… Se me acaban las pilas del ordenador, así que voy a dejarte. Creo que fue Cioran quien dijo que el mundo era pura geometría corriendo desnuda. Gracias. Buenas noches

                                                             Entrevista en versión pdf:

Monday, May 09, 2011

Santillo versus La petite Mort.

Will Santillo plasma en fotos el placer femenino en la masturbación

Son 200 páginas de instantaneas de color sepia de 37 mujeres anónimas fotografiadas por el autor en escenarios como la cama, el sofá o la bañera . 















Madrid (Efe).- El fotógrafo estadounidense Will Santillo, que ha retratado durante ocho años a sesenta mujeres posando sin tapujos mientras se masturbaban o llegaban al orgasmo, publica ahora esas fotos en su libro La petite mort.
El trabajo, editado por Taschen, reúne más de 200 páginas de fotografías de color sepia de 37 de las 60 mujeres anónimas que fueron fotografiadas por Santillo en escenarios como la cama, el sofá o la bañera, aunque también hay algunas en la terraza de un hotel o el asiento de copiloto de un coche.
Habitualmente, ese tipo de imágenes son protagonizadas por modelos y actrices profesionales de las revistas pornográficas o por artistas cuya obra gira en torno a su cuerpo o sus relaciones sexuales.
La interpretación de La petite mort (término que en francés hace referencia al desvanecimiento postorgásmico) depende de cada persona, ya que despierta pensamientos que van más allá de la lectura de la composición de la escena y de la gran carga expresiva, ante todo, de los rostros de esas mujeres desconocidas que se abandonan en el rapto de su masturbación.
Solas o ante la presumible atenta mirada de su pareja, vestidas con lencería, semidesnudas o desnudas y con o sin juguetes eróticos, esas mujeres se ofrecieron voluntariamente para ese proyecto de Santillo, a quien se le empieza a conocer como "el Helmut Newton de la fotografía erótica personal".
Para Santillo, las protagonistas de La petite mort son "osadas y valientes mujeres que han compartido sus momentos más íntimos con la cámara para enriquecer la compresión de nuestra sexualidad".
No sólo han compartido esos momentos ante la cámara sino también con la coautora de La petite mort, Dian Hanson, a quien le han narrado sus sueños eróticos y reflexiones en voz alta de lo que supuso para ellas esas sesiones fotográficas.
Confesiones que son presentadas en textos breves traducidos al castellano, italiano y portugués junto a las instantáneas de cada una de las mujeres.
La petite mort se mueve de forma ambivalente entre la elegancia de las fotografías más abstractas y la estética pornográfica de las imágenes con escenas explícitas alejadas del sensacionalismo. Dian Hanson, editora de la sección sexy de Taschen, se pregunta en el prólogo del libro que "si el orgasmo se puede definir como la 'pequeña muerte', ¿es la masturbación un 'pequeño suicidio?".
Ante esos "pequeños suicidios", el fotógrafo se movió como un gato: descalzo para que solo el clic de la cámara pusiese ser el único elemento perturbador en la concentración de la modelo, comentó Hanson. Una forma de actuar de Santillo aprendida, entre otras, en el prestigioso MIT (Massachusetts Institute of Technology) de Minor White, un profesor de fotografía pionero en EE.UU. por su método de enseñanza centrado en el aprendizaje de la capacidad de ver, percibir y mirar del autor en detrimento de la técnica fotográfica.
Con gran sutilidad, arte y erotismo se dan la mano en este trabajo en el que la oscuridad y la luz -dos elementos claves de la fotografía- protagonizan incluso las escenas.
Tanto lo que se ve como lo que se percibe camina por una línea muy delgada en La petite mort donde los leves movimientos y gestos que realizan cada una de esas mujeres en escenarios en penumbra se traducen en la foto en halos blanquecinos.
La belleza y elegancia de la fotografía en blanco y negro es traducida en La petite mort al sepia, color que aporta un amplio abanico de significados implícitos y explícitos al igual que las escenas retratadas.
El sepia induce a sentir la calidez de la piel femenina y, también, hace un guiño a la historia del arte y de la fotografía cuando, respectivamente, los bocetos se realizaban con el pigmento sepia, que se extrae de un molusco -la jibia-, y las tempranas impresiones de daguerrotipia se fijaban en tonos amarronados.





Friday, May 06, 2011

Mucha Policía, de Juan Bautista.


OS DEJO POR AQUÍ CUATRO POEMAS, NO PUEDO DEJAROS MÁS, DEL LIBRO QUE JUAN BAUTISTA MORENO HA SACADO CON BAILE DEL SOL Y SE TITULA "MUCHA POLICIA", PARA QUE HAGAIS CON ELLOS LO QUE QUERAIS (BLOGS, ETC). UN FUERTE ABRAZO.

Angel Muñoz "Voltios"

SÓLO CABIA UNO




Migas de pan, como Pulgarcito,

es lo que dejaba a diario

para recordar

la sencilla vuelta a la manzana

donde fatigaba sus perversiones

de pajillero caduco.



Importaba poco que lloviese,

o granizase.

Incluso un sol

de tres pares de cojones,

calentándole el grasiento pelo,

no trastocaban su rutina.



Eso sí. La birra en la mano.

Además Heineken.

Pordiosero pero con clase, pensaría.



A mi me daba que a éste,

la sociedad y su familia

olvidaron hace tiempo cómo debían ayudarle.



Pero a él plin. A lo suyo.



Hasta que ayer,

haciendo la ronda,

lo encontré sentado en un banco.

Sin su cerveza.

Desconcertado por el camino a seguir.



Los putos gorriones, repetía.



Así es, los tenía a sus pies.

Se estaban comiendo

las migas de pan,

y con ellas,

el ancla que le soltó a la deriva

para ahogar en la bañera

a su madre en silla de ruedas.





SALSA ROJA



¡ Como des un pas más

me suelto de la barandilla,

te lo juro!



¡Tranquilo hombre,

seguro que esto tiene otra solución!



Policía, perito, psicólogo barato.

Qué más da.



Nunca estás preparado,

ni aplacando tus vísceras,

para torear a capotazo limpio,

como espontáneo que salta al ruedo,

situaciones donde vida o ficción

se pasean por el mismo filo.



Un fulano agarrado a la baranda

de la terraza y todo

el cuerpo fuera,

amagaba con suicidarse.



Abajo, la gente sosteniendo cubos

de palomitas

expectantes ante una

buena película de suspense.



Ración extra de cotilleo

para darle bien,

a posteriori,

a la húmeda.



A todo esto,

Casius organizando el cotarro,

por si el pavo se tira,

pese a advertirme del posible teatro

del mismo:



Si éste la quiere pichar no monta este tinglao, fijo.



Y yo, en la terraza, a tres metros de él

intentando que se diese otra oportunidad.



No supo suicidarse.

No hay un modelo a seguir.

Pero se debe estar convencido.



Cuando hizo ademán de tirarse

se le fue una de las manos,

por el sudor digo yo.

Salté para trincarle con poca fortuna.

En el último instante sus ojos,

y la mano en el aire

intentando agarrarse a la mía,

delataron su farol.



Se esparció como un melón

mientras la mujer lloraba

y nos acusaba de llegar tarde.



Casius apartaba a la gente

con la coña de que

en el telediario de las tres

lo verían de nuevo,

por si habían perdido detalle las cotorras.



Un técnico sanitario se esforzaba,

partiéndole el esternón,

en reanimarle.



Pisé sangre

dejando huellas

hasta la puerta del patrulla.





INOCENCIA INTERRUMPIDA



Tras observar,

dando vueltas a mi alrededor,

la cantidad de cacharros

que llevo colgados a la cintura,

aquellos dos críos

de bombilla afeitada,

mocosos de ocho años

y bandoleros callejeros de siesta,

me confirmaron

antes de comprar sus chuches:



Esa pistola mata, ¿no?



El tendero de los frutos secos,

mientras,

me acerca el refresco

de la nevera.

Hace calor.



¡Qué va!

Si ésta sólo echa agua.

Tratando de ponerle

inocencia a la cosa.



El más canijo

de los dos no vaciló:



¡Mentira!,

¿A ver, echa agua?







LA BANDERA Y UN POLLO



La peluquera

se ha pasado mucho esta vez.



Es lo que pienso cuando

me veo la pelota como una bola de billar

por el retrovisor interno.



Sin recrearme en mi aspecto,

conduzco sin cuidado,

folladísimo,

a la casa okupa.



Entre varios okupas

han zumbado a un mierda

que vendía grifa

a los críos de los alrededores.



A nuestra llegada tienen trincado

a uno.

Esposado

y la cara cuarteada de tanta hostia.



No es el camello.

Ése ha visto la tostada

y no vuelve en días.



Es el Cabezas.



Comunista, quimérico,

de esos que el tiempo se termina tragando.



Él solito ha querido

limpiar de polvo blanco

el barrio.



La heroicidad le sale cara.

Al zulo, tres días, por agresión,

hasta que hable el juez.

Hay testigos, pero no víctima.

¡Qué más da!



Sin venir a cuento,

el Casius, mi pareja entonces,

le suelta en tono paternal

que el camino

y las ideas escogidas

no son las adecuadas.

Por eso se ve así.



Cabezas me mira

la bombilla pelada,

y le suelta que la bandera

con el pollo que lleva él (Casius)

en la culata de la pistola

no es mucho mejor.



De la guantá, el Casius, le reventó el tímpano.



Temí no sólo por el mío (mi tímpano),

sino por carecer de bandera y pollo

en la culata del arma.


Tuesday, May 03, 2011

Vinalia Trippers Go to the Crypt!

 Vara en Vinalia Trippers:
Tales from the Crypt Project.
Relato:
Mecánica lúdica del dolor.

Vara art.

Vara Art
sobre una foto original de la serie de TV
Tales from the crypt.

Vara Art sobre una publicación original
de Tales from the Crypy y una foto
psicodelizada de
Angat Calaveriux.



Angat Calaveriux.


Vara Art para Vinalia trippers experience:
Tales from the crypt.

Gracias a Silvia Diaz Chica, por la motivación.

Monday, May 02, 2011

El chico de la moto.

EL CHICO DE LA MOTO



José Manuel Vara
Epílogo por Patty de Frutos





En recuerdo a los caídos por la droga en mi barrio ,
hermanos de generación.





(Prólogo)



Recuerdo los tiempos que los chicos con chaquetas de cuero

jugaban a acariciar el cielo con volutas de humo

de tóxicos que intentaban evadir angustias existenciales

y rabia interior mal canalizada,

como su propia vida.

Recuerdo sus miradas de miedo,

Miedo a una existencia que no respondía

A sus expectativas,

Más allá de ostias y gritos al llegar a casa

A la hora de cenar.



(El chico de la moto)



Recuerdo al Cacerolo, al Betanzos y al Bizco,

Adictos a todas las adicciones disponibles,

Simulando juegos de locura en los extremos oscuros

De las calles de mi barrio,

Mientras la música de los Chichos

Les hacía la vida más soportable.

El sexo rápido , los polvos desesperados

Como alivio

Y urgencia de etilismos emocionales de saldo,

Porque nadie les había enseñado a amar;

Sólo sabían enfrentar sus cuerpos

En una lucha a muerte cruenta

Bajo las luces de neón de bares

De dudosa reputación,

Donde se trapicheaba con algo más que dolor.

La ciudad los unió y la misma ciudad

Los condenó a morir pegados al asfalto,

O en lavabos de bares malolientes,

O en barrancos donde se arrojaban las basuras del barrio

Enganchados a una jeringuilla

Cargada de pulsiones de muerte,

O anclados a un bucle infinito

Que no dejaría de repetirse en los laberintos

De sus mentes.



Todos lo necesitábamos,

Todos queríamos creerlo,

Todos creíamos que la ciudad era un sueño

Donde todo podía suceder y el viento soplar

A nuestro favor…

Pero, al final, la ciudad nos devoró

Y sólo nos causó pesadillas de soledad,

Que nos generaron necesidades

De paraísos artificiales

A un par de kilómetros

Del mismísimo infierno.



Todos quisimos ser algún tiempo como el chico de la moto

De aquella vieja película americana,

Estar más allá del bien y del mal

En un mundo imaginario

Donde sólo valían las propias reglas,

las de un mundo de toxicidad,

Donde la moda era la combustión espontánea,

Pero la combustión emocional

Que quema cualquier fragmento de trauma.



Recordaremos que no pertenecemos a nadie

Y que podemos ser dueños de nuestro presente

Para poder enterrar a los que perecieron en desigual combate

Contra las huestes de la diosa Heroína.

Y los enterraremos con todos los honores,

Como si volvieran a ser recién nacidos

Libres de todo pecado existencial.

Nunca necesitaste nada de los que luego te mentirían

Prometiéndote mundos alternativos,

Mudos de sentimiento

Y con sonrisas de cartón piedra

Como su mejor arma

Al servicio de la hipocresía.

Nunca los necesitaste.

Nunca.





La música siempre estuvo allí,

A ras de alma,

A la altura del corazón,

Meciendo con dulzura los cerebros heridos,

Diezmados por un droga

Que nunca fue pura como el amor de una madre.

La ingravidez es el nuevo estado

Contra la moralidad que nos convirtió en esclavos

De un paraíso encerrado en una jaula de oro.

La sociedad te condenó al fracaso individual

Porque nunca creyó en ti,

Ni dejó que tú mismo lo hicieras.

(Tu alma es libre)

Lo es, porque ahora ya no eres dependiente.

Lo es, porque conseguiste ser como el chico de la moto.

El tiempo sigue siendo nuestro gran enemigo

en la ciudad de los niños perdidos

Y de los corazones en estado de putrefacción permanente.



Ya no tienes nada que perder.

Escala de grises como segunda piel.

Puedes seguir la locura autista de Peter Pan.

Otros antes que tú ya aprendieron a volar.

Curtido a fuego y sangre en rituales callejeros

De rabiosa madurez,.

adicto a la combustión emocional.

Un desierto también puede ser un reino interior,

¿Quién necesita ese frasco de suero?

Otros antes que tú ya aprendieron a volar.

No digas nada, déjate llevar.



(Epílogo)



Podrás seguir la locura emocionada de Peter Pan,

Y sentirás como allí cerca de una ola

romperemos aguas

sin miedo a tener miedo,

la verdad y la risa nos la tomaremos muy en serio.

Aunque el asincronismo humano nos querrá escupir desde el cielo,

pero no le dejaremos y reivindicaremos nuestras necesidades,

alejándonos de los paraísos artificiales de la droga,

batalla cruel en la que nos dejamos algunos muertos…,

que fueron devorados por los estigmas de la sociedad caníbal

de los viejos tiempo…

Y notarás que todo a tu alrededor parecerá haber cambiado,

Y que lo que privará será ir a la locura de cabeza

y notar las vibraciones de cada emoción

como que nos irá la vida en dejarnos la piel cada día

y sacar el cien por cien de cada noche,

como solíamos hacer antes,

sintiendo, hablando, comunicando, conociendo, creando…

y nunca nunca nunca será suficiente

y querrás más de todo lo que te pinche en esTe minúsculo músculo bombeante

que por dentro es un órgano cerca del pulmón.

- respirar –

Nos estiraremos con la espalda erguida

intentando sacarle los ojos a la hipocresía

no pediremos perdón por llorar,

qué guays que seremos

cambiando el destino que otros querían imponernos,

y te cogeré de la mano

porque hoy es el principio y te cruzarás de brazos frente al infinito,

vergüenza debería darnos,

un aliento de música,

aquí no hay pause al que darle,

sabes muy bien lo que querrás de tu mundo:

que no hablen los que ni siquiera lo intentaron,

comprometerte con la belleza,

que te pierdas que te salves…

en definitiva, aquello de

“los malos no ganaron porque los buenos no les dejaron”…

Detén tu reloj,

Arráncate la conexión.

Conexión.

Fundido en negro.







Friday, April 29, 2011

Vergüenza

Vergüenza
(Poema 3 de Proyecto Pecados Capitales y Emociones Asociadas)




(A Patty de Frutos por la inspiración de su lluvia verbal)





Vergüenza
vive en la trastienda de la culpabilidad,
servida en bandeja de plata
por la tradición judeocristiana
en fechas señaladas.
Vergüenza es debilidad,
es un trauma a la altura de la garganta
de los que no aprendieron a gritar.


Vergüenza es un verbo blasfemo
en boca de un mártir social,
elegido a dedo por esclavos del ritual
de la normalización hipócrita
de las doctrinas morales,
creadas a partir de la transcripción
de los sueños
de buitres carroñeros
disfrazados de seres humanos.

Vergüenza son tiempos muertos
arañando silencios
de pecados que nunca lo fueron.

Vergüenza es un estado mental,
vergüenza es dolor intenso
infinitesimal;
vergënza del instinto suicida
que embriaga los sentidos
los días de bajón emocional;
vergüenza es la cara oculta
de las verdades a medias
que se solapan con palabras de necedad,
que se insinuan amantes aquejados
de bipolaridad.

Vergüenza es un estado mental
que vive en el patio de atrás
de unos ojos que no dejan de llorar.

Vergüenza es debilidad,
es un trauma seco
a la altura del corazón
de los que nunca aprendieron a amar.



(Foto: I. Gené)





Wednesday, April 27, 2011

Intuición y delirio en sincopada decadencia estereotipada.

Intuición y delirio en sincopada decadencia estereotipada.



A William B.



La intuición es una entidad mutante,
y el lenguaje una extensión deforme
de un tumor cerebral;

Hay algo más allá del iris ocular,
una especie de telón de fondo cristalino
que refleja luz herida
que proviene del exterior,
atrapada en fragmentos indivisibles
e irremidiablemente erróneos.

A veces, la intuición parece guiarnos
por la locura de la vida
de forma arrebatada;

Otras sólo conduce
a un pozo insondable de sarcasmos.
Es entonces cuando entiendo
que el lenguaje
es sólo
un esqueje protésico del alma.




Thursday, April 21, 2011

Miedo

Miedo

(Poema 2 de Proyecto Pecados Capitales y Emociones Asociadas)



El miedo nunca se fue,
agarrado en la espalda como fuego desatado

en combustión espontánea,

como alas de ángel en llamas;

ambos sabemos mucho de él,

conocemos la incertidumbre sinuosa

de sus meandros decadentes

y el olor inmundo de sus aguas estancadas,

como nuestras vidas,

en forzado standby emocional

con el vértigo clavado en el cerebro

y la degradación vertiginosa en los talones,

pudriéndonos de abajo arriba

como planta terminal que se consume

en segundos interminables,

como aquella mirada que nos condenó al fracaso

y a ser engullidos

por la voracidad caníbal de un miedo atroz,

que siente pánico de su propia sombra;

miedo del miedo

y sudor frío en un acto irreverente

donde las gotas se cuajan y solidifican

a la altura aproximada del corazón;

miedo en arrebato de fuego,

miedo en éxtasis de llamas,

miedo inmisericorde,

miedo intestinal

que ennegrece la sensibilidad del paladar,

que aún atesoraba reseco

el aliento de nuestro último beso,

desesperado como la luz en los ojos

de los ajusticiados por desamor...

en fragmentos de crueldad trascendente

anclada en miedo que quizá nunca se fué,

agarrado en la espalda

como fuego desatado en combustión espontánea.



(Foto: Gené)