La amante judía, de Sylvia Ortega.
PUEDES LEER EL LIBRO AQUÍ:
http://issuu.com/varaneurotika/docs/la_amante_judia_neurotika_books_syl
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Thursday, November 07, 2013
Monday, November 04, 2013
La amante judía, de Sylvia Ortega. Prólogo.
LA AMANTE JUDÍA, de Sylvia Ortega
BUSCANDO A BAUDELAIRE
Intento de prólogo a la prosa de Sylvia Ortega.
Las Putas de Baudelaire,
de Caos Prosaico
El arte y las putas
inspiración de poetas
que embriagados
nunca terminaran sus obras.
Se pasean por las galerías
del arte y la inmundicia
sus carnes flácidas de perra
son la envidia de Delacroix.
La calva, la bizca, las putas
de versos incompletos
y patas abiertas
con ojos saltones descontentos.
El verso sifilítico
para las putas sedientas de prosa
el demonio recomienda
para todos la misma ley.
Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
Baudelaire lo sabía
las putas y el arte
son carne y obra
de los sentidos descompuestos.
Ella me hablaba de un Bloqueo emocional:
Anoche soñé que me masturbaba contra la espalda de un tipo. Estábamos
tumbados sobre un colchón sin sábanas, dentro de una cabaña hecha con tablas de
madera.
Me imaginé la escena. O, de hecho, lo intenté. Y las
tablas de madera me llevaron a la cabaña de auto aislamiento propuesta por el
director de “Anticristo”, Lars von Trier. Algo iba mal en nuestros corazones,
ya que simulábamos que carecíamos de él, como aquel perfeccionista vendedor de
marcapasos que ocultaba el suyo propio en la bragueta. ¿Qué hombre no aloja un
corazón en la entrepierna?¿Qué hombre no asesina aquello que ama?
Ella me miró, pensando que quizá se me había ido la
mano con la absenta. Y, creo, por una vez, que no le faltaba la razón. Luego,
prosiguió su relato:
El fondo de mi sueño era blanco y se dibujaba en negro la diana de mi
clítoris, como si fuera la viñeta de un comic de Capurnio.
(el bueno de
Cuttlas)
Mis gemidos llegaban débiles,
sin apenas inmutarme. El tipo se giraba y en neutro decía: “Deberías
mover las caderas. Deberías dejar que me colocara en medio de ti y mover las
caderas después”. Me daba la espalda de nuevo con cierta indiferencia. Yo me quedaba
fija en las puntas de su pelo sobre el cuello y entonces pensaba que tal vez
podría gustarme hacerlo de ese modo. Interferencias. Una de las tablas de
madera se desprendía golpeándome la cabeza. El sobresalto me ha despertado.
Tenía las bragas mojadas.
Me imaginé sus bragas. Pude hacerlo. Casi pude
percibir la humedad en la tela. Ella a menudo decía que no las llevaba y que
cuando lo hacía elegía el color rosa, porque aquel color era el de la tinta del
bolígrafo con el que escribía su diario, donde los locos con nombre de arcángel
escribían con surcos torcidos embriagados de sexualidad compulsiva. Luego,
recobré la cordura y me di de bruces contra una de sus máximas existenciales,
que podían resumir grosso modo su filosofía de tocador particular:
“Cuando la boca sabe a polla y las lágrimas a contorno de
ojos, algo indica que estamos teniendo un problema”.
Los problemas. Su naturalidad
desvergonzada. Su pasión arrebatada y la embriaguez sensitiva generada por una
apasionada lectura del Miller más abyecto mientras el hombre nevera la embestía
con fiereza. Allí donde su sexo devenía escritura y el orgasmo poesía recitada
por viejas prostitutas heridas por hombres vacío. Y, de fondo, Sarah, la bizca,
dejaba que poetas decadentes usaran sus jugos como epitafio de poemas heridos
por una carnalidad desesperada, refugio de almas heridas en su esencia.
“Pedí una absenta,
por si de ese modo, me transformaba en una prostituta de la época maldita.
Maldita decisión. El alcohol me llevó de nuevo a casa acompañada de un poeta
ebrio. Cualquiera se vino conmigo y revivió como en una pantalla gigante,
aquella historia de la que yo huía”.
Y,
como siempre, el manto infinito de dudas atrapado a contracorriente en los
pliegues insondables de su sexo, provocando
un desvanecimiento, un retraso en el afrontamiento de lo inevitable, un
escapismo demente a un “mejor mañana, mañana será otro día”:
La culpa es mía. Me quedo enganchada a la silla del escritorio, atenta a
los bocetos enmarcados, por si sucediera lo que yo misma debo provocar. Y no se
me ocurre más que llamarte. Así me recuerdas que no existes, no sea que haya
pensado que fueras un abrazo y me hubiese dado por ilusionarme.
Hoy en mi vida está cambiarme la mano. Hoy es el día que me cansa ser manca
y no ser capaz de taparme los ojos. Hipermétrope. No enfoco. Hasta Ben Harper
sale borroso de la estantería. ¿Por qué nadie se atrevió a llamarme bizca? Ya
no sé si tengo ganas de mirar.
A mi cuaderno negro le queda una página. Justo esa que no sé cómo se mancha.
Escribo y borro. La pereza es un pecado y la libertad un milagro. Ingenua
perezosa aparezco, tratando de ser libre. Ahora no tengo con qué cerrar mi
cuaderno negro. Su última página infectada de desidia, se hace interminable.
Hoy todo es noche, espejos y viento. Pero solo Alejandra Pizarnik sabe decir
que me pasa.
Mi cómplice el cenicero y mi compadre el mar de Conrad. Me desdoblo. Me
abandona el alma y queda el cuerpo liviano. Se desliza inerte hacia la cama y
desploma sobre las sábanas un único pensamiento: “Mañana será otro día”.
Mañana volveré a pensar. Hoy no. Ya ves que no. Mañana volveré a pensar que
tal vez los libros y tú, que no existes, me daréis de vivir. Mañana lo volveré
a pensar, siempre que los bocetos enmarcados no me respondan que yo tampoco
existo.
Pero existe y lo sabe. Y como
existe escribe. Y al escribir su esencia se derrama sobre nuestra esencia
humana e instintiva. Y nos recuerda que no todo está perdido, y aunque nuestra
inocencia se suicide saltando por la ventana mientras follamos, nosotros
seguiremos allí, deambulando entre los vapores etílicos de los viejos bebedores
de absenta que nunca conoceremos, pero que nos dejaron el legado de su alma en
pequeños jirones desgarrados de versos y palabras que no hacen más que condenarnos
al más fiero de los tormentos, el del acto poético en sí, donde el semen y el
flujo vaginal mutan en consenso en traumática palabra y nos llevan a responder
a una duda cotidiana y, al tiempo, existencial:
¿Por qué escribo?
A lo que ella, desinhibida, responde:
¿Qué por qué escribo? Porque salgo de mí y me enfrento cara a cara con la
desconocida que soy. Y me rebato, y me discuto y me llevo la contraria o me doy
la razón. Porque me siento frente a mí y
me hablo y me escucho y me quiero y me enfado conmigo, y así sonrío. Porque si
escribo me leo, me veo, y me entiendo, y otras veces no. Cuando escribo me
busco y si me leo, me encuentro y si me empeño, me pierdo.
¿Qué por qué escribo? Porque es la manera de sentir de pleno el agua
congelada que paraliza mi engaño. Porque de este modo aclaro tus miedos, o los
suyos y los de aquel. Porque así me doy cuenta de lo que eres y consigo
quererte. Porque aprendo lo que soy y me siento acompañada. Porque hago
jeroglíficos de mis secretos, me doy pistas y solo así consigo resolverme.
Escribo porque me lleno de palabras, me sobran dentro y por algún agujero
se escapan. Escribo porque quiero que sepas que percibo tu escalofrío, porque
no soy indiferente a tu quiero y no puedo, por si acaso no comprendes lo que me
hace estremecer. Porque me gusta darlo y que se sepa. Porque estoy aquí y estoy
ahí, muy dentro y todo ese dentro, muy fuera.
Escribo para no pensar mientras pienso como lo debo decir. Escribo porque
siempre hay algo que decir y necesito pararme
a pensar el qué. Y así paro y también pienso y si pienso vivo.
Escribo porque me gustan las palabras y salir de mí y verme de frente y
poder tocar mis intenciones o mis ganas perezosas.
Escribo y así me lloro y después me consuelo. Escribo para sentirme, para
saberme.
Pero a veces, no escribo.
Intento pensar que escribe por lo mismo que escribo
yo. Pero, ella se gira y me susurra: “Te
mentí, cuando llevo bragas son de color rojo, y ya sabes lo que el rojo
significa para ti”.
Rojo.
No. Es
blanco. Habitación de hospital.
Batas blancas
volando a mi alrededor. Por todas partes. Sonrisas. Una voz amable de hombre.
Mi médico. Me confirma mis más terribles temores. Es decir, me da el alta. Y me
aconseja que aproveche mi tiempo y que no cometa más tonterías. Asiento con la
cabeza. No le estoy haciendo el menor caso. Después de eso, se va. Desaparece
como si nunca hubiera existido. Entonces, me quedo solo. Solo, a excepción del
miedo que comienza a brotar desde lo más hondo de mis entrañas. Y todo a causa
de ella. De ella y la habitación roja.
De repente,
dejo de escuchar los sonidos.
Escucho nada.
Voy hacia la
ventana y miro hacia abajo. Hacia la calle.
Disfruto con
la atracción que me produce el abismo que se muestra poderosamente seductor
ante mí.
Vértigo.
Abro la
ventana. Con tranquilidad. Sin prisas. Sin nervios. Siento que tengo todo bajo
control. Absolutamente todo.
Miro hacia
abajo.
Cuando
consigo reaccionar, me descubro cayendo.
Cayendo.
En el vacío.
Hacia la
calle. La huída de la habitación roja. La huída definitiva.
Finalmente,
me estrello contra una superficie no demasiado dura, aunque lo suficiente como
para que mi cabeza estalle por dentro.
Rojo. Rojo
muerte. Ese es el color del techo del coche sobre el que me estoy desangrando.
Hasta la consumición del último hálito de vida. Del último suspiro.
Frenazo.
Salgo
despedido en un dramático vuelo final.
Mi alma, si
es que alguna vez la tuve, escapa de mi cuerpo, de tal manera que puedo verme
tirado allá abajo, sobre un asfalto increíblemente gris oscuro. Gris caótico.
Entonces,
dejo de ver. De percibir con claridad.
De lo único
que soy consciente es de la oscuridad que comienza a engullirme con voracidad
animal.
Negrura.
Es como si me
precipitara en el interior del agujero de su culo. El culo de ella.
Es mi último
pensamiento.
Luego, muero.
Muero.
Concluyo. Y esta vez es algo irreversible.
Y ella me mira y me dice: “Sigue escribiendo, yo te guío”. Y, con la suavidad de un ángel,
introduce su lengua en mi alma. Pero, esto, ya forma parte de otro capítulo de
una pareja buscando a Baudelaire. Luego, dos tragos de absenta y el inevitable
fundido a negro.
La amante judía, libro publicado en breve por Neurótika Books.
Etiquetas:
neurotika books,
sylvia ortega
Tuesday, September 17, 2013
UNIVERSO BASURERO.
UNIVERSO BASURERO


UNIVERSO BASURERO.
(Escrito hoy: "las ratas muertas producen asco, imagina la repugnancia que pueden provocar las vivas... Primer poema para mi nuevo libro "MUNDO MATADERO")
El mundo fue arrasado por incertidumbre atroz,
devenir vacuo de e...mociones a la deriva en la balsa de los enajenados,
peregrinaje oxidado de lamentos hipócritas
que no convencen ni al más feroz de los embusteros.
Calma abigarrada en las ciudades de los fracasos interiores,
donde risas enfermizas pugnan por sustituir silencios,
gritos mudos dementes que se nutren a sí mismos
de autismo comunicativo carroñero...
Espejismo cibernético de buitres de saldo
devoranta garagantas de almas enfermas de mediocridad
y de histerismo narcisista y hediondo,
bajo prisma de mundo alcantarilla vomitan almas cenicero,
estigmas del paroxismo corrupto de dioses financieros,
mundo alcantarilla de almas cenicero,
refugio lastimero de la violencia abisal de vidas que no fueron.
Y en el campo de batalla una lluvia plomiza
sobre cuerpos en descomposición interrumpida
por dimisión absurda de los gusanos de la fagocitación infinita,
heridos en lo más hondo por alzheimer con regusto a ginebra,
alzheimer delirante y terminal,
donde la corrupción de la carne deviene absurda
por las viejas emociones decadentes
de cientos de miles de demonios abortados
en las agónicas entrañas
de Universo Basurero.
(Me inspiró la fotografía de Witkin "La balsa de los locos"... en ella estamos indefensos bajo las garras atroces de Universo Basurero / Manipulación digital al territorio neurótiko by Vara)
(Escrito hoy: "las ratas muertas producen asco, imagina la repugnancia que pueden provocar las vivas... Primer poema para mi nuevo libro "MUNDO MATADERO")
El mundo fue arrasado por incertidumbre atroz,
devenir vacuo de e...mociones a la deriva en la balsa de los enajenados,
peregrinaje oxidado de lamentos hipócritas
que no convencen ni al más feroz de los embusteros.
Calma abigarrada en las ciudades de los fracasos interiores,
donde risas enfermizas pugnan por sustituir silencios,
gritos mudos dementes que se nutren a sí mismos
de autismo comunicativo carroñero...
Espejismo cibernético de buitres de saldo
devoranta garagantas de almas enfermas de mediocridad
y de histerismo narcisista y hediondo,
bajo prisma de mundo alcantarilla vomitan almas cenicero,
estigmas del paroxismo corrupto de dioses financieros,
mundo alcantarilla de almas cenicero,
refugio lastimero de la violencia abisal de vidas que no fueron.
Y en el campo de batalla una lluvia plomiza
sobre cuerpos en descomposición interrumpida
por dimisión absurda de los gusanos de la fagocitación infinita,
heridos en lo más hondo por alzheimer con regusto a ginebra,
alzheimer delirante y terminal,
donde la corrupción de la carne deviene absurda
por las viejas emociones decadentes
de cientos de miles de demonios abortados
en las agónicas entrañas
de Universo Basurero.
(Me inspiró la fotografía de Witkin "La balsa de los locos"... en ella estamos indefensos bajo las garras atroces de Universo Basurero / Manipulación digital al territorio neurótiko by Vara)
Thursday, September 12, 2013
VARA VS LA DECADENCIA DEL MUNDO MODERNO-
VARA VS LA DECADENCIA DEL MUNDO MODERNO
PROYECTO DE NOVELA EXPERIMENTAL PLURAL...

ESTO ES UN INICIO COMO CUALQUIER OTRO. La idea parte de la visión de personas en transportes públicos sumergidas en sus propios submundos. Si quieren aportar un poema, texto o idea sobre esta cuestión lo envían a varaneurotika@hotmail.com LA IDEA ES EL PRIMER CAPÍTULO DEL LIBRO EXPERIMENTAL "VARA VS LA DECADENCIA DEL MUNDO MODERNO" TITULADO "LA TOXICIDAD". La foto de referencia irá en la siguiente entrada.
PROYECTO DE NOVELA EXPERIMENTAL PLURAL...

El inicio escrito hace apenas quince minutos:¿Cómo escribir una novela experimental sobre los tiempos modernos en supuesta decadencia?
Hay, seguramente, cientos de principios, miles de maneras de arrancar y de hacerlo fácil, pero contextualizar un absurdo es complicado y la única forma de afrontarlo es tomar un punto de partida lo menos hiriente posible con los demás, y con uno mismo. Tomar una especie de distancia… algo así como dar un paso atrás en el imaginario colectivo, tan limitado en estos tiempos y elegir la cita precisa que, como eje gravitatorio permanente, pudiera servir para girar literariamente en su perímetro y lanzarse al vacío abisal de configurar un entramado mínimamente atractivo para no abandonarlo a los pocos minutos de haber iniciado su lectura.
La idea de esta novela podría girar en torno a experiencias personales en el ámbito de la creación literaria y quizá mucho más allá, en el oscuro y denso mundo imaginario de un aspirante a escritor. Un tipo mediocre que cargado hasta las trancas de alcohol decidiera poner contra la pared a un sistema agotado en sí mismo, un sistema que se basaría en la premisa de una cordura considerada como rutina psíquica. Un mundo tan aburrido como deprimente, tan vacío como melancólico, tan hiriente como suicida.
Un mundo en parsimoniosa decadencia.
LA TOXICIDADLa toxicidad. Un viaje rutinario en el metro. Observar que todos nos refugiamos en pequeños aparatos diminutos que configuran un universo artificial a nuestro alrededor, que nos enajena de una realidad dictatorial y melancólica.
La toxicidad convertida en elemento virtual, en tecnología intrusiva e invasora de un cerebro que hace tiempo ha caído en la abulia más extrema.
El aislamiento cibernético como forma de entender las relaciones humanas. Como formas de entender un nuevo concepto de pensamiento basado en la introspección autista que supone la pertenencia a cualquiera de las redes sociales que están a nuestra disposición en el espacio finito de un mecanismo con black mirror, ESPEJO NEGRO de diferentes pulgadas, adecuadas a nuestra economía. Sutil entramado crepuscular de ideas que giran en torno a la idea de repetir mensajes enviados por otros que, a su vez, son retroenviados en un bucle infinito a nosotros mismos en cascada visual de múltiples formatos. Formatos que hablan de la voracidad vertiginosa de una tecnología en decadencia que pugna por suplir la naturalidad de una conversación física y real en cualquier bar de un infierno imaginado por escritor underground con tendencias suicidas… la teoría radical de que en el infierno no hay bares, ya que el demonio está demasiado ocupado en su facebook de almas condenadas al desánimo, al desaliento y a la reiteración infinita de sentimientos que no les corresponden y de emociones que nunca serán propias.
Hay, seguramente, cientos de principios, miles de maneras de arrancar y de hacerlo fácil, pero contextualizar un absurdo es complicado y la única forma de afrontarlo es tomar un punto de partida lo menos hiriente posible con los demás, y con uno mismo. Tomar una especie de distancia… algo así como dar un paso atrás en el imaginario colectivo, tan limitado en estos tiempos y elegir la cita precisa que, como eje gravitatorio permanente, pudiera servir para girar literariamente en su perímetro y lanzarse al vacío abisal de configurar un entramado mínimamente atractivo para no abandonarlo a los pocos minutos de haber iniciado su lectura.
La idea de esta novela podría girar en torno a experiencias personales en el ámbito de la creación literaria y quizá mucho más allá, en el oscuro y denso mundo imaginario de un aspirante a escritor. Un tipo mediocre que cargado hasta las trancas de alcohol decidiera poner contra la pared a un sistema agotado en sí mismo, un sistema que se basaría en la premisa de una cordura considerada como rutina psíquica. Un mundo tan aburrido como deprimente, tan vacío como melancólico, tan hiriente como suicida.
Un mundo en parsimoniosa decadencia.
LA TOXICIDADLa toxicidad. Un viaje rutinario en el metro. Observar que todos nos refugiamos en pequeños aparatos diminutos que configuran un universo artificial a nuestro alrededor, que nos enajena de una realidad dictatorial y melancólica.
La toxicidad convertida en elemento virtual, en tecnología intrusiva e invasora de un cerebro que hace tiempo ha caído en la abulia más extrema.
El aislamiento cibernético como forma de entender las relaciones humanas. Como formas de entender un nuevo concepto de pensamiento basado en la introspección autista que supone la pertenencia a cualquiera de las redes sociales que están a nuestra disposición en el espacio finito de un mecanismo con black mirror, ESPEJO NEGRO de diferentes pulgadas, adecuadas a nuestra economía. Sutil entramado crepuscular de ideas que giran en torno a la idea de repetir mensajes enviados por otros que, a su vez, son retroenviados en un bucle infinito a nosotros mismos en cascada visual de múltiples formatos. Formatos que hablan de la voracidad vertiginosa de una tecnología en decadencia que pugna por suplir la naturalidad de una conversación física y real en cualquier bar de un infierno imaginado por escritor underground con tendencias suicidas… la teoría radical de que en el infierno no hay bares, ya que el demonio está demasiado ocupado en su facebook de almas condenadas al desánimo, al desaliento y a la reiteración infinita de sentimientos que no les corresponden y de emociones que nunca serán propias.
Lo que os sugiera esta foto a varaneurotika@hotmail.com
Sería muy positivo que este proyecto fuera lo más plural posible. Gracias!.
Yo aporto a este primer capítulo el poema EN EL INFIERNO NO HAY BARES.
Alguien me mintió,
como venía siendo habitual,
como yo venía haciendo tantas veces,
sistemáticamente,
con el objeto de evitar estrellarme contra la realidad
y descomponer partícula a partícula
mi reducido microuniverso...
...Alguien me mintió,
ahora sé que en el infierno no hay bares;
en el puto infierno del jodido satanás
sólo hay amoralidad
y ganas de joder al bastardo cristiano,
pero en cien mil fuegos fatuos a la redonda ni un puto bar,
ni un puto barril de cerveza,
ni un puto Jack Daniels con hielo,
hielo de fuego
a la sombra de un volcán de pecados absurdos...
...Alguien me mintió,
en el infierno no hay bares,
ni siquiera la excusa de una conversación interesante
sobre lujuria
y otras perversiones sexuales.
El infierno dejó de interesarme
un 20 de mayo absurdo
en una detestable primavera
en la que te transformaste en mi madre
sin yo ni siquiera advertirlo...
...para decirme que el alcohol
tenía mucho que ver con mi físico y nada con mi cerebro;
Satanás se convirtió en un jodido pringado
el día en el que el sexo dejó de interesarme
como instinto primario,
el día en que empecé a pensar
que todo estaba jodidamente acabado,
como este poema,
como los amigos que te vendieron por 30 monedas
en un bar saturado de demonios menores,
que nunca existío en en jodido Infierno.
como venía siendo habitual,
como yo venía haciendo tantas veces,
sistemáticamente,
con el objeto de evitar estrellarme contra la realidad
y descomponer partícula a partícula
mi reducido microuniverso...
...Alguien me mintió,
ahora sé que en el infierno no hay bares;
en el puto infierno del jodido satanás
sólo hay amoralidad
y ganas de joder al bastardo cristiano,
pero en cien mil fuegos fatuos a la redonda ni un puto bar,
ni un puto barril de cerveza,
ni un puto Jack Daniels con hielo,
hielo de fuego
a la sombra de un volcán de pecados absurdos...
...Alguien me mintió,
en el infierno no hay bares,
ni siquiera la excusa de una conversación interesante
sobre lujuria
y otras perversiones sexuales.
El infierno dejó de interesarme
un 20 de mayo absurdo
en una detestable primavera
en la que te transformaste en mi madre
sin yo ni siquiera advertirlo...
...para decirme que el alcohol
tenía mucho que ver con mi físico y nada con mi cerebro;
Satanás se convirtió en un jodido pringado
el día en el que el sexo dejó de interesarme
como instinto primario,
el día en que empecé a pensar
que todo estaba jodidamente acabado,
como este poema,
como los amigos que te vendieron por 30 monedas
en un bar saturado de demonios menores,
que nunca existío en en jodido Infierno.
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