Thursday, December 27, 2012

Pantalla Carne.

Pantalla Carne.
 
PANTALLA-CARNE, de Maldita Danza
Publicado por Humberto Quijano el diciembre 9, 
Se inicia el proceso con la vista de un cuadro vivo, una imagen que expone un conjunto de figuras mayestáticas, indiferentes, cuerpos de mujeres cuyas vestiduras y apariencias importan tanto como sus cuerpos, cuerpos que se hallan en altura, cuerpos que inician su movimiento al aliento de una voz que entona un tema en modo de elegía. Sin palabras la voz da curso a un despliegue de actos que revelan los modos de existir de cada una, hay quien desciende evitando de manera insegura la caída, luego se revuelve en lucha furiosa (combate que se anticipa mortal), asciende a golpe y ruido. Está aquella que se regodea en sensualidad y coqueteo, quien construye el camino cuesta arriba de la mano del goce. Otra, dueña del poder físico brutal, usando la vía agreste hace la cuesta, y se deleita en poner en juego su fuerza animal. Y hay una mujer pequeña, con el corte de pelo de una mamá del baby boom, un vestido en consonancia y unos zapatos infantiles, su presencia, su actuar la definen doble ser: mujerniña, porta un triciclo, un triciclo azul con tres luces al frente, con ellas va iluminando alternativamente, a medida que avanza lentamente, las acciones de las demás mujeres, y su propio camino, y así vamos llegando a la cima donde se halla la casa que albergará la acción.

La casa es cercada, tomada por todos sus costados por la marea femenina que la recubre y la permea. Luego es expuesta como lienzo, como nicho de imagen, mediante las acciones de las mujeres. Los caminos de las existentes se perfilan desde lo primitivo, desde las potencias de los cuerpos, desde la contundencia del deseo. Las ventanas nos dan un vistazo a varios mundos convulsivos, capturados en instante caótico. La mujerniña permanece en las afueras, ni expectante ni involucrada, ya no ilumina los caminos, no hace falta, la casa bulle en vida. Las luces se apagan, el ruido se disipa, y la mujerniña nos brinda finalmente la entrada arremetiendo con su triciclo contra el portón.
Y entrando hallamos pequeños cuerpos en ciego recorrer por el espacio, su identidad femenina es el fetiche del tacón, su resonar. Está oscuro y los cuerpos circulan como si siguiesen el tropismo de la masa, luego se disgregan y disuelven en la sombra, el reino femenino nos da un atisbo de la potencia que se reconstituye empleando todos los recursos, parte desde la matriz más primitiva y usa también los artefactos que reconfiguran el cuerpo como objeto y agente seductor.
La mujer feroz, la mujer grito, la mujer del ruido y la violencia habita un cuarto oscuro, en su accionar desplaza todo el mundo que la apoya, toda su historia se redefine en cada nuevo avance y cada golpe explora una potencia descubierta.
La mujer de la piel y el goce se cubre con una abrigo que oculta su rostro salvo su boca, y desde allí, con una canción comienza a descubrirnos su presencia, su cuerpo inicia el trasegar del gozo, su cuerpo que parece primero violentado que luego grácil y sensualmente se despeña en placer y poco a poco cambia el todo de su ondear orgánico para pasar a una gimnasia del sexo esquemática, espasmódica. La canción habla de la falsedad, de la traición, del afecto destrozado. Y se acaba con el canto en gritos, con la furia de la herida removida.
La mujerniña aparece tratando de escapar de una cocina, por una diminuta ventana intenta salir de un mundo diminuto, y la salida es tan estrecha (tan poco propicia para huir, tan pensada para contemplar y nada mas) que luego de luchar no lo consigue. Siempre está de espaldas a nosotros. Arroja agua a su cara ¿se quiere despejar, se encuentra herida? Se quita su vestido, se hace otra, se termina rindiendo al pie del lavamanos, reposa en un ovillo.

 El poderío brutal desciende una escalera exponiendo contundentemente su potencia. En vestido de niña recorre el piso partiendo desde el pleno contacto y poco a poco va tomando distancia, juega con sus destrezas y su fuerza, ahora es leve y graciosa y luego se torna fiera implacable, que no se nos olvide que bestia portentosa es esta niña.
La mujer grito ahora está vestida como dama de imagen y nos habla sin voz, unos gestos medidos nos remiten a la cuidadosa dicción de quien comedidamente nos informa de una tragedia en un lugar ignoto, y la mujer pierde las formas, y se deshace en gritos, y se revela histérica, y golpea y se desnuda y ya nada le importa de nosotros. Mientras todo esto pasa los pequeños cuerpos recirculan, y se despliegan en dos cuerpos enteros, cubiertos los torsos por bolsas de basura. La música de baile suena y los cuerpos danzan ejecutando la rutina seductora que en convención atrapa la atención del hombre que se ha liberado del decoro, el que se recrea hundiendo sus sentidos en la melaza, dejándose atrapar por su densidad y su dulzura.
Una mujer desciende una escalera y va cantando, entona bellamente una canción que todos conocemos, es la diva que hechiza, la dueña del mundo que a voluntad lo esfuma y luego lo devuelve hecho una imagen, un recuerdo, una añoranza, lo que en el corazón de cada cual se torna preciado por su canto. Cuando llega a donde se encuentran las mujeres restantes, la canción se vuelve un juego y un desgarro, y se retuerce el aire que forma las palabras a merced de las voces que destrozan los metros y los tonos. La pieza de música se muele y recompone, desde la voluntad toma otra forma, significa otra cosa, ya no es un objeto pulido y alejado, ahora es parte de la carne y el sentir.
 
Las mujeres abandonan la casa y a cielo abierto (al fondo la ciudad), se hacen dueñas del discurso que expone al cuerpo mercenario, el streptease, el show sexual, son apropiados y ejecutados con goce primitivo, con el grito y la fuerza, desde el ondear instintivo de los cuerpos. Cada mujer nos brinda el espectáculo de su exuberancia, su sensual presencia corporal, su arte seductivo, su estar como fuente de deseo.

 
Se congregan al fin todas ellas en torno a un mueble, allí se apiñan, allí se diluyen los rostros, la voz se distorsiona, la palabra se hace imperiosa, solo anima a destruir, a borrar. La violencia que se intuye afirmadora se toma por asalto el espacio en rocas que se patean, rocas que se lanzan, cartón que se desgarra y se golpea, hasta que se va disipando la intensidad de las acciones, las mujeres van desapareciendo una a una. Utilizando el mueble la última celebra las destrezas de su cuerpo, se deleita en su fuerza y su control, su figura se dibuja en contraluz, una voz la anima y vitorea, así termina este viaje alucinante.
Así se han descrito trasegares por rutas femeninas, se han expuesto las voces y relatos. Lo que se quiere contar y como se cuenta ha sido expuesto. En seca enunciación, en elegía, en gesto y simulacro. Desde el poder normalizado que se confiere como parte de la convención social, desde aquel que es libertario y debe ser arrebatado como potencia y construido. A partir del cuerpo y el alma anquilosadas y también usando la pulsión salvaje, festiva, germinal, irrefrenable. Mujeres que aman y quieren ser amadas, mujeres que proponen el deseo, mujeres que buscan desembozarse del corsé. Mujeres de mil aristas y niveles, como copos de nieve y diamantes.

 
Pantalla-Carne es una pieza de Danza Contemporánea que reúne en un mismo lenguaje a 5 mujeres artistas que instalan en escena la danza, el performance y la música para hablar con sus “carnes” de algunas situaciones que viajan por sus recuerdos y experiencias, tomando como principal referente la obra del cineasta español Pedro Almodóvar. La Casona de la Danza, "espacio de vida y movimiento" funcionó como el gran escenario que durante 4 meses acogió entre sus paredes un intenso laboratorio en donde las artistas construyeron y de-construyeron semánticas femeninas, y eventualidades que apropiaron a sus propias vivencias para configurar un lenguaje escénico vivo en un espacio no convencional que dibuja en la pieza un carácter de movimiento particular en las historias como en las interpretes.
Artistas:
Juana del Mar Jiménez
Daissy Robayo
 Nadia Granados
 Jennyfer Caro
 Eliana Quintero
Autor: Creación Colectiva
 Música Original: Carlos Romero
Asistencia de Dirección: Walter Cobos
 Dirección: Jorge Bernal
Duración: 45 minutos
Agradecimientos: Casona de la Danza, Roberto Bolívar, Susana Serendipia, Viviana Peretti, Andres Camilo, Oscar Orduz, Jessica Paola Suarez Angarita, Raul Vidales. — en La Casona De La Danza, Bogota.
 






 


Tuesday, December 18, 2012

TRAGARLO TODO, de Eleanor Smith

tragarlo todo
 


 
Cerrar la boca
para atrapar en un beso
tu semen.
Que eyacules estrellas
en mi vientre
hasta transformarlas en
noche perfecta
una mañana que siempre
...
pero siempre
recuerde.
Hacer de los girasoles
pantallas doradas
que reflejen la agonía
de la tristeza.
Llevar en las manos
un nosotros
que quizás,
sea una verdad
eterna.

Eleanor Smith -


Avaricia

AVARICIA
Pecados Capitales y Emociones Asociadas
 
 


 
Más allá de los huesos
estaba el afán de posesión
de la carne,
cartílagos emocionales
arrancados sin compasión,
dentelladas fieras
de animal atroz
amaestrado por domadores infectos,
contaminados de deseo enajenado
comprado
a los prestamistas del Dolor.
 
Tiempo mutante
que aulla su soledad
en un rincón húmedo y oscuro,
enjaulado tras barrotes de oro
en la cárcel de los mil millones
de lamentos,
donde se traficaba con avaricia
de sueños arrebatados
a enfermos de Consumismo Terminal,
a adictos al vacío de sentimientos,
allí donde se vendían
huesos calcinados
a cambio de una transfusión desesperada
de 20 miligramos de ternura
con un 80% de pureza.
 
 
 
 

 texto: Vara
imagen: Gené
 

Monday, December 17, 2012

Algunas amigas, que quizá nunca lo fueron.

Algunas amigas, que quizá nunca lo fueron
 
 
La cocaína entra por la nariz
a una velocidad directamente proporcional
a la que experimentan algunas personas al morirse
sin enterarse apenas
de que han existido...
 
o lo que viene a ser lo mismo:
un libro inacabado,
una mierda de perro sin recoger,
una carta sin sello ni remite,
una llamada telefónica sin respuesta,
un beso desesperado
en las mejillas de un cadáver,
un disparo de una pistola de fogueo,
un abrazo de una persona que te odia,
una mirada perdida de un ciego,
un aborto de una mujer de más de 40,
un feto gritando a su madre:
 
"¿por qué me dejaste morir?"
"madre, madre, madreeeeeeeeeeeeeee,
yo confiaba en tí...
no existía nada más para mí,
¿por qué me dejaste morir? "
 
Sí,
una pausa para pensar,
este es el puto poema dedicado a algunas amigas
que quizá nunca lo fueron,
pero para las que siempre estuviste ahí,
escuchando,
consolando,
queriendo;
es increíble pararse a pensar por un minuto
lo sola que debe sentirse alguna gente...
 
... tal vez esas amigas,
que quizá nunca lo fueron.
 
 
 
Escrito para La Fanzine, especial "Desengaño".
José Manuel Vara diciembre 2012
 
 



Sunday, December 09, 2012

Ego Pervertum Sexum.


 “ Ego Pervertum Sexum "
 
 
fragmentos, lamentos
(Patty de Frutos)

 

Cosas recicladas de contenedores de basura decoran las paredes a modo de improvisados collages multicolores que buscan desesperadamente transmitir un rayo de esperanza a un mundo cubierto por la mugre de la realidad. Y la fantasía de una niña de cinco años ya no da para más. Luego, la oscuridad parece tragárselo todo.
Silencio.
De círculos que se devoraban a sí mismos
Y de demonios interiores
Que se retorcían sobre la tela áspera de tus cuadros;
Como un jirón de niebla
Por una ventana abierta en mi cerebro
A altas horas en una noche líquida.

 

El don de ver a través de la piel me acompaña desde la adolescencia.
En un sótano cuajado de humedades de ansia
La danza rota.

 

La luz se espesa como una cicatriz abierta en el sueño.
Imágenes repetitivas estallando en mi retina.
Fantasma de emociones dispersas en un universo neuronal 
atormentado por una enfermedad latente.

 

Desplazada la conciencia  llegas a inspeccionar con dedos de humo  la  coraza: pies, tobillos,  piernas, rodillas, cadera. Como en  tantas otras ocasiones  lo que buscas  son las puertas, así que  los muslos se contraen, el pecho se comprime y se tensiona el cuello; más  arriba en la cabeza,  los dientes permanecen cerrados; cubiertos los ojos,  la nariz y los  oídos desean clausurarse ;así que te introduces por los  poros, cuando estos intentan  transpirar te retuerces y algo se quiebra.
Nunca tengo sueños completos. Creo que es mejor así.

Para todos los que habitamos en mi cerebro.

 
 Intro; Erika
(texto denisse sánchez)
No se si esta es mi propia voz, o la de alguien mas que me habla desde afuera. Los pensamientos conspiran y se intercambian las máscaras. Me oculto de ese  algo que ya no se me parece. La pared. La ventana. El espejo. Ellos no me devuelven más la mirada. Me escondo en seiscientas mil imágenes adheridas a mis huesos. Los despertares. Polvo levantado. Una manta vieja. Los platos sucios debajo de algún mueble. Me refugio en el laberinto de mi oído izquierdo. He clausurado la puerta de la calle. Aun percibo el cuero viejo que parte de una de mis cavidades. Es molesto, me atormentan constantemente sus golpes secos en el aire .Intenta sin éxito dibujar palabras. Y yo me abstraigo  con un par cuencas nuevas, regalo de taxidermista. Y espero. Espero todo el tiempo. Espero en el rincón del cuarto oscuro. Espero  la noche. Espero en silencio absoluto a que arribe por fin un nuevo despertar. Espero aquí, en la cima de un desvencijado ropero.
Mecánica lúdica del dolor
José Manuel Vara
 
   El dolor era oscuro. De alguna manera llevaba mucho tiempo anclado allí, en la trastienda que daba paso al cerebro. Se había hecho imprescindible, inevitable, como un elemento químico más de mis conexiones neuronales. El dolor cambiaba de forma en función del algebra caótica de mis pensamientos; la pulsión de muerte a veces empujaba con rabia y convertía el dolor en animal enfurecido, bestia enclaustrada en un imaginario de violencia física y psíquica, una descarga de malsanidad en estado puro, un arrebato de furia donde Tanathos daba rienda suelta a sus instintos más abyectos. Desiertos vacíos de cualquier emoción, infiernos carnales diluidos en forma de droga líquida en mezquina aguja hipodérmica, que acabará inyectándose en algún punto perdido cerca del hipotálamo; luego, desaparecía el hombre para mutar en bestia: la bestia del desgarro uterino, la bestia del desgarro anal, la Bestia del Apocalipsis… la Bestia agazapada en los límites de la cordura, que era sodomizada mientras miles de ganchos de carnicero se clavaban violentamente en su piel. La cordura, ese amasijo infecto de neuronas, que se teñían del rojo corrupto de las primeras menstruaciones de chicas violadas por sus padres; así era la Bestia henchida de ácido: un animal violento sin conciencia, que cercenaba afectos y ternuras con la perfección del cirujano cortando tejido humano vivo con su bisturí de fiebres. Fiebre de violentar, fiebre de matar todo lo que apestara a emocional. Bestia sin piedad y sin compasión. Un infierno puro hecho a medida para cada víctima, decorado con tapices de crueldad. Sadomasoquismo express, rutinas de laceración, cortes con cuchillas y quemaduras de primer grado. Despellejamientos, cortes, amputaciones y desmembramientos. Violencia, violencia y violencia. Violencia bajo una lluvia torrencial de gotas de caos y un murmullo agónico como un aullido demente amamantado por fieras sanguinarias clonadas con genes de odio visceral. Luego, la droga desaparecía en los retretes inmundos del trauma, que se agazapaba en solitarias habitaciones de un pensamiento deteriorado y blasfemo, como el aliento frío de un aprendiz de Diablo. Al final, tú seguías allí, desnudo en mitad del cuarto, medio bestia, medio humano y el cuerpo tirado en el suelo sobre un charco de sangre hemoglobínicamente chillona como las voces que gritaban en tu cerebro, una y otra vez, desgarrando, agrietando, rompiendo, reptando, quemando, mientras te follas a un dios vestido con medias de red de millones de prostitutas. Y es entonces cuando la cara de la muerta se asemeja a la del payaso; ese que te persigue desde tus pesadillas infantiles. Una mujer payaso que te mira lascivamente mientras tu miembro sigue goteando sangre como grifo de ducha mal cerrado, mutando en oscuro el color del dolor, ese dolor que, de alguna manera, llevaba mucho tiempo anclado allí, como una mala bestia. La Bestia del dolor inmundo. 
CANÍBAL
Anna Genovés

 Diluido en alcohol profundo, su mente hace aguas. El contorno de sus pasos, caminan hacia la nada. Una mujer lo mira y le guiña un ojo, lo lleva a su alcoba y toma sus despojos. Él no se resiste: necesita calor. Mucho tiempo en soledad, mucho tiempo sin amor. Acabada la faena, se lava la boca –destrozada por mordiscos-; seguido, quita el semen –mortecino- que se pegó a su cuerpo de harapo.
Después, se sumerge en la bañera; abre el grifo y mete la cabeza, despeja su corrosiva lucidez y decide que es momento de perderse en el ayer. Tapona su nariz y ahoga su cabeza, deja de respirar sin apenas mover las piernas. Se ha quitado la vida, no desea ser ni perro ni  amo…
La dualidad, acompañó su vida, una vida de infamia en la que se hacía el refinado cuando quería hincar los dedos y descuartizar los cuerpos que caían en sus manos. Fue un psicokiller en potencia; avisó muchas veces, pero nadie creyó su jerga.
Siguió su camino, alma metida en riñonera de polipiel barato. La sacaba a pasear, de vez en cuando, y si veía que el monstruo se desataba, la guardaba en el saco. Hasta que un día no pudo más y cogió un cuchillo; lo clavó en el estómago de una mujer y disfrutó… Saboreando el miedo en sus ojos… El pavor de ese rostro macabro.
Después, relamió la sangre –con su lengua viperina- y pensó en probar su carne. Neanderthal, famélico, se agachó y le pegó un bocado. Descubriendo que esa carne, era lo mejor que había probado. Entonces, se hizo antropófago. Mutilaba a sus víctimas, las horneaba o las degustaba crudas y sin ascos.
 Mató una y mil veces, hasta que se cansó de hacerlo; entonces, se enganchó a la del cuello largo. Con ella pervivió durante años, hasta que beodo probó la marihuana. De la maría a la coca, de la coca a la heroína, de la heroína a politóxico, de politóxico a amo que devora a sus torturados, de amo a siervo devastado… Y vuelta a empezar, en un círculo vicioso sin principio ni resultado.
Hasta que dejó de vivir y de matar en esa bañera donde la sumisión lo llevó al suicidio de la carne… Porque su alma y su corazón, hacía tiempo que lo habían abandonado.
  
La vida de un caníbal en el asfalto
es una vida patética en la que vives agazapado
duermes, oculto, con la luz del día
y sales a cazar, de noche, cerca del camposanto
donde encuentras a las prostitutas agrestes
de las que alimentas tu cuerpo
de las que alimentas tu asco
 te odias a ti mismo
te odias y te veneras
eres un ser divino o, quizás, una blasfemia
y, de repente, quieres probar algo nuevo
y te enganchas al alcohol, a la droga
a la servidumbre o al amo
no tienes alma
no tienes corazón
no tienes nada…
porque te lo han amputado.

work in progress
Denisse Sánchez
Vara
Patty de Frutos
Anna Genovés