Wednesday, February 25, 2015

NO TENEMOS PRISA


foto: Esther Eo/Garazi Gorostiaga
visión hezskhiana: Óptika Orgánika

1.

"No tenemos prisa por llegar. 
Tenemos prisa por absorber el gozo 
que silbó la destrucción de nuestros nombres.  
Tengo que recoger la hojarasca.
 Usar tijeras y pegamento 
para acabar ese boceto y a vuelta de correo
 devolver la usura de las flores. 
Antojar en el otro lado de los tres,
 la desequilateridad del hachís que nos ayudó a brotar el finiquito 
en la cuenta fantasma de los arrebatados." 

MAREVA MAYO
(poeta y persona de confianza)




2 .
"Sin dolor no avanzamos"

THASSOS KASANDRINOS
(educador y amigo)


3.

"Comunidad Vigilia: La Entidad del Delirio.
Mea culpa.
Perdona por destrozar tu cama,
y por llenarla de luz.
Te juro que ya me iba
con mis alas a otra parte."

GARAZI GOROSTIAGA
(escritora y "alter ego deliarnte" femenino, es decir,
si fuera mujer sería ella)

 

Sunday, February 22, 2015

CAPÍTULO 2. EL AKER (DIABLO): La Negación (8)


   (...)

   ¿Quién dijo aquello de que de noche todos los gatos son pardos?. Mira, tío, a ver si alguien te pega un puñetazo en el estómago y te pones a vomitar agua con sal, o vino azucarado, o lejía lechosa, o néctar de melocotón pasado por agua avinagrada, o whisky barato, o muchas ganas de vivir a destiempo, o castillos de arena construidos por niños autistas, o lágrimas de humo, o náuseas inconscientes e involuntarias, o chorros a presión de desesperación, o canela adulterada con drogas de diseño, o bozales de plático hechos para adultos, o muñones de cristal para adornar las vitrinas del mueble del comedor, o maniquíes de cera caliente, o cerveza con extracto de suero fisiológico, o...
   Sí, es cierto, de noche todos los gatos son pardos. O, al menos, lo fueron.
   Voz de fondo: ¡ESTÁ AGUADO!¡TODO ESTO ESTÁ AGUADO!.
   Y es verdad, ya quedan muy pocas cosas que no estén aguadas; todo es un sucedanio, una copia imperfecta del original, una burda imitación, un esbozo hecho por un crío de apenas cuatro años de edad. ¡Así es la vida, amigo!.
   Let's go!

   (Bueno, bueno. Para el carro, quieres...¿quieres en serio que te llamen surrealista de los cojones, o payaso delirante, o escritor de mierda que no sabe ni lo que quiere contar, o imbécil?. No, desde luego que no, ¿verdad?. Pues, venga, ¡fúmate tus jodidas manos de una vez por todas!)

   Siguiendo con los desvaríos.
   debes seguir con ellos

   El letargo, el letargo, el letargo inducido por las benzodiacepinas.
  El otro día me presentaron a un tío de 27 años que, según parece, se meaba en la cama porque soñaba con monstruos propios de su etapa infantil. Como si se hubiera quedado anclado a su memoria mediante ganchos de carnicero. ¡Qué curioso!, ya quedan pocos como él.

   está claro que hoy no puedes escribir nada decente, por eso

   Me pego un tiro de cerveza.

   A veces se te va la olla, a veces

   Me pongo a pensar en esos bichos que reptan bajo las hojas de la lechuga, esos insectos, esos animales repugnanates que pasan media vida arrastrándose por el fango y por sus propios excrementos.  Sí, está claro, hablo de babosas, caracoles, lombrices, hombres y un sinfín innumerable de seres diminutos que pinesan que la vida sólo son veinte metros cuadrados de tierra, plantas esmirriadas y mierda en fermentación. No sé, no sé, pero pienso que todo esto cada vez se está volviendo más caótico, más difuminado, más incoherente. Pero, en el fondo, ¿qué hay más real que la propia incoherencia?¡Ah, por cierto!, ¿les he hablado de Luis?. Sí, es un tipo que conozco, uno de esos que suele afeitarse los domingos y que suele repetir aquello de: "la vida es un inmenso grano de pus. Sí, gigantesco. Y lo que más me gustaría sería reventarlo hasta dejarlo seco". ¡Un tipo curioso!. Y si le dejas hablar y le invitas a unos vinos lo más probable es que te suelte su particular filosofía vital a bocajarro: que si esto es así, que si aquello es una jodida mentira capitalista, que si el existencialismo de Sartre no es más que darse una vuelta el domingo por la tarde a través de las callejuelas del barrio Chino y dejarse follar por una puta, que no hay que lavarse porque si te lavas pierdes algo que te pertenece,

   la suciedad, el sudor, los granos infectados, la negrura característica de codos, rodillas, encías, las propias heces

   y así hasta que caigas de rodillas postrado a sus pies, y él se baje la bragueta de sus eternos pantalones de pana

   con restos de huevo adheridos a los bolsillos traseros y algo de mostaza

   y te diga: "¡Venga, hazme un buen trabajo!". Y, entonces, tú vas y le echas encima la comida del día anterior y él, sonriente, te lo agradezca con una palmadita en el hombre. Y tú no haces otra cosa que levantarte y echar a correr como si el mismísimo diablo te estuviera metiendo mano.

   Y las cosas podrían continuar resbalándote entre los dedos de las manos, pero decides que es mejor ponerse a escribir a máquina. Quizá hoy te salga algo bueno o, al menos, divertido. Pero no, amigo, nada de eso, hoy lo único que te sale es un grito agónico que llevaba oculto detrás de tu espalda mucho tiempo. Mucho. ¿Y de qué ha servido?¿esconder las cosas para que el Otro no se entere?¿meter la cabezaen la taza del wáter para que no vean que estás llorando?¿lavarte las manos 29 veces diarias?¿tomar todas esas pastillas diarias?¿ponerte a leer a Henry Miller y presumir de que puedes entender algo?¿refugiarte en tu biblia particular escrita por Garazi Gorostiaga, alguien que no sabes si tan siquiera es real?. Bueno, sí, quizás hay algo que si que llegas a entender. Aquello de que "el artista, el verdadero artista, lo que necesita es sentirse solo". Sentirse solo. ¿Qué quiere decir?. Quizá todo aquello de que estás en medio de la gente, pero no te dicen nada. No sientes nada cuando estás entre ellos y notas que te observan con sus labios postizos, y te sonríen en desgastadas muecas de asco perpetuo, y hablan con sus voces guturales, y te miran con sus ojos fijos en la pared, y te tocan con sus manos de escarcha, y te recuerdan que las cosas no pueden ser de otra manera, y todo aquello de que es bueno integrarse, meterse de cabeza en el agua aunque te de miedo porque un día, al zambullirte, casi te ahogas con un pez que se te metió en la boca. No, no hay que evadirse, no hay que dar vueltas alrededor de un punto central, hay que convertirse en kamikaze y escupirle al mundo en medio de los ojos de su locura compartida a nivel global. 

    “La verdad es que muy pocos de nosotros somos enfermos mentales. No digo que tú no lo seas. Por lo que yo sé tú estás.... ¡estás más loco que una cabra! Pero no estás aquí por eso, no estás aquí por eso, ¡no estás aquí por eso! Estás aquí por el Sistema. Ahí está la tele. Todo está ahí, todo esta ahí. Mira, escucha, arrodíllate, reza los anuncios. Ya no somos productivos, ya no nos necesitan para hacer cosas, todo está automatizado. ¿Para qué estamos aquí? Somos consumidores, Jim. De acuerdo, compra muchas cosas y serás un buen ciudadano, pero si no compras muchas cosas, si no compras ¿qué es lo que eres? Pregunto ¿qué? Un enfermo mental. Los hechos, Jim, los hechos. Si no compras cosas: papel de water, coches nuevos, batidoras computerizadas, artilugios sexuales eléctricos, sistemas de sonido con auriculares en el cerebro, destornilladores con dispositivo de radar incorporado, ordenadores activados por voz...” (*)

   Así de claro y así de blasfemo.


(*) Extracto del monólogo de Brad Pitt en 12 Monos.  
   
       

Wednesday, February 18, 2015

El diablo. Carta de tarot. Interpretación visual de Ernesto Guzmán.

La carta del tarot EL DIABLO reinterpretada por Ernesto Guzmán y Joh Espinosa para Infernonautas.



CAPÍTULO 2. EL AKER (DIABLO): La Negación (7)




   ¿En qué piensas, Hezskha?- preguntó la Voz.
   "Nada, no quiero pensar Nada".
 
   No quiero pensar nunca en nada.
 
   Y la noche parece mirarte de reojo con cierta expresión de compasión.
   Has estado toda la noche por las calles tapizadas de piel enferma de la ciudad creada por tu delirio. "Una noche, sin duda, asquerosa". Realmente, piensas que los coches estropean el encanto de una calle desierta y oscura. Sí, es cruel, pero es así. Sonido, ruido y luz cegadora. Ruptura homeostática profunda. Después, uno se para a contemplar las placas doradas de las puertas, las rejas oxidadas de las ventanas,

   rejas para que nadie entre, rejas para que nadie salga

   las niñas uniformadas de gris con la cara pintada de blanco muerte que van en procesión absurda hacia un colegio cerrado a esas horas, las ruedas desgastadas de los coches aparcados a ambos lados de la calzada, y te pones a pensar en todas las pequeñas cosas absurdas que no has hecho y que, probablemente, nunca harás y que nunca dejarás de hacer. Así de claro. La certeza de la confusión interna. 
   Sientes la tentación de volver a sentarte frente al paso a nivel, pero decides pasar de repetirte como esquizofrénico decadente y te diriges al bar habitual a ventilarte cinco o seis cervezas, seguidas de los correspondientes whiskys para poder acabar bien lo que resta del día agónico que has vivido hoy, que, como viene siendo costumbre desde hace algunas semanas, se hará infinitamente largo, como pesadilla inacabable. El resplandor lunar o lo que queda de él, se deja resbalar desde los tejados de las enfermizas casas hipotecadas y te recuerda de forma distorsionada a aquella mujer que conociste tiempo atrás en una parada de autobús. Llevaba pantalón tejano azul, jersey rosa de punto y una mirada que derretía el asfalto justo por debajo de la piel quemada de su mejilla derecha.

   Ella te habló de un amante agresivo, de una mala experiencia

   Ella te habló, pero no recuerdas sus palabras, ya que el sonido del autobús al llegar a la parada las acuchilló dispersándolas como recuerdo equivocado.

   Ella se fue con su piel quemada por ácido violento

   Recuerdo dolorosoArraigado en lo más profundo de alma herida de sufrimientos compartidos. La esencia del dolor humano más profundo. Ese dolor que te convierte en lo que eres, en un animal apuñalado de melancolía. Densa, como niebla de jirones de infierno.
   Y cambias de historia o, al menos, lo pretendes. O, al menos, lo intentas, aunque, en el fondo, eres consciente de que no va a haber cambio alguno.
  
   El whisky empieza a sudar. Ella sigue doblando la ropa de esa forma particular. Y la música te entra por la boca y acaba viajando a través de tus costillas, y te acaricia malsanamente el plexo solar,

   ¿esta sensación existe o te la acabas de inventar?

   y atraviesa la garganta en el tiempo que dura un suspiro, y acaba saliendo por tus oídos para regresar al negro pozo de la insuficiencia cardiorespiratoria.  Después, te despatarras en el suelo y permites que las hormigas imaginarias creadas por tu dañado cerebro se te suban a los brazos o te hagan cosquillas finitas de color azul turquesa. Y te pones, como acto reflejo y lógico, a pensar en el mar, en el espejismo aceptado de su color, y en el humo de los cigarrillos que llevas adherido a la suela de tus zapatos, como escondido, como agazapado, para evitar ser descubierto por fumador adicto, por fumador compulsivo. Y, entonces, te despiertas y te sorprendes lo justo al descubrir o percibir, para ser más exactos, que estás bañado en ese habitual sudor frío que acompaña a tus desvaríos, a esos juegos crueles de tu conciencia alterada por las benzodiazepinas.
   Inmediatamente después alguien enciende un televisor que emite luz negra indiscriminadamente.
   Y recuerdas

   (siempre el viejo recuerdo que esclaviza a tus neuronas)

   que, en algunas ocasiones, te sentabas en un destartalado banco y te ponías a pensar en quién habría inventado el desodorante para disimular los olores, y la pasta de dientes para evitar las caries, y el jabón, y los pañuelos, y el papel higiénico, y el detergente, y los desinfectantes, y la colonia, y tantas otras cosas para aparentar una reluciente y virginal pureza interior.

   jajajajajajajajajajajajajajajajajajaaj

   PUREZA PERFECTA E IMPOLUTA dentro de un universo de suciedad, descomposición y detritus. De un universo tocado irreversiblemente por la mediocridad higiénica personal e intransferible.
   Y punto y aparte (a parte, recuérdalo, siempre, recuérdalo siempre, mientras vivas)

   (...)
   

Sunday, February 15, 2015

CAPÍTULO 2. EL AKER (DIABLO): La Negación (6)



















   y la imagen estática de un niño llorando, quizá mi propio hermano o yo misma vestida con ropas de niño 

   o yo mismo, Hezskha Lauzone, la imagen estática de una niña llorando al ser secuestrada, arrebatada, quizá mi propia hermana o yo mismo vestido con ropas de niña

   Recuerdas. 

   Y recuerdas la luz negra que te impide ver lo que se oculta tras las personas que corren ataviadas con negras vestimentas, cencerros y grandes cuernos. Los diablos del hombre con la cara pintada de betún. Y llorabas. Y con el llanto vuelves a recordar que nadie te creyó, que nadie creyó en la existencia de aquel hombre de cara blanca pintada con betún negro. El demonio que se llevó a Mareva.

y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas

   Veías que ella gritaba pidiendo ayuda como queriendo, deseando, anhelando que tú la salvases de aquel hombre malo que llevaba la cara pintada de betún. Y que se la llevaba a lo negro de la vida. Y tú no podías hacer nada, eras consciente de ello y esa conciencia fue la que te jodió hasta el tuétano toda tu vida futura o la apariencia de tu vida posterior. Eras pequeño. Demasiado pequeño para luchar cuerpo a cuerpo contra aquel gigante descomunal de dientes blancos como nieve y, además, tenías miedo, ese miedo infinito que caracteriza a los cobardes de largo recorrido. Como tú. Atleta consagrado de maratones de ansiedades profundas. trauma. Miedo. Cobardía. 

   y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
 
   Los diablos de Luzón te devoraron el alma.

   y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y

   Los diablos de Luzón te volvieron loco. 
   Loco. A Hezskha  Lauzone.
   Perdido en el epicentro negro de ti mismo. 
   Negro. Como si te hubieran pintado el alma misma de betún. 

   y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y   
   y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
   y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y

   Dejas de recordar. Alguien te habla. 
  Una voz densa como una tormenta que retumba dentro de tu cabeza y acalla los ecos de los fantasmas del pasado.
















Nota del autor acerca de los diablos de Luzón:
 
Un grupo ataviado con negras vestimentas, cencerros y grandes cuernos recorren las calles del pueblo uniéndose a los participantes del carnaval acosando y tiznando con hollín a todas las personas que se encuentran a su paso.



Los diablos de Luzón son considerados como uno de los mejores patrimonios histórico culturales de la provincia de Guadalajara, y reconocido como el mejor carnaval de toda la Alcarria, por lo que han sido considerados Fiesta de interés turístico provincial, no existiendo constancia escrita de una fiesta etnográfica más vistosa en todo Guadalajara, constituyendo una ancestral tradición revivida por la Asociación Amigos de Luzón. Se conservan documentos en donde se puede datar el origen de esta fiesta al siglo XIV, aunque se puede adivinar que habría que remontarse mucho más para averiguar el origen real de dicha tradición Oculta durante un tercio de siglo, debido a la pérdida de tradiciones como consecuencia de la inmigración a las grandes urbes por parte de la población rural, y a la censura de los carnavales por la dictadura franquista; perdida casi irreparable de no ser por la memoria de los mas ancianos que nos revivieron los rituales y vestimentas que hacían falta para una restauración de la fiesta. Los diablos, representan el lado carnal del carnaval, el aspecto demoníaco, aprovechando las luces y sombras del crepúsculo realizan su aparición con la irremediable intimidación hacia aquellos que los ven por primera vez y a aquellos otros que a pesar de haberlos visto todavía no tienen muy claro si debajo de las vestimentas hay realmente personas. Así los diablos solo respetan a aquellos que van disfrazados, o son mascaritas, donde estos disfraces actúan a modo de protección con respecto al acoso de los diablos; sin embargo, a todos aquellos que no participan activamente en el carnaval, los diablos los atacan manchándoles con su inigualable marca de hollín y aceite, provocando numerosas escenas de miedo, haciendo caso omiso a edad, cargo, sexo o religión. Antiguamente se celebraba la fiesta el domingo, lunes, martes y primer domingo de cuaresma, actualmente se celebra el sábado de carnaval, invitando la Asociación Amigos de Luzón, organizadora de los actos, a una merienda cena a todos los participantes, para superar el trance de la visita de los diablos.



La vestimenta de los diablos se compone de sayas y chaquetillas negras, el cinturón está recubierto por cencerros grandes, y en la testa unos cuernos de toro, todo el cuerpo visible está untado con una mezcla de hollín y aceite, manos, brazos y cara, en la boca una dentadura hecha de patata, y el calzado recubierto de tela negra, todo con la intención de resultar totalmente irreconocibles, finalidad que se consigue porque aquí el que teclea no fue reconocido ni por su propia madre.



Luzón buscó un valle para asentarse entre los ahora quemados pinares del antiguo Ducado de Medinaceli… por estas fechas, suele haber rastros de nieve en las umbrías de las empinadas calles, casi siempre en silencio. Esta quietud se rompe en carnaval cuando irrumpen en el pueblo una veintena de negras bestias con cuernos, son los diablos… el personaje del demonio está muy arraigado en la cultura popular y el carnaval, raro era el pueblo del Señorío de Molina en que no aparecían uno o dos diablos persiguiendo a la chiquilleríay arrojando ceniza a las mozas, también en los actos de la Loa a la Virgen de la Hoz (Ventosa) aparece el negro luzbel o en Setiles donde el día de los santos inocentes se hace el amo del pueblo.



En Luzón, los mozos acuden a vestirse a un lugar en principio secreto, se protegen la piel con cremas para luego tiznarse cara, cuello, brazos y manos de una mezcla de aceite quemado con hollín. Se visten con negras vestiduras una blusa y un faldón, en la cabeza unos enormes cuernos con almohadilla les serán atados a los hombros y la frente, todo ello tapado por un pañuelo hasta la nuca. Como remate, unos enormes cencerros llamados “trucos y cañones“ romperán el silencio de la tarde cuando los diablos bajen corriendo al caserío mordiendo un trozo de patata que les sirve para refrescarse.

Al llegar a la plaza, correrán entre las mascaritas y disfrazados asustando al personal y tiznando aquí y allá con su negro ungüento, sobre todo a las mozas. Una vez calmada la euforia, los diablos disfrazados recorrerán las frías calles al caer la tarde en una extraña e indefinible procesión que sólo se da en alguna pesadilla.

Tomado de:


Todas las fotos pertenecen a sus autores.


Gracias a Ana Curra por generar, de forma indirecta, este capítulo/versículo de la biblia personal delirante de Hezskha Lauzone.

Friday, February 13, 2015

Lo importante es la historia, no quién la cuenta.

Lo importante es la historia, no quién la cuenta.
Vara está muerto.
Hezskha Lauzone nos cuenta su propia historia.

















generas una atmósfera que cuelga transversales de las tráqueas que se usan como cáliz de algún semen subterráneo que alza su voz como una desbandada de cuervos que buscan el primer amor o una fosa fiable para eyacular el devenir

Mareva Mayo

Wednesday, February 11, 2015

CAPÍTULO 2. EL AKER (DIABLO): La Negación (5).




 






















"me sirvo un trago y se pone en ebullición la deuda 
con lo insolvente que las palabras destierran en su sino 
y prestan a las ensoñaciones que no vuelven a buscarte ni malvenden el absurdo
 en la misericordia humillada de los cobijos
si no tenemos ni puta idea, 
ya tenemos el licor en la mano, 
el ave que grita nos tributa su regazo
 cuando las flores dejan su espina dorsal en el vacío de un cuerpo
 que desentraña cualquier destino
si nada nos colma,
 ni nos abriga, 
ya es nuestra la clandestina luz lunar 
 que filtra la ansiedad de los lobos en los cuchillos de los lagos 
que levantaron nuestros sueños 
cuando no había techo encima...."
 
Mareva Mayo




    Y recuerdas.
    Las olas prosiguen su agónico harakiri.
    Y recuerdas que

    yukio mishima se llevó a Mareva

   la soledad se adhería a los flancos de tu desgastada chaqueta obligandote a subir el cuello de la misma, y que el frío resbalaba entre tus dedos temblorosos, y que los recuerdos te envolvían en una delirante nube azul, y que el silencio taponaba tus oídos, y que las luces deslumbraban y herían a tus ojos en lo más íntimo, allí donde tu personalidad devenía hombre figurante o sombra de sí mismo. Intimidad esquiva y errónea. La de tí mismo.
   Era como estar ante un paso a nivel que tiene bajada la barrera de barras rojas y blancas. Y las luces centellean parpadeantes y de forma intermitente advirtiendo un peligro que se aproxima o lo que es lo mismo, la llegada de un tren que circula a gran velocidad, con su gran ojo que todo lo ve y que no advierte nada. Y el aire se te enreda en el pelo obligándote a mirar hacia la caseta del guardaagujas, que, sin duda ninguna, desearía morir en acto de servicio, y descubres unas manos de dedos crispados que se aferran con ansia al marco de la vieja y desvencijada ventana de la caseta del guardaagujas. Y luego miras más allá de ese fragmento de realidad aparente y descubres una gorra rota junto a la vía, una gorra teñida de rojo violento abigarrado, de sudor y de aceite de motor quemado, y más allá un pañuelo, y más allá un zapato aplastado sobre el que reposan perezosos unos cordones retorcidos en espirales imposibles de desamor, y más allá una lata vacío, hueca en su fuero interno y autista de emociones irreversibles, y una caja de galletas que nunca fueron deglutidas, y los restos resecos de lo que fue antaño un adorable gato, y cientos de colillas blancas amarillentas y cientos de colillas marrones chupadas con desesperacaión de enfermo terminal de vacío anímico, y chapas de botellas, chapas oxidadas por el tiempo que te lanzan guiños de complicidad, y los restos olvidados de un inservible coche de juguete, y la cabeza de una muñeca de trapo, y algunas páginas de una revista pornográfica, y monedas pulidas por la violencia indirecta de las ruedas de los trenes persistentes y rutinarios en sus trayectorias rutinarias y persistentes, y un jirón de jersey de color verde moho, y unas rodajas resecas y pestilentes de queso, y miles, millones, de piedras blanquinegras que se aprietan en fiera competencia contra la frialdad del metal de los raíles de las vías, y algunas cartas de viejas barajas esparciadas entre las maderas que cortan transversalmente las líneas de metal paralelo e infinito, y tubos secos de pegamento que ya no pega, y bolsas de patatas fritas vacías de patatas fritas, y botellas de plástico, y cepillos de dientes usados por  dientes desgastados de tanto cepillado, y peines para el pelo, y blusas sin botones, arrancados, y un solitario calcetín totalmente destrozado, y los restos de una bufanda descolorida, y la culata de plástico de una escopeta de juguete con la que jugar a muertes simuladas en un mundo matadero de inocencias infantiles, y unos tirantes, y la cremallera rota de unos pantalones de color gris, y

   por qué gris, ese color neutro entre el blanco y el negro, ese color que no define

   decenas y cientos de paquetes de tabaco sin cigarrillos, estrujados, arrugados, aplastados por manos de adictos a humos cancerígenos, humos violadores de pulmones, y cartones de bingo sin premio, y entradas de discoteca de desesperanzas, y números de lotería perdidos, y trozos de cds partidos por la mitad de un solo tajo, y llaveros sin llaves y sin sentido, y llaves oxidadas, y el mango sucio de un martillo, y clavos retorcidos de punta roma, y bisagras de puertas invisibles, y programas de conciertos, y tarjetas de visita, y restos de billetes de tren sólo de ida,

   y restos de tí y

   paquetes de detergente, y latas vacías de mejillones y de aceitunas, y lonchas de jamón ennegrecidas por el tiempo, y relojes digitales con números inexistentes, y cadenas, y cinco céntimos cubiertos de polvo disidente, y la suela del otro zapato que faltaba para crear un par absurdo, y una botella de bourbon vacía y amputada en el cuello, y otros cientos de billetes para más trenes con rumbos a lugares distintos y, probalmente, equivocados, y una entrada de cine para una mala película americana, y un pendiente de plata que alguien lazó después del típico desengaño amoroso de sábado por la noche, y una foto de una chica en blanco y negro, quizá la misma que se desprendión del pendiente de plata, y un carnet de identidad sin identificar, y botones de camisas, chaquetas y un sinfín de prendas textiles más, y teclas arrancadas a una vieja máquina de escribir, y una funda para gafas de solo, y clips, y folios arrugados, y tarjetas de crédito rotas en cientos de fragmentos de plástico inservible, y una lentilla para un ojo ciego de deseo de ver , y un pintalabios sin usar sobre labio alguno, y un bote de colonia perfumada sin perfume, y una corbata a rayas blancas y rojas, como barrera de paso de tren, y una carta en la que aún podía leerse el fragmento delirante de un hombre increíblemente tímido a la mujer de sus sueños,

   que no existía, por supuesto

   y algunas compresas pintadas con espray rojo, y difuminados paquetes de pañuelos de papel multiuso, y botes de pintura para uñas secos de pintura, y latas de refrescos imprecisos, y condones usados con semen muerto en su interior, y

   todo pasa como en un sueño, a cámara lenta, como en un sueño, y como en una película antigua 

   sigues  con tus recuerdos mientras miras los harapos a los que llamas cariñosamente ropa. Y los recuerdos se te agolpan y te conducen a Mareva. Y sus juegos con los peluches en el viejo lavabo de gran bañera traumática. Y recuerdas. Tu universo particular tejido por sus manos de cirujana de infiernos para dos. Mareva y Hezskha y el oculto vacío de sus secretos.

   el oculto vacío de la vida arrebatada, el oculto vacío que hace que Mareva me mire y diga que

    la bañera escupe sangre hacia dentro, siempre lo hizo; de alguna manera aquella escena,que ahora reproduzco hasta el más mínimo detalle, forma parte del tejido neuronal de mi memoria;
Hoy me dispongo a regresar al trauma uterino, hoy debo sumergirme de nuevo en el líquido amniótico, hoy quiero volver a experimentar lo que se siente en el interior de la placenta, hoy quiero encontrarme conmigo misma o perder definitivamente la cordura.
Todas mis performance se basan en viejos traumas anclados en lugares oscuros de mi cerebro, silenciosos como oscuros pasajeros de lagunas estigias particulares;
Conozco a la perfección cada centímetro cuadrado de mi cuarto de baño, con ese telón de fondo sensitivo que es el olor a humedad, rancio como las traicioneras puñaladas de mil fracasos;
Cuento mentalmente cada ojo de cerdo ensartado en el palo, ritual fisiomecánico que responde a pulsiones internas que me llevan a extremar el concepto de oralidad, a destruir todos los conceptos aprendidos desde pequeña;
Necesito experimentar algo similar a la repulsión, notar el vómito fluyendo desde lo más íntimo de mí después del acto cotidiano de la masticación de algo ajeno a nuestros hábitos culturales: masticación vómito, masticación vómito, apreciando el sabor agridulce de la bilis con hedor a dioses apestados y cosas muertas;
El peluche siempre estuvo allí, jugando cruelmente a practicar regresiones de mi yo a partes oscuras y violentas de mi niñez, es por ello que planeé asesinarlo.
Asesinar a mi peluche predilecto se convirtió en un acto obsesivo compulsivo donde planificaba hasta el extremo el más mínimo detalle
de cómo se realizaría tal carnicería bizarra, el peluche devorador de risas infantiles con el ansia desbocada de un asesino en serie
días previos a su primer crimen;
    El peluche del amor odio,
    el peluche que quería masticar,
    engullir,
    tragar,
    trozo a trozo,
    pelo a pelo,
    bocado a bocado
    hasta ahogarme en él
    obstruyendo mis vías respiratorias
    en una apnea violenta,
    escapando,
    huyendo de una realidad hecha jirones,
    cosidos de nuevo por modista ciega
    aquejada de tuberculosis espiritual;
Me hundo con él en el agua turbia de la bañera, con su textura malsana acariciando mi piel desnuda, me hubiera gustado que alguien entrara de repente y me hubiera follado allí mismo, en el fondo abisal de mi infancia
y que me hubiera incrustado el peluche en mi vagina mientras su polla se me atragantaba en la garganta y, luego, al final, me daría la vuelta como despojo humano, y mientras el agua inundaba mi boca y mis fosas nasales su miembro erecto navegaría por las entrañas de mi recto, buscando, quizá, un oasis cuajado de excrementos; y luego la nada, el vacío, el ahogamiento definitivo mientras azotaba mis nalgas
con correa de padre violento, castigándome por haber sido mala, una niña muy mala
y luego me quedaba sola, perdida en un mar minúsculo de agua helada, entre mi propia sangre, mi propia mierda y filamentos amorfos
de semen coagulado adherido a mi piel, a mi oscuridad, a mi negación, a mi abismo personal de locura contenida, a mi realidad absurda, a mi peluche asesinado con cuchillo de cocina oxidado, como los recuerdos de los amantes que nunca fueron nada sincero, sólo usureros emocionales que me hicieron mutar en marioneta catatónica,
adicta al odio y a la metanfetamina, y a la marihuana, y al alcohol en noches agrias de bilis y rabia, y a la ketamina, y a la cocaína, y al cristal cuando me apetecía visionar colores imposibles dentro de uno de mis tantos cerebros paralelos y a escapadas neuronales por el DF en noches donde los demonios andaban sueltos copulando con mentes-vagina en trastiendas de luz mortecina y olor a pescado en descomposición, y a todo tipo de sustancias que supusieran subir un peldaño más en la escalera de la autodestrucción
así era yo desnuda ante la bañera, la vieja bañera que escupía sangre hacia dentro, como si tuviera el don de la menstruación, menstruación dolorosa y vengativa, como poso ranció de amantes asesinados por sueños mutilados de pasión enrarecida;
Y me fascina mi propia imagen, ensangrentada, mirándome desde el espejo que filmo inconscientemente con la cámara de vídeo digital que sostengo en la mano
me miro, me analizo, me observo, y me doy cuenta de que algo anda mal
dentro de mi cabeza. Enfoco al suelo: sangre desparramada sobre mis pies desnudos, y tomo conciencia de que hoy aún no he follado;
Muchas horas pensando en esto: pelo mojado y olor a humedad enganchado en el cuello, silencio abisal, un peluche flotando muerto en la bañera, la imagen estática de un niño llorando, quizá mi propio hermano o yo misma vestida con ropas de niño, entonces y sólo entonces decido cerrar los ojos y hacer un desesperado fundido en negro mientras dejo que la cámara siga grabando
 
   y la imagen estática de un niño llorando, quizá mi propio hermano o yo misma vestida con ropas de niño
 
   o yo mismo, Hezskha Lauzone, la imagen estática de una niña llorando al ser secuestrada, arrebatada, quizá mi propia hermana o yo mismo vestido con ropas de niña




















    
 Colaboración fotográfica: Noelia Palma.

(continuará)