y la imagen estática de
un niño llorando, quizá mi propio hermano o yo misma vestida con ropas de niño
o yo mismo,
Hezskha Lauzone, la imagen estática de una niña llorando al ser secuestrada,
arrebatada, quizá mi propia hermana o yo mismo vestido con ropas de niña
Recuerdas.
Y recuerdas la luz negra que te impide ver
lo que se oculta tras las personas que corren ataviadas con
negras vestimentas, cencerros y grandes cuernos. Los
diablos del hombre con la cara pintada de betún. Y llorabas. Y con el llanto
vuelves a recordar que nadie te creyó, que nadie creyó en la existencia de aquel hombre de cara blanca pintada
con betún negro. El demonio que se llevó a Mareva.
y recuerdas que no
hiciste nada y recuerdas
Veías que ella gritaba pidiendo ayuda como queriendo, deseando, anhelando
que tú la salvases de aquel hombre malo que llevaba la cara pintada de betún. Y
que se la llevaba a lo negro de la vida. Y tú no podías hacer nada, eras
consciente de ello y esa conciencia fue la que te jodió hasta el tuétano toda
tu vida futura o la apariencia de tu vida posterior. Eras pequeño. Demasiado
pequeño para luchar cuerpo a cuerpo contra aquel gigante descomunal de dientes
blancos como nieve y, además, tenías miedo, ese miedo infinito que caracteriza
a los cobardes de largo recorrido. Como tú. Atleta consagrado de maratones de
ansiedades profundas. trauma. Miedo. Cobardía.
y
recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
Los diablos de Luzón te devoraron el alma.
y
recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
Los diablos de Luzón te volvieron loco.
Loco. A Hezskha Lauzone.
Perdido en el epicentro negro de ti mismo.
Negro. Como si te hubieran pintado el alma misma de betún.
y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
y recuerdas que no hiciste nada y recuerdas que era un jodido cobarde de mierda y
Dejas de recordar. Alguien te habla.
Una voz densa como una tormenta que retumba dentro de tu cabeza y acalla los ecos de los fantasmas del pasado.
Nota del autor acerca de los diablos de Luzón:
Un grupo ataviado con negras
vestimentas, cencerros y grandes cuernos recorren las calles del pueblo
uniéndose a los participantes del carnaval acosando y tiznando con hollín a
todas las personas que se encuentran a su paso.
Los diablos de Luzón son
considerados como uno de los mejores patrimonios histórico culturales de la
provincia de Guadalajara, y reconocido como el mejor carnaval de toda la
Alcarria, por lo que han sido considerados Fiesta de interés turístico
provincial, no existiendo constancia escrita de una fiesta etnográfica más
vistosa en todo Guadalajara, constituyendo una ancestral tradición revivida por
la Asociación Amigos de Luzón. Se conservan documentos en donde se puede datar
el origen de esta fiesta al siglo XIV, aunque se puede adivinar que habría que
remontarse mucho más para averiguar el origen real de dicha tradición Oculta
durante un tercio de siglo, debido a la pérdida de tradiciones como
consecuencia de la inmigración a las grandes urbes por parte de la población
rural, y a la censura de los carnavales por la dictadura franquista; perdida
casi irreparable de no ser por la memoria de los mas ancianos que nos
revivieron los rituales y vestimentas que hacían falta para una restauración de
la fiesta. Los diablos, representan el lado carnal del carnaval, el aspecto
demoníaco, aprovechando las luces y sombras del crepúsculo realizan su
aparición con la irremediable intimidación hacia aquellos que los ven por
primera vez y a aquellos otros que a pesar de haberlos visto todavía no tienen
muy claro si debajo de las vestimentas hay realmente personas. Así los diablos
solo respetan a aquellos que van disfrazados, o son mascaritas, donde estos
disfraces actúan a modo de protección con respecto al acoso de los diablos; sin
embargo, a todos aquellos que no participan activamente en el carnaval, los
diablos los atacan manchándoles con su inigualable marca de hollín y aceite,
provocando numerosas escenas de miedo, haciendo caso omiso a edad, cargo, sexo
o religión. Antiguamente se celebraba la fiesta el domingo, lunes, martes y
primer domingo de cuaresma, actualmente se celebra el sábado de carnaval,
invitando la Asociación Amigos de Luzón, organizadora de los actos, a una
merienda cena a todos los participantes, para superar el trance de la visita de
los diablos.
La vestimenta de los diablos se
compone de sayas y chaquetillas negras, el cinturón está recubierto por
cencerros grandes, y en la testa unos cuernos de toro, todo el cuerpo visible
está untado con una mezcla de hollín y aceite, manos, brazos y cara, en la boca
una dentadura hecha de patata, y el calzado recubierto de tela negra, todo con
la intención de resultar totalmente irreconocibles, finalidad que se consigue
porque aquí el que teclea no fue reconocido ni por su propia madre.
Luzón buscó un valle
para asentarse entre los ahora quemados pinares del antiguo Ducado de
Medinaceli… por estas fechas, suele haber rastros de nieve en las umbrías de
las empinadas calles, casi siempre en silencio. Esta quietud se rompe en
carnaval cuando irrumpen en el pueblo una veintena de negras bestias con
cuernos, son los diablos… el personaje del demonio está muy arraigado en la
cultura popular y el carnaval, raro era el pueblo del Señorío de Molina en que
no aparecían uno o dos diablos persiguiendo a la chiquilleríay arrojando ceniza
a las mozas, también en los actos de la Loa a la Virgen de la Hoz (Ventosa)
aparece el negro luzbel o en Setiles donde el día de los santos inocentes se
hace el amo del pueblo.
En Luzón, los mozos acuden
a vestirse a un lugar en principio secreto, se protegen la piel con cremas para
luego tiznarse cara, cuello, brazos y manos de una mezcla de aceite quemado con
hollín. Se visten con negras vestiduras una blusa y un faldón, en la cabeza
unos enormes cuernos con almohadilla les serán atados a los hombros y la
frente, todo ello tapado por un pañuelo hasta la nuca. Como remate, unos
enormes cencerros llamados “trucos y cañones“ romperán el silencio de la tarde
cuando los diablos bajen corriendo al caserío mordiendo un trozo de patata que
les sirve para refrescarse.
Al llegar a la plaza,
correrán entre las mascaritas y disfrazados asustando al personal y tiznando
aquí y allá con su negro ungüento, sobre todo a las mozas. Una vez calmada la
euforia, los diablos disfrazados recorrerán las frías calles al caer la tarde
en una extraña e indefinible procesión que sólo se da en alguna pesadilla.
Tomado de:
Todas las fotos pertenecen a sus autores.
Gracias a Ana Curra por generar, de forma indirecta, este capítulo/versículo de la biblia personal delirante de Hezskha Lauzone.
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