Propuesta de prólogo a la obra de Adriana Bañares.
Recuerdo a mucha gente a lo largo de mi vida preguntándome por qué soy tan callada
Awixumayita
Yo creo que lo importante no es escribir bien, ni dibujar bien, nada de eso, lo importante es crear. ¿Cómo puede merecer la pena una vida sin creación? Tú, además, tienes ese don, ese don de saber escribir, de crear sin dificultad un mundo, una historia... Es un don, Nístrim, sólo un jodido don que no debes desperdiciar.
Oliver, personaje de La soledad del café
No deja de resultar curiosa la manera en que esta novela llegó a mi vida. Adriana, su joven autora, -más conocida como Awixumayita-, me pidió a bocajarro si podía hacerle un prólogo de introducción a la segunda edición de “La soledad del café”, que escribió cuando tenía 17 años. La respuesta, evidentemente, fué afirmativa.
La historia de Nístrim es un viaje iniciático a los infiernos de una madurez precoz de una post-adolescente que se atreve a cuestionar a mi entender la gran pregunta de todo escritor que se precie:
¿Es posible una existencia ajena al proceso creativo?
A partir de ahí, Adriana Bañares tiene la generosa valentía de desnudarse anímicamente para mostrarnos su cerebro por dentro, vacío de cualquier tipo de artificio de cartón-piedra con los que otros disfrazarían su personalidad para proponernos biografías basadas en el autoengaño. Adriana nos deleita con un striptease emocional donde jugamos a confdentes privilegiados de sus dudas y temores existenciales. Es un acto extremo de sinceridad vital y a la par literaria, que es digno de respetar y agradecer en estos tiempos de crisis espiritual y/o económica.
No es fácil hablar de uno mismo con la frescura y entereza con la que lo hace Adriana a través de su alter ego Nístrim. La autora, de hecho, juega con una ventaja de la que, en ocasiones, ella misma duda, y no es más que la circunstancia de que Adriana es una auténtica escritora de nacimiento. Es por ello, a mi entender, que su vida cotidiana está irremisiblemente ligada, -para bien o para mal-, al acto creativo y eso se hace patente en todos y cada uno de los blogs con los que se muestra al mundo internauta, a un mundo que no acaba de gustarle del todo por lo que de mediocre y de engaño hay en él:
La niña de las naranjas
La soledad del café
La solitaria suicida
Blogs donde Adriana desarrolla su vida de realidad/ficción al alcance del que quiera leer-escuchar-aprender las propuestas cotidianas de una mujer de 20 años con mucha esencia que ofertar.
Yo, que suelo ser un tipo orientado a todo lo que huela a underground con cierto toque abyecto, me he emocionado con la búsqueda interior de Nístrim en pos de la propia identidad para darle un sentido a su vida, donde el amor es negado una y otra vez a cambio quizá del don de escribir, un don donde puede proyectar un elevado grado de sufrimiento emocional. Adriana pisa fuerte. Demasiado fuerte para su edad. Adriana es una escritora con los ovarios suficientemente bien puestos como para hacer de la escritura un acto cotidiano e íntimo al mismo tiempo. Y al que no le guste lo que escriba, -la sinceridad extrema suele hacer daño-, que mire hacia otro lado o se haga directamente un harakiri.
Yo soy de los que van a seguir mirando directamente a los ojos de Adriana/Nístrim para acabar susurrándole:
“Hazlo, hazlo, por lo que más quieras, escribe,
Escribe, sigue escribiendo,
No dejes de escribir jamás”.
José Manuel Vara
Badalona, 15 de diciembre del 2008