Prólogo de Gsús Bonilla.
El insomnio es una
lucidez vertiginosa que convertiría el paraíso en un lugar de tortura.
E. M. Cioran
INSOMNE CRÓNICA DE LUNES
Un domingo imprevisible, amaneces de esta
guisa: ojeroso y con resaca, como excomulgado de la vida común y de la gente de
siempre. Temprano, que es como se iluminan los subterráneos. Al margen de la
infinita resurrección en las buenas costumbres.
Te
odias un poco, porque ya tienes una edad y quieres enmendar tus desatinos,
cumpliendo como un guerrero, con tu oficio de progenitor.
Al
parque, llévame al parque Papá -dice mi pequeña de dos años-.
Un
cubito. Una pala. La rasqueta y un par ...de litros de agua. Souvenires de
contienda, supongo. Armados de felicidad, contra el hábito y la mala praxis.
Nos.
Mi
ella, y yo, dirección al terrario y al encuentro con otros holgazanes que
también velan de sus pequeñas sílfides. Da comienzo, entonces, tu minúscula
batalla festiva y matinal de flanes de arena, mocos pequeños, risas anchas y el
brillo en los ojos que se desprende de los llantos insignificantes. Hasta que
suena el móvil y se ha de poner fin a la contienda. Al otro lado del teléfono
hay una voz urgente, que pide mi auxilio.
Ésa
era, un poco, mi atmósfera literaria de las primeras horas, aquella mañana.
Uno, que es desmemoriado, aunque crea que tiene una memoria paquiderma, se
suele acompañar de una pequeña libreta y un mínimo lápiz. Una manera, de
tantas, para atender al olvido. O, al miedo a perder detalle en las ocasiones
mayúsculas.
Acontece, como decía, un domingo de
primeros de Enero.
Tratamos
de concretar lo que en unos días será un libro explosivo, y que reúne la poesía
de cuatro autores de traca contemporánea. Uno de ellos es El Ángel, músico y
poeta, incendiario de los últimos ochenta y primeros noventa. Ese día tengo el
encargo y acudir (al de la llamada, mi editor, le es imposible) a una cita
ineludible. Con la soberbia Ana Curra es el encuentro, como bienhechora de la
obra de este autor, pues él, desde hace casi dos décadas, lamentablemente no se
halla entre nosotros.
En
una de las tantas calles céntricas de este Madrid mierdoso hay un museo a la
caña de cerveza con su tapa. Es el día y la hora, seguro que más idóneo para
venerar esta práctica, también para celebrar la entrevista acordada.
Entre
caña y caña vamos glorificando los textos del poeta, limando tecnicismos,
acordando el material a publicar. Entre caña y caña intercambiamos leídos
añosos y lecturas recientes, y, entre tantos autores, de sus recientes, hay un
nombre que destaca y sobresale en la boca de Ana: Garazi, dice. Insiste. Aúlla.
Ni
puta idea. Se me escapa.
Garazi. Gara. Ni Gara (como nick virtual en
la red de redes).
Tienes
que leerla Gsús, se obstina Ana.
Supongo,
que he de hacerlo.
No
porque intuya cualquier atisbo de imposición, sino porque me influye más el
hecho de que llamean sus pupilas al sugerirme tal lectura -hace mucho tiempo
que supe que la sinceridad es algo muy preciado; tampoco he creído nunca que se
ande por ahí, descuidándola, cuando no, derrochándola, como si fuese una moneda
mal ganada-. Y Ana no habla, y mucho menos aconseja, de balde.
Es
en esa misma tarde cuando me hago cargo del consejo de Ana y me incrusto en
unas cuantas notas, algunos poemas, y, otros textos, que Ni Gara tiene subidos
en su facebook.
Puedo
decir, que aquél, fue un día de suntuosas emociones y recuerdo que me costó
sobremanera conciliar el sueño, y, es muy posible, que aquella noche no
durmiese o como mucho acabase, entre vigilia y vigilia, adormilado en el sofá.
Es ahora, que retomo sus textos y leo esta recopilación de la corta, que no
menor, obra de Garazi, cuando entiendo lo que definitivamente, aquella
madrugada, me quitaba el sueño.
Acometí sus poemas con cautela y distancia.
Me apasionaron los discursos y me atrapó el lenguaje.
Me
turbó la idea de estar ante una poeta en ciernes. Por descubrir.
Y
me topo frente a una autora que se encuentran en una primera infancia
literaria, absorbiendo sobremanera el mundo que le rodea, en la que se digiere,
poco a poco, sus conservadurismos inútiles de doctrinas y valores
tradicionales; expulsándolos paulatinamente también, palabra por palabra, verso
tras verso, poema a poema; ofreciéndonos, con el coraje y la transcendencia de
los alevines incautos, el humus de los nuevos excrementos para la parálisis de
las flores antiguas.
Es
éste, justo el mejor momento, para sembrar, como cuando la tierra está húmeda y
blanda; después han de transcurrir unos cuantos años. Antes de que a la mala
hierba se le ocurra endurecer el terreno.
Es
bastante caprichoso por mi parte, pero no me resisto en establecer cierta
semejanza en el exasperante ejercicio de escritura de Garazi y la no menos
enrabietada práctica de Félix Francisco Casanova (el invernadero, 1974; cuello de botella, 1976; El don de Vorace,
2010.); librar quiero, entre ambos, cualquier momento “sálvame” de tendencias suicidas y otras oscuridades que no le van
al cuento, de manera que se me antoja y me ajusto a la afinidad que mismamente
encuentro en la insultante juventud por la que ambos empiezan a interesarse por
el ejercicio de escribir, la fascinación por la otra música y la escritura como hábito y exceso. La creación de
universos delirantes en otro lugar bien distinto a los que en éste conocemos; angustiosas realidades
aparte, alucinantes como los sueños tuertos: Garazi en el estado de las pesadillas, posiblemente escribirá un
venidero y postmoderno Lewis Carroll.
Del mismo modo, que de aquella dificultad
para conciliar el sueño me implicó el
adentrarme en el universo de Garazi, surgió también la idea de que la obra de
ella encajaría de tal manera, como se ajusta un elástico guante sobre la mano,
en el proyecto neurótiko de José
Manuel Vara, pues Vara es un veterano clandestino en las cloacas de la
literatura oficial de este país. Un outsider,
con casi dos décadas de fotocopia, grapa y papel doblado, a sus espaldas; de
iniciativas que tienen la identidad propia del que alcanza, por derecho, no
dejar indiferente a nadie; adquiriendo sus propuestas otras profundidades, más
allá de la mente común y que se hincan en el alma de cualquier mortal,
acorralando al lector de subsuelos y catacumbas en el oxigeno de los
precipicios.
Está
casi que amaneciendo y he de ponerme manos a la/s obra/s de arte, así que
contacto con él, y con la misma sinceridad que a mí me llegó, unas horas antes,
al mediodía, a través de Ana, le recomiendo que lea los escritos de Ni Gara.
Y
así se ve que lo hizo.
Obvio.
Han pasado unos pocos meses desde entonces, y aquí estamos,
tan alegres y jóvenes, con la edición
digital de “Pequeña poesía postraumática
[ASCO] (Neurótika Books, 2013)”, la oficialidad en la poesía de Ni Gara,
para el regocijo de los bichos de siempre, con la paranoia justa de los
insomnes.
Gsús
Bonilla. Feb, 2013
NOCHEBUENA
Finalmente
se han encendido los arbolitos ¡Cuánto regocijo!
Las
familias devoran animalillos muertos.
Así
llenan el vacío de sus almas,
atiborrándolas
de vicio.
Celebrad,
bebed y mentid a vuestros hijos.
Llegará
el día en que los lechones os devoren a vosotros.
Y os
daréis cuenta, finalmente os daréis cuenta,
que
la eternidad después de la parca
es
el mismísimo hogar de los gusanos.
Celebrad,
comed y mentid a vuestros hijos.
Comprad
cosas muy bonitas y relucientes en el lar del capitalismo.
A
esto sí que podría llamársele Belcebú,Luzbel,
Satanás,
Samael.
Damian,
Padre del enredo.
Belial,
La serpiente, Jaldabaoth, el Dios negro,
el
de este siglo, el Gran Dragón.
¡Pero
qué hago hablando con los sordos! ¡Celebrad, bienaventurados!
Celebrad,
bebed y mentid a vuestros hijos.
EL PRIMER DÍA
Al
trigésimo primer día me encontraba aún en mi éxodo. Durante todo el viaje
estuve junto a las siete ovejas. Aquel día, cerca de la medianoche, Luzbel, la
séptima de ellas, caminó sobre sus dos patas y se sentó a mi lado.
Ya
está cayendo la sombra vieja,
déjame
que me aparte un poco de éstas.
Venera
el pasto, pues ahora sabrás,
y
como sabrás, serás sabio.
Cada
mes del año es un pecado, advierte en este la gula.
¡Mira
como se apresuran a devorar el ternasco!
Recuerda
que llegará el día en que ellos os mastiquen a vosotros.
Y
entonces mi boca estará muy abierta y muy hambrienta.
Mira
como el pueblo festeja el último crepúsculo
y
como los ríos de vino fluyen en sus casas.
Veo
corderos degollados danzar en sus estómagos,
errando
unidos en la copa de la ilusión rancia.
Al
día siguiente nosotros ya habremos hablado desde el bosque,
y
ellos vomitarán sobre sus propias sobras.
Se
sentirán enfermos y llenos de pecado,
y
esto será a lo que llamáis El Primer Día.
En la vida del editor underground, a veces, se obran pequeños milagros.
Tal es el caso de este proyecto de libro digital.
Descubrir diamantes en bruto creativos debería ser obligación cotidiana...
Ni Gara llegó hasta mí de la mano de Gsús Bonilla y de Ana Curra, y su verbo, su pequeño verbo poético postraumático se ancló con fiereza en mis entumecidas conexiones neuronales provocando pequeñas explosiones nucleares a escala reducida.... los infernonautas entendemos de qué va esto, y sus siete nombres del diablo tienen en parte la culpa...
En la vida del editor underground se obran pequeños milagros,
y este en concreto tiene nombre de mujer... Ni Gara...y tiene toda la vida por delante para seguir sorprendiéndonos con lo profundo de su misterio, con la poética de su trauma y con lo delicado de su fuerza interior... gracias por manifestarte en mi existencia!
Ni Gara Art, by Vara
Próximamente en Neurótika Books.