Saturday, February 16, 2013

Pequeña Poesía Postraumática, de Ni Gara.

 
 
Prólogo de Gsús Bonilla.
 
 
El insomnio es una lucidez vertiginosa que convertiría el paraíso en un lugar de tortura.
E. M. Cioran
 
INSOMNE CRÓNICA DE LUNES
 
Un domingo imprevisible, amaneces de esta guisa: ojeroso y con resaca, como excomulgado de la vida común y de la gente de siempre. Temprano, que es como se iluminan los subterráneos. Al margen de la infinita resurrección en las buenas costumbres.
         Te odias un poco, porque ya tienes una edad y quieres enmendar tus desatinos, cumpliendo como un guerrero, con tu oficio de progenitor.
         Al parque, llévame al parque Papá -dice mi pequeña de dos años-.
         Un cubito. Una pala. La rasqueta y un par ...de litros de agua. Souvenires de contienda, supongo. Armados de felicidad, contra el hábito y la mala praxis.
         Nos.
         Mi ella, y yo, dirección al terrario y al encuentro con otros holgazanes que también velan de sus pequeñas sílfides. Da comienzo, entonces, tu minúscula batalla festiva y matinal de flanes de arena, mocos pequeños, risas anchas y el brillo en los ojos que se desprende de los llantos insignificantes. Hasta que suena el móvil y se ha de poner fin a la contienda. Al otro lado del teléfono hay una voz urgente, que pide mi auxilio.
         Ésa era, un poco, mi atmósfera literaria de las primeras horas, aquella mañana. Uno, que es desmemoriado, aunque crea que tiene una memoria paquiderma, se suele acompañar de una pequeña libreta y un mínimo lápiz. Una manera, de tantas, para atender al olvido. O, al miedo a perder detalle en las ocasiones mayúsculas.
 
Acontece, como decía, un domingo de primeros de Enero.
         Tratamos de concretar lo que en unos días será un libro explosivo, y que reúne la poesía de cuatro autores de traca contemporánea. Uno de ellos es El Ángel, músico y poeta, incendiario de los últimos ochenta y primeros noventa. Ese día tengo el encargo y acudir (al de la llamada, mi editor, le es imposible) a una cita ineludible. Con la soberbia Ana Curra es el encuentro, como bienhechora de la obra de este autor, pues él, desde hace casi dos décadas, lamentablemente no se halla entre nosotros.
         En una de las tantas calles céntricas de este Madrid mierdoso hay un museo a la caña de cerveza con su tapa. Es el día y la hora, seguro que más idóneo para venerar esta práctica, también para celebrar la entrevista acordada.
         Entre caña y caña vamos glorificando los textos del poeta, limando tecnicismos, acordando el material a publicar. Entre caña y caña intercambiamos leídos añosos y lecturas recientes, y, entre tantos autores, de sus recientes, hay un nombre que destaca y sobresale en la boca de Ana: Garazi, dice. Insiste. Aúlla.
         Ni puta idea. Se me escapa.
 
Garazi. Gara. Ni Gara (como nick virtual en la red de redes).
         Tienes que leerla Gsús, se obstina Ana.
         Supongo, que he de hacerlo.
         No porque intuya cualquier atisbo de imposición, sino porque me influye más el hecho de que llamean sus pupilas al sugerirme tal lectura -hace mucho tiempo que supe que la sinceridad es algo muy preciado; tampoco he creído nunca que se ande por ahí, descuidándola, cuando no, derrochándola, como si fuese una moneda mal ganada-. Y Ana no habla, y mucho menos aconseja, de balde.
         Es en esa misma tarde cuando me hago cargo del consejo de Ana y me incrusto en unas cuantas notas, algunos poemas, y, otros textos, que Ni Gara tiene subidos en su facebook.
         Puedo decir, que aquél, fue un día de suntuosas emociones y recuerdo que me costó sobremanera conciliar el sueño, y, es muy posible, que aquella noche no durmiese o como mucho acabase, entre vigilia y vigilia, adormilado en el sofá. Es ahora, que retomo sus textos y leo esta recopilación de la corta, que no menor, obra de Garazi, cuando entiendo lo que definitivamente, aquella madrugada, me quitaba el sueño.
 
Acometí sus poemas con cautela y distancia. Me apasionaron los discursos y me atrapó el lenguaje.
         Me turbó la idea de estar ante una poeta en ciernes. Por descubrir.
         Y me topo frente a una autora que se encuentran en una primera infancia literaria, absorbiendo sobremanera el mundo que le rodea, en la que se digiere, poco a poco, sus conservadurismos inútiles de doctrinas y valores tradicionales; expulsándolos paulatinamente también, palabra por palabra, verso tras verso, poema a poema; ofreciéndonos, con el coraje y la transcendencia de los alevines incautos, el humus de los nuevos excrementos para la parálisis de las flores antiguas.
         Es éste, justo el mejor momento, para sembrar, como cuando la tierra está húmeda y blanda; después han de transcurrir unos cuantos años. Antes de que a la mala hierba se le ocurra endurecer el terreno.
         Es bastante caprichoso por mi parte, pero no me resisto en establecer cierta semejanza en el exasperante ejercicio de escritura de Garazi y la no menos enrabietada práctica de Félix Francisco Casanova (el invernadero, 1974; cuello de botella, 1976; El don de Vorace, 2010.); librar quiero, entre ambos, cualquier momento “sálvame” de tendencias suicidas y otras oscuridades que no le van al cuento, de manera que se me antoja y me ajusto a la afinidad que mismamente encuentro en la insultante juventud por la que ambos empiezan a interesarse por el ejercicio de escribir, la fascinación por la otra música y la escritura como hábito y exceso. La creación de universos delirantes en otro lugar bien distinto a los que en éste conocemos; angustiosas realidades aparte, alucinantes como los sueños tuertos: Garazi en el estado de las pesadillas, posiblemente escribirá un venidero y postmoderno Lewis Carroll.
 
Del mismo modo, que de aquella dificultad para conciliar el sueño me implicó  el adentrarme en el universo de Garazi, surgió también la idea de que la obra de ella encajaría de tal manera, como se ajusta un elástico guante sobre la mano, en el proyecto neurótiko de José Manuel Vara, pues Vara es un veterano clandestino en las cloacas de la literatura oficial de este país. Un outsider, con casi dos décadas de fotocopia, grapa y papel doblado, a sus espaldas; de iniciativas que tienen la identidad propia del que alcanza, por derecho, no dejar indiferente a nadie; adquiriendo sus propuestas otras profundidades, más allá de la mente común y que se hincan en el alma de cualquier mortal, acorralando al lector de subsuelos y catacumbas en el oxigeno de los precipicios.
         Está casi que amaneciendo y he de ponerme manos a la/s obra/s de arte, así que contacto con él, y con la misma sinceridad que a mí me llegó, unas horas antes, al mediodía, a través de Ana, le recomiendo que lea los escritos de Ni Gara.
         Y así se ve que lo hizo.
         Obvio. Han pasado unos pocos meses desde entonces, y aquí estamos,
tan alegres y jóvenes, con la edición digital de “Pequeña poesía postraumática  [ASCO] (Neurótika Books, 2013)”, la oficialidad en la poesía de Ni Gara, para el regocijo de los bichos de siempre, con la paranoia justa de los insomnes.
 
Gsús Bonilla. Feb, 2013
 
 
NOCHEBUENA
 
 
Finalmente se han encendido los arbolitos ¡Cuánto regocijo!
Las familias devoran animalillos muertos.
Así llenan el vacío de sus almas,
atiborrándolas de vicio.
Celebrad, bebed y mentid a vuestros hijos.
Llegará el día en que los lechones os devoren a vosotros.
Y os daréis cuenta, finalmente os daréis cuenta,
que la eternidad después de la parca
es el mismísimo hogar de los gusanos.
Celebrad, comed y mentid a vuestros hijos.
Comprad cosas muy bonitas y relucientes en el lar del capitalismo.
A esto sí que podría llamársele Belcebú,Luzbel,
Satanás, Samael.
Damian, Padre del enredo.
Belial, La serpiente, Jaldabaoth, el Dios negro,
el de este siglo, el Gran Dragón.
¡Pero qué hago hablando con los sordos! ¡Celebrad, bienaventurados!
Celebrad, bebed y mentid a vuestros hijos.
 
EL PRIMER DÍA
 
Al trigésimo primer día me encontraba aún en mi éxodo. Durante todo el viaje estuve junto a las siete ovejas. Aquel día, cerca de la medianoche, Luzbel, la séptima de ellas, caminó sobre sus dos patas y se sentó a mi lado.
Ya está cayendo la sombra vieja,
déjame que me aparte un poco de éstas.
Venera el pasto, pues ahora sabrás,
y como sabrás, serás sabio.
Cada mes del año es un pecado, advierte en este la gula.
¡Mira como se apresuran a devorar el ternasco!
Recuerda que llegará el día en que ellos os mastiquen a vosotros.
Y entonces mi boca estará muy abierta y muy hambrienta.
Mira como el pueblo festeja el último crepúsculo
y como los ríos de vino fluyen en sus casas.
Veo corderos degollados danzar en sus estómagos,
errando unidos en la copa de la ilusión rancia.
Al día siguiente nosotros ya habremos hablado desde el bosque,
y ellos vomitarán sobre sus propias sobras.
Se sentirán enfermos y llenos de pecado,
y esto será a lo que llamáis El Primer Día.


En la vida del editor underground, a veces, se obran pequeños milagros.
Tal es el caso de este proyecto de libro digital.
Descubrir diamantes en bruto creativos debería ser obligación cotidiana...
Ni Gara llegó hasta mí de la mano de Gsús Bonilla y de Ana Curra, y su verbo, su pequeño verbo poético postraumático se ancló con fiereza en mis entumecidas conexiones neuronales provocando pequeñas explosiones nucleares a escala reducida.... los infernonautas entendemos de qué va esto, y sus siete nombres del diablo tienen en parte la culpa...
En la vida del editor underground se obran pequeños milagros,
y este en concreto tiene nombre de mujer... Ni Gara...y tiene toda la vida por delante para seguir sorprendiéndonos con lo profundo de su misterio, con la poética de su trauma y con lo delicado de su fuerza interior... gracias por manifestarte en mi existencia!
 
 
Ni Gara Art, by Vara






Próximamente en Neurótika Books.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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