MANUSTURBE.
Prólogo.
“La única diferencia entre la vida y la muerte
son sus dimensiones”
No puedo leer los poemas de este libro que
nos ocupa sin escuchar la voz de su autora. Creo que es una ventaja. Conozco a
Enery, la poeta que se desnuda emocionalmente en el libro que tienes entre las
manos, desde hace muchos años por
colaboraciones en proyectos comunes y tanto su carisma teatral como su potencia
humana han creado un poso de química bastarda en el entramado neuronal de mi
cerebro. Leerla sabiendo como gesticula, como se expresa, como se derrama, como
siente, como arrebata afectos sobre un escenario, lleva a un acercamiento a su universo poético a un nivel
más allá de lo que ella misma deja evidenciar en su primera obra en formato
libro, que espero no sea la última, ya que una experiencia íntima compartida en
estos tiempos de miseria espiritual profunda es una especie de regalo de los dioses para períodos de
crisis.
Enery
es valiente en tiempos que no lo son, es sincera en tiempos de medias tintas y
engaños, es una superviviente, es una luchadora, además de soñadora y generosa
en afectos. Y con su propuesta quizá nos propone una salida razonable a una
vida, a un estilo de vida que, quizá, sea pobre en emociones y que regala
carencias afectivas de una manera vil y agresiva.
Manusturbe, su libro. Su propuesta. De
hecho, incluso ha creado una palabra nueva. Una palabra que es un punto
gravitatorio desde el que podemos generar cambios en nuestros propios
universos, ya que Manusturbe, su primer libro poético como tal, es un canto a
la pulsión de vida, un canto al sexo, a la masturbación, al descubrimiento de
uno mismo y de los propios goces negados por diferentes motivos, tal vez para
enterrar el recuerdo de un amante que ya no está, pero que aún tiene cabida en
un abismo de recuerdos…
“¿Cuándo olvidaste la textura de mi boca
rota de amor?”
“A la perra afilada que espera en su
rincón, dolorida, amamantada por el esperma que a mí ya no me consuela”
“Frágil, rota, frágil y rota”
“Alguna vez recordé tus caricias para
ser masturbada por tu recuerdo”
“Perdida entre las sábanas del consuelo”
“¿Cuándo olvidaste amarme, amor?”
“Muero cada noche en el hueco que cavo
para matar mi existencia”
“El tiempo, la madurez, la gotera
constante del parpadeo de mi soledad,
cansada por tu naufragio”
Es por
esto, tal vez, que Manusturbe constituye también, o se convierte de forma
involuntaria, natural y necesaria, en una especie de peculiar manual íntimo
para la elaboración de un duelo,
“Y el funeral de tu verga dormida”
“En tiempo de falta se olvida el
corazón, habla del vacío que habita el hueco de mi ternura, el almidón de mi
azúcar”
“Déjame que te explique lo que no has
vivido”
un
referente que señala que “la masturbación
es un síntoma de cariño” . Manusturbe es un poemario que parte del desgarro
que produce la ausencia y la pérdida de lo amado, donde se palpa dolor tras el
daño de la separación (no deseada y, tal vez, inesperada) y una rabia reparadora (pag.47) que emerge para
tomar decisiones propias y conseguir nuevos rumbos, que forjan una nueva
identidad, un nuevo sentir, un modo diferente de avanzar, un ir más allá de ese
“esperma que ya no la consuela”, como la propia autora escribe, que acaba definiéndose
a sí misma como “mujer deseada: perra en
celo que desprende el olor que mana del mar cuando se rozan las olas”. Y es
,en este preciso instante, cuando
todas las olas del universo de agua que nos rodea y nos envuelve, como líquido
amniótico emocional, parecen rozarse al unísono para satisfacer el equilibrio
mental que habita entre las piernas de Enery, la autora, que verbaliza que
desea que le des de comer entre las garras del pecado. Piel, deseo, semen y
nada más. Ahora, todo depende de ti, querido lector, que te has atrevido a
llegar hasta aquí, donde tus dedos se aprisionan contra la clave de sol de la
poeta. Disfruta.
José Manuel Vara
24/08/16
(Con mucho calor en el cuerpo)