Niño Cruel
Yo les cuento que aquí muere gente cada día.
Que la chaqueta es metálicamente realidad.
Que la ciudad es un inmenso corredor de la muerte,
Por el que avanzan sin saber dónde ir las huellas marchitas
De viejos que volvieron a la infancia y niños que envejecieron de pronto.
La guerra es un niño cruel que juega con los ojos de un cadáver.
Yo les cuento que la piel de los niños está teñida de sangre
Y la de los viejos de recuerdos, orina y babas.
Un niño de pelo tieso anda enredando como una rata avariciosa
Entre los muertos a los que les limpia los bolsillos.
Salta cadáveres como quien salta peldaños de alegría
Y ni el asco ni la caridad lo apartan de su afán cotidiano.
La guerra es un niño cruel que juguetea macabramente entre los muertos.
Yo les cuento que ya no recuerdo el agua clara,
Porque todas se volvieron cascadas de sangre y barro que se pegan a los pies
Para lamer las heridas de la carne infecta que intenta alimentarnos
Reuniendo un maná putrefacto de restos humanos.
Llevo pegada al cuerpo la mugre de las noches sin dormir bajo cielos bombardeados
Y tengo las piernas meadas de sentir el miedo recorrer mi espalda.
La guerra es un niño cruel que le arranca las alas a las mariposas.
Yo les cuento que me arrancaron los pechos con una piedra afilada,
Con su filo tuerto, mientras los perros devoraban una cuna.
Pasearon por mi cuerpo mutilado miles de puñales en mi abdomen virginal
Y se clavaron una y otra vez hasta que no quedó ni una gota en mis ojos.
En este campo en el que los barracones huelen a mierda y sangre coagulada,
Ya no soy corresponsal de guerra, sino una simple prisionera.
La guerra es una inmensa putada hecha por grandes niños crueles.
Lucía Fraga.
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