Perturbada desde mis versos-mis tripas.
Mery Caos
emoción íntima,
emoción perturbada,
emoción desde las tripas que configura palabras precisas, certeras...
palabras adictivas,
rutinas de vida que no lo son,
química bastarda del corazón,
geometría del alma quemando de piel,
caos, pequeño caos...
...desde hace días,
imprescindible en la textura interior
de mi alimento literario.
Caos, pequeño caos...
desde tus versos,
desde tus tripas.
J.M.Vara
Mery Caos
MEDEA
He estado matando a mis hijos toda la tarde.
Mudando lo que creé con mis propias manos,
trasladando sus cuerpos inertes de un sitio a otro,
sin saber exactamente dónde ponerlos.
Apartándolos de los ojos infames
que buscan respuestas a preguntas sin sentido,
dejando espacio disponible para seguir blasfemando.
Y me siento vacía.
Y me siento repleta.
Sigue todo aquí, dentro de los ovarios,
punzándome.
He cubierto a mis propios hijos con sábanas limpias.
Cerrando sus ojos inertes para que no vean,
para que no se duelan de la boca negra
del mundo ignorante que les escupe.
Los he guardado con llave donde sólo yo
y quizá tu memoria
puedan algún día volver a encontrarlos.
Y me he quedado vacía.
Y sin embargo, estoy llena.
Sigue todo ahí, al fondo de mis pulmones,
inspirándome.
He dejado a mis ojos pegarse al cristal durante horas,
para dolerme.
Quedar rendida antes de que llegue otra madrugada,
hueca,
es mi único propósito.
Eso y verter lejía que blanquee
todos los garabatos que me anudan la lengua.
Y empiezo a dudar del reflejo.
Y sin embargo, aún me reconozco tras los cristales.
Sigue todo igual, la cuerda tensa bajo mis pies descalzos,
tambaleándome.
Ilíaca
Podría hacer lo que siempre hago,
desabotonarme la piel
lunar a lunar
cicatriz a cicatriz
escarpia a escarpia
y dejarme al aire las tripas a pedazos
y la sangre en las manos
para volver a pintarte otro cuadro
para la colección que vas haciéndote de mí.
Podría abrir la boca y dejar la lengua libre
y lamerte con cada palabra ácida
cada verdad desnuda y dura
y desenvenenarme
y vaciarme
y dejar que se fuera este run-run
que me horada y me atraviesa
desde la boca del estómago hasta el sacro.
Podría hacer de cada duda una lágrima
de cada miedo un grito
de cada incertidumbre otra herida
y mostrarte esa mía quebradiza
ese hueso sin calcio
esa mía a pedazos
ese puzzle sin piezas
esa hermana sin hache.
Podría, pero me muerdo
y me hago un nudo con los miembros
y entumezco y atrofio
y enredo y callo
espero, sigo esperando
que abran los ojos por sí mismos
que miren con los ojos de mirar de cerca
pero afuera y no al ombligo.
Y si no lo hacen,
si no los abren y se empeñan
en querer partir y recortar y restar
mi sangre, mi rojo, mi madre, mi placenta,
siempre podría soltarme
del cuello la cadena dócil
que yo misma me até
y volver a morder a dentelladas.
Que falten y que no sobren
Afuera arde y yo, voy y me sumerjo en esas aguas. Soy débil y a veces, se me olvida el olvido.
Me he permitido tres momentos de debilidad, y por esta vez (...)
Uno, al dejar que se me viniera a la mente una curiosidad, y observar (...)
Dos, al descubrir de pronto como se me escapaba un quejido al reconocer aquella araña enorme. Y al sentir el tacto de consuelo, dejar que se me quebrara (...)
Tres, al intentar quedarme en blanco y dejar que brotaran al menos dos (...) que no han sido de dolor, sino de pena.
Las he secado con el dorso de la mano y he seguido pintando de blanco el cielo de esta resaca sin ibuprofeno.
Oh, no, han sido cuatro. También (...) en voz alta. Pero eso ocurre alguna que otra vez, y no por mi propia voluntad. Casualidades.
-No voy a cortarme el pelo hasta que no se me olvide- Repetía mirandome los ojos inyectados en sangre frente al espejo. Años después sigue mi pelo creciendo y yo he olvidado donde se guardaban las tijeras.
Recuerdo su breve cintura. No me olvido de su ombligo. Me viene a la mente una imagen fugaz de mi mano en su vientre, aliviándole el dolor, con calor. Fue la última vez que la toqué.
Qué curioso es el calendario. Qué cruel. Cómo juega. Puede que se me hayan olvidado muchas cosas de las que he aprendido a lo largo de los años, puede que mi mente haya borrado y vaya a borrar aún muchas fechas. Pero aún hay un mes lleno de garabatos de ecos pasados. Aún hay un día que no confundo, ni olvido.
Observo la araña gigante, justo desde abajo, y acaricio una de sus patas. No se me ha olvidado el tacto, y la sensación de que en cualquier momento podría salir andando, a meterse en su madriguera de metal, el libro abierto y destripado.
Ya hace tiempo que arranqué del tendedero todo lo que sabía a pasado. Ahora tengo un plano de una casa, y unas braguitas azules.
El blanco de mi ojo derecho hoy es rojo. Parece una red tejida por aquella enorme araña. Y tengo miedo de cumplir el próximo año. Empiezo a ver los estragos (...). Quiero abarcar, sé que no puedo. Oigo un reloj, pero no es aún el tiempo.
Voy aceptando muchas cosas con más entereza de la que pensaba que podría tener nunca. Pero hay algunas que se me quedan en el tintero. Tengo un paquete de tabaco cerrado dentro del bolso, los pulmones aún llenos de humo, y la certeza de que antes de irme a dormir, tendré que cumplir con el ritual de darte el último cigarrillo de cortesía. (...)
Quizá se haya perdido el sentido de lo que he ido escribiendo durante la última hora y media. Será porque he decidido borrar la mitad de las frases. Por una vez, más vale que falten, a que sobren las palabras.
Hoy venía venenosa, y nadie tiene la culpa.
Dulce era mi nombre
Hay una palabra que siempre se queda al borde de mi labio, y no se atreve a salir. Quizá esté tratando con el lado más íntimo del miedo, quizá, la razón, escondida tras la cortina roja del salón de baile, me susurra que es mejor quedarme en silencio.
El silencio siempre fue mi enemigo. Aunque a veces, tenga que tirar de su mano, y aferrarme. Callar. Eso me enseñó el tiempo, en aquella esfera cruel que no deja de girar, y taladrarme la cabeza con su tictac interminable.
Sobran palabras si se llenan de reproches, si reflejan sentimientos que quedaron enterrados con el paso de los días que crecieron en marañas, convirtiéndose en meses, y cuando quisimos darnos cuenta, en años. Años redondos como burbujas, como aquella risa dulce de almibar y mermelada. Si dejamos a los muertos descansar, y aún tenemos miedo de llevarle flores con el paso de los años que se van convirtiendo en treinta ya desde aquel pasado doce de julio, por qué no podemos dejar descansar aquella vida que fue nuestra, y ahora es de otros...
Prefiero los silencios, a los gritos ahogados de tus sueños, y al llanto agridulce de tu voz que me llama como me llamaba entonces, diciéndome las palabras que ya no quiero oír. Échame de menos, y sin embargo, no me busques. Que tus heridas ya son cicatrices que casi no se ven si no las miro. Sigue allí lejos, donde te encontré aquella noche de trenzas en el pelo, con el alcohol transparente que me sabía a veneno. Quédate en aquel principio, desde el que no debiste moverte hacia adelante de mi mano. Que ya aprendí que hay cosas que es mejor no estirar, porque se rompen, aunque suaves como lazos de seda, al final, se anudan, y arañan.
Quédate allí, no me tortures el alma, que ya aprendí que las cosas imposibles se llaman así por algo, aunque me encantara verte en aquella cocina, preparándome los platos que más que placer para mí eran vicios, intentando ganarte mi corazón, que ya te habías ganado en aquella cama.
Quédate allí, quieta, y no vuelvas. Porque por mucho que me busques, sólo encontrarás el silencio antártico que te ganaste cuando yo cosía tus heridas mientras tú sólo sabías mirarte el ombligo. Que ahora estás sola, y mirando atrás puede que ahora comprendas cómo te quise, como se quieren las cosas que parecen únicas, donde no había miedo, donde yo vertía imágenes y palabras que tú traducías a tu idioma tan distinto, tan racional y yo desordenaba tu cabello con mis dedos, y te enseñaba que hay palabras que es mejor no traducir, porque pueden entonces, perder su significado.
Animal de costumbres caóticas,
que giras al revés que el resto del mundo,
que no madrugas
y trasnochas aunque sea lunes,
que no fumas a deshoras,
que te estás descafeinando,
que pretendes seguir una dieta equilibrada,
que adoras la madrugada silenciosa,
que disfrutas de la soledad...
Hazme un favor,
y cambia tu vida cuatro días,
da media vuelta y gira al compás,
sigue el ritmo de los atascos,
levántate a las siete y media,
acuéstate a las once,
fuma antes de almorzar,
toma café para mantenerte alerta,
come lo primero que se te antoje en ese bar,
llénate del bullicio de la gente.
Deja aparcada tu vida,
no seas egoísta,
sé responsable,
deja tus sueños para el viernes, anda,
hazme ese favor,
deja que te atrape esta puta sociedad,
un poco más,
sólo un poquito,
no cuesta tanto, anda,
déjate domar.
Autorretrato de una mujer sin techo
Me dice, sí,
-a mí y no al mundo-
que puedo escribir lo que me salga del coño.
Yo,
que aún no he leído a Pizarnik,
paso horas traduciendo animales
sin domesticar, que gruñen y sonríen.
Dosifico los "Hilos" de Chantal
para que no se acaben
y anoto verso ajeno y peleo con el blanco.
Me acuesto cada noche con Bukowski,
y botella en mano, me escupe
cuentos para no dormir.
Acusada de sacarme tripas y lanzarlas sobre la pantalla.
Puta,
se abre de piernas al mundo y grita ya no duele,
culpable.
Corto a tiras mis lienzos
y marco las páginas
en las que quiero que te pierdas.
Me salto las lágrimas en ocho líneas,
miro a través del metacrilato,
y no veo.
Yo,
Yo,
que sólo pruebo
verso a verso,
que esto ya no es ni exorcismo ni terapia,
es sólo un juego.
Sastre
Aprendió a esconderse entre los pliegues
a medirse con metro de costurera para no sobrepasar límites
manteniéndose en velocidad constante para no desdibujar pespuntes
y provocar accidentes de aguja partida, sangre y semen.
Trazó líneas, diseñando mujeres
señaló a jaboncillo patrones de talla inexacta
cortando a tijera todo lo que pensó que sobraba.
Hilvanando siempre del color equivocado
prohibiéndose palabras con las que vestías otros cuerpos
prendiendo alfileres en anverso y envés de esa piel-tejido.
Él-urdimbre
ella-trama
Para luego coser impaciente y equivocarse
intentando embutirse en un vestido que siempre acaba quedándosele pequeño.
Hasta que asumió que no puede
que no le sirven patrones
porque quiera o no
Soy más
mi piel se extiende sin botones
no hay costura que limite, ni dobladillo,
tan amplia y evidente como un lienzo sin cortar.
A Paola, a Beatriz. Por TODO.
Publicado por CAOS a las 03:25 9 compartiendo el caos
ordenado en: cambiar el chip, Mis Versos-mis tripas, proyectos
JUEVES 4 DE AGOSTO DE 2011
Encuentro placer en esta copa colmada,
vaciándola despacio.
Esa sensación de quedarme a solas en mi propia cabeza,
conversándome
manteniéndome en un diálogo conmigo misma
en el que siempre
acabo ganando.
Está bien ganar algunas veces
aunque sientas perros que te muerden sobre las rodillas
y un aguacero impertinente te moje la espalda semidesnuda
de vuelta a casa.
He empuñado los libros
con lengua y yema de dedos.
Devoro,
trago este vino que a ti te cuesta tanto
si no lo bebes de mi boca.
En un gesto de esos que no se me había olvidado
todavía,
me pides
y doy.
Me pongo en pie
y me miras desde abajo
tan de cerca que me hueles.
Se desliza la seda,
y con ella el miedo,
anudada a la certeza se queda la piel
toda
esa
la que nos faltaba.
Ya va siendo el tiempo de limarme las uñas,
aceptar el reloj como animal de compañía
observarme la piel
perdiendo el tono,
a ritmo acompasado en rutinas.
La paciencia puede ser una virtud
siempre que no nos empeñemos en transformarla en defecto.
No tengo correas para atarme los pies
ni material quirúrgico para extirparme semillas
tengo, sin embargo, agua limpia
jabones perfumados
y encajes sin estrenar.
Tengo el alma
doblada en el bolsillo,
la boca insatisfecha,
y el órgano hueco que da latido a mi existencia
balanceándose impasible colgado de mis dedos.
Me ensucio los poros,
a ver si así, sí,
pero no,
otra vez,
no
con mayúsculas.
Violación del equilibrio
Hay un nudo, un nexo
que no me desprende del verso.
Una mano que no suelta
y mantiene este funambulismo.
Tira, tensa, refuerza.
A veces, quisiera tirarme al vacío
suicidar mi lengua y hacerla pedazos.
Pero vuelve, él. Y tira.
O cortarme las yemas con el canto del folio
hasta borrarme las huellas.
Pero llega, él. Y las besa.
Y las llena de tiritas.
Y de pronto me percato,
soy la mujer traslúcida
que nace y muere como el ave Fénix,
tantas veces
desde su boca a mi oído,
y sólo yo puedo oír cómo me llama.
Nadie, jamás,
le ha oído pronunciarme
ni ha visto el espectáculo de verme nacer
en su lengua:
Venus imperfecta nacida del mar de su saliva
desnuda aún de toda caricia,
aún,
y por tanto tiempo,
todavía.
Violamos el equilibrio
a manos vacías
con la boca repleta
de sed y sal.
Y tendremos que follarnos a la vida,
follarnos al amor,
dejarlos a los dos en carne viva
desollarlos hasta sangrar,
sólo así
saciaremos el hambre que nos corroe
las entrañas por esta ausencia
las entrañas por esta ausencia...
todos los textos y fotos de aquí:
manipulación foto Medea by Vara
3 comments:
muy muy buena!! enhorabuena por tu trabajo
gracias, Valle...
(y si que es buena esta chica, sí)
abrazo!
Jo!
es curioso seguir reconociéndose en las letras después de que pase tanto tiempo...
Una mezcla de Caos muy bestia la que has elegido.
GRACIAS.
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