Saturday, April 21, 2012

Underground Girls: Frida CTMO.

Por Mariana Torres



María del Carmen Sánchez Hernández tiene la voz dulce y un trato amoroso. Es artista. Está por publicar su primer poemario: “un intento de poesía”, lo llama ella. En su cuerpo habita de vez en cuando Frida Con Todo Mi Odio. Frida hace performance, ha cortado su cuerpo, se ha colgado con ganchos como una res... Ambas pintan, esculpen, modelan y aman la fotografía.

Frida y María del Carmen conforman una dualidad. Frida se ha construido de la infancia de María del Carmen, llamada así por haber encomendado su vida a la Virgen, pero Frida fue el nombre que su madre tenía en mente.

“A Frida el dolor físico se la pela. Cuando a ella le pasa algo, es un personaje. Si le meten un cirio por el ano, no siente nada. Frida es todo lo que arrastro desde la niñez. Yo no soy fuerte, la vida ha hecho que tenga que serlo. Yo no he elegido eso. Qué chingados va a importar que me perforen, me escarifiquen y me despellejen si mi mamá me dijo: ‘Tú eres fea; nunca nadie te va a querer’. Me duele pensar en mi madre diciendo ‘siempre quise abortarte’. Eso me duele y Frida se ha construído de eso”.

Durante su infancia, María no sabía que era mujer. Era solitaria y no tenía amigos. “No sabía que era niña hasta que me bajó y tampoco sabía que iba a suceder. Siempre he sentido que soy como un niñito: me gustó usar pantalón, tenis; le quitaba a mi primo sus motos a control remoto. Me cagaba que me trajeran Barbies, las tatuaba, las perforaba y las hacía punks. Yo decía que cuando fuera un niño grande estaría muy tatuado y muy perforado”, relata.

Aún ahora, María se siente más cercana al mundo masculino. Dice que puede platicar mejor con un hombre sobre el mundo, “me gusta más vestirme de traje y corbata, que usar vestido. Es a Frida a la que le encanta ser femme fatale”.

María del Carmen lleva las marcas en el cuerpo de lo que quiere recordar todo el tiempo. “Cada tatuaje es especial: mi mejor amigo; la representación de mi tía que me adoptó; un cómic y un poema de José Quintero; la catrina; el nombre de mi hijo; un poema de Oliverio Girondo; una representación de lo que es la amistad: sin dos no hay uno; México, el compañerismo”.

Su primer tatuaje es el apellido de Frida: “Con Todo Mi Odio”. María del Carmen dice que así la hicieron sus papás: “con toda su calentura, toda su pasión y todo su odio. Había mucho deseo sexual entre ellos, pero cuando mi mamá dijo que estaba embarazada, mi papá dijo ‘yo estoy comprometido’ y se separaron.

Frida Con Todo Mi Odio siempre ha sido muy impertinente en mi vida, ésta es una manera de mantenerla bajo resguardo

María del Carmen



“Mi familia me enseñó que el apellido es algo que arrastras de cruel manera porque mi abuela es de Guanajuato y llevar el apellido y ser la hija del sheriff significaba ser muy perseguida, ver cómo matan a su padre en sus ojos y cómo esos hijos de perra violan a su madre y cómo la secuestran. El apellido para nosotros ha sido traer arrastrando odio; algo que no nos toca.

“Ser Frida Con Todo Mi Odio es no ser Hernández Sánchez. Yo no soy una niña bonita que viene de una buena familia. Nel. Mi familia ha padecido y también ha sido una mierda, son culeros, y me enseñaron a mentir y a odiar. Por eso soy Frida Con Todo Mi Odio”.

María tiene también dos escarificaciones con el nombre de su hermana y su sobrino: “ellos son ante todo y ante todos. Las escarificaciones son más dolorosas que los tatuajes y requieren estarse retocando, entonces lo que más me cuesta es lo que más quiero; lo que más valoro; lo que más aprecio”, cuenta.

El arte ha estado presente en su vida desde muy chica, la madre de María trabajaba para el Instituto Nacional de Bellas Artes y asistía con regularidad al teatro. María estudió ballet, pero le molestaba usar vestido rosa. “Lo demás simplemente sé que lo sé hacer. Cuando estudié teatro, dije: esto es una mierda. Cómo es posible que vengan a aprender algo que para mí es muy natural”.

En sus sueños están también los de una mujer de familia: “sueño con estar con el hombre amado en una casa modesta, echar a perder la comida porque no sé cocinar; ajustar una corbata en la mañana y decir ‘Qué Dios te bendiga. Te amo; te extrañé... Hijo, es tu primer día de escuela y no quiero que vayas. Me voy a poner a llorar, pero te hice un sandwich’. Me muero de ganas de ir a un festival del kinder”.


Para María, hay alguien que es referencia obligada en su vida: Samuel, su mejor amigo y con quien prepara su segundo libro. “De no ser por él, yo no estaría aquí ahora. No importa qué tan dolorosa sea tu vida, siempre hay alguien. Hay personas con las que uno siempre cuenta. Yo me acostaría con mi papá y le diría que soy su hija para que se volara los sesos mientras tiene un orgasmo, pero no besaría a mi mejor amigo porque el amor puro realmente existe. Creo que la amistad es lo más puro que puede haber en este universo y eso representa para mí Samuel”.

María del Carmen hace cada vez menos performance por la ruptura que tuvo con quien era su compañero en esa actividad y también de vida. “Ya no me vi haciéndolo más ni con nadie más”, dice. “Frida Con Todo Mi Odio siempre ha sido muy impertinente en mi vida, ésta es una manera de mantenerla bajo resguardo”.

María del Carmen proyecta su último performance en cinco años, cuando cumpla 30. “Y será el gran final, que Frida se vaya por donde vino. Tal vez necesito aprender a defenderme yo sola”.

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*Esta entrevista agradece a María del Carmen su apertura. Sobre todo, ante el silencio que ha decidido mantener con los periodistas por el mal manejo de una entrevista previa.



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