Endulzo mi media taza de café con tu indiferencia y dos cubos de azúcar morena, si, la onanista bañada de clichés.
.El poeta y la muerte, yuxtapuestos, lamiendo mi ego herido. Solo, frío, con ese par de ojos avergonzados
Hubo tanto que decir y tan pocas palabras para hacerlo. De mi parte, solo de mi parte, tú jamás ofrecerías tu tiempo a tan vulnerado cuerpo, a tan lastimoso llanto. Ahogado, mutilado, silencioso…
Tu, Narcisista de ilusiones, drenándose sus propios huecos, ahogado, mareado, vacío. Con tan bella forma, sin contenido. Hostil ante las robustas promesas que jamás te hice.
Y allí va la puta aventando lejos su velo de virtud enmohecido, en busca de un abrazo tibio, en busca de lucidez, arrepentida como los ojos de mi ego.
Y aquí estamos todos, reunidos en el comedor dentro de mi cabeza, en este atardecer en blanco y negro mientras la lluvia se resbala por la ventana de mis paredes imaginarias.
Gimo sofismas de mi falsa conciencia en este poema disonante. ¿Esto es un Poema?
Apática esperanza que aplasta en el interior, alimentando bacanales inexistentes entre seres inexistentes de los recuerdos que jamás existieron.
Sin lógica, sin que estés aquí, sin que yo lo esté,
Deseo que se desvanece con el sopor de mi aliento de menta.
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