Sunday, December 09, 2012

Ego Pervertum Sexum.


 “ Ego Pervertum Sexum "
 
 
fragmentos, lamentos
(Patty de Frutos)

 

Cosas recicladas de contenedores de basura decoran las paredes a modo de improvisados collages multicolores que buscan desesperadamente transmitir un rayo de esperanza a un mundo cubierto por la mugre de la realidad. Y la fantasía de una niña de cinco años ya no da para más. Luego, la oscuridad parece tragárselo todo.
Silencio.
De círculos que se devoraban a sí mismos
Y de demonios interiores
Que se retorcían sobre la tela áspera de tus cuadros;
Como un jirón de niebla
Por una ventana abierta en mi cerebro
A altas horas en una noche líquida.

 

El don de ver a través de la piel me acompaña desde la adolescencia.
En un sótano cuajado de humedades de ansia
La danza rota.

 

La luz se espesa como una cicatriz abierta en el sueño.
Imágenes repetitivas estallando en mi retina.
Fantasma de emociones dispersas en un universo neuronal 
atormentado por una enfermedad latente.

 

Desplazada la conciencia  llegas a inspeccionar con dedos de humo  la  coraza: pies, tobillos,  piernas, rodillas, cadera. Como en  tantas otras ocasiones  lo que buscas  son las puertas, así que  los muslos se contraen, el pecho se comprime y se tensiona el cuello; más  arriba en la cabeza,  los dientes permanecen cerrados; cubiertos los ojos,  la nariz y los  oídos desean clausurarse ;así que te introduces por los  poros, cuando estos intentan  transpirar te retuerces y algo se quiebra.
Nunca tengo sueños completos. Creo que es mejor así.

Para todos los que habitamos en mi cerebro.

 
 Intro; Erika
(texto denisse sánchez)
No se si esta es mi propia voz, o la de alguien mas que me habla desde afuera. Los pensamientos conspiran y se intercambian las máscaras. Me oculto de ese  algo que ya no se me parece. La pared. La ventana. El espejo. Ellos no me devuelven más la mirada. Me escondo en seiscientas mil imágenes adheridas a mis huesos. Los despertares. Polvo levantado. Una manta vieja. Los platos sucios debajo de algún mueble. Me refugio en el laberinto de mi oído izquierdo. He clausurado la puerta de la calle. Aun percibo el cuero viejo que parte de una de mis cavidades. Es molesto, me atormentan constantemente sus golpes secos en el aire .Intenta sin éxito dibujar palabras. Y yo me abstraigo  con un par cuencas nuevas, regalo de taxidermista. Y espero. Espero todo el tiempo. Espero en el rincón del cuarto oscuro. Espero  la noche. Espero en silencio absoluto a que arribe por fin un nuevo despertar. Espero aquí, en la cima de un desvencijado ropero.
Mecánica lúdica del dolor
José Manuel Vara
 
   El dolor era oscuro. De alguna manera llevaba mucho tiempo anclado allí, en la trastienda que daba paso al cerebro. Se había hecho imprescindible, inevitable, como un elemento químico más de mis conexiones neuronales. El dolor cambiaba de forma en función del algebra caótica de mis pensamientos; la pulsión de muerte a veces empujaba con rabia y convertía el dolor en animal enfurecido, bestia enclaustrada en un imaginario de violencia física y psíquica, una descarga de malsanidad en estado puro, un arrebato de furia donde Tanathos daba rienda suelta a sus instintos más abyectos. Desiertos vacíos de cualquier emoción, infiernos carnales diluidos en forma de droga líquida en mezquina aguja hipodérmica, que acabará inyectándose en algún punto perdido cerca del hipotálamo; luego, desaparecía el hombre para mutar en bestia: la bestia del desgarro uterino, la bestia del desgarro anal, la Bestia del Apocalipsis… la Bestia agazapada en los límites de la cordura, que era sodomizada mientras miles de ganchos de carnicero se clavaban violentamente en su piel. La cordura, ese amasijo infecto de neuronas, que se teñían del rojo corrupto de las primeras menstruaciones de chicas violadas por sus padres; así era la Bestia henchida de ácido: un animal violento sin conciencia, que cercenaba afectos y ternuras con la perfección del cirujano cortando tejido humano vivo con su bisturí de fiebres. Fiebre de violentar, fiebre de matar todo lo que apestara a emocional. Bestia sin piedad y sin compasión. Un infierno puro hecho a medida para cada víctima, decorado con tapices de crueldad. Sadomasoquismo express, rutinas de laceración, cortes con cuchillas y quemaduras de primer grado. Despellejamientos, cortes, amputaciones y desmembramientos. Violencia, violencia y violencia. Violencia bajo una lluvia torrencial de gotas de caos y un murmullo agónico como un aullido demente amamantado por fieras sanguinarias clonadas con genes de odio visceral. Luego, la droga desaparecía en los retretes inmundos del trauma, que se agazapaba en solitarias habitaciones de un pensamiento deteriorado y blasfemo, como el aliento frío de un aprendiz de Diablo. Al final, tú seguías allí, desnudo en mitad del cuarto, medio bestia, medio humano y el cuerpo tirado en el suelo sobre un charco de sangre hemoglobínicamente chillona como las voces que gritaban en tu cerebro, una y otra vez, desgarrando, agrietando, rompiendo, reptando, quemando, mientras te follas a un dios vestido con medias de red de millones de prostitutas. Y es entonces cuando la cara de la muerta se asemeja a la del payaso; ese que te persigue desde tus pesadillas infantiles. Una mujer payaso que te mira lascivamente mientras tu miembro sigue goteando sangre como grifo de ducha mal cerrado, mutando en oscuro el color del dolor, ese dolor que, de alguna manera, llevaba mucho tiempo anclado allí, como una mala bestia. La Bestia del dolor inmundo. 
CANÍBAL
Anna Genovés

 Diluido en alcohol profundo, su mente hace aguas. El contorno de sus pasos, caminan hacia la nada. Una mujer lo mira y le guiña un ojo, lo lleva a su alcoba y toma sus despojos. Él no se resiste: necesita calor. Mucho tiempo en soledad, mucho tiempo sin amor. Acabada la faena, se lava la boca –destrozada por mordiscos-; seguido, quita el semen –mortecino- que se pegó a su cuerpo de harapo.
Después, se sumerge en la bañera; abre el grifo y mete la cabeza, despeja su corrosiva lucidez y decide que es momento de perderse en el ayer. Tapona su nariz y ahoga su cabeza, deja de respirar sin apenas mover las piernas. Se ha quitado la vida, no desea ser ni perro ni  amo…
La dualidad, acompañó su vida, una vida de infamia en la que se hacía el refinado cuando quería hincar los dedos y descuartizar los cuerpos que caían en sus manos. Fue un psicokiller en potencia; avisó muchas veces, pero nadie creyó su jerga.
Siguió su camino, alma metida en riñonera de polipiel barato. La sacaba a pasear, de vez en cuando, y si veía que el monstruo se desataba, la guardaba en el saco. Hasta que un día no pudo más y cogió un cuchillo; lo clavó en el estómago de una mujer y disfrutó… Saboreando el miedo en sus ojos… El pavor de ese rostro macabro.
Después, relamió la sangre –con su lengua viperina- y pensó en probar su carne. Neanderthal, famélico, se agachó y le pegó un bocado. Descubriendo que esa carne, era lo mejor que había probado. Entonces, se hizo antropófago. Mutilaba a sus víctimas, las horneaba o las degustaba crudas y sin ascos.
 Mató una y mil veces, hasta que se cansó de hacerlo; entonces, se enganchó a la del cuello largo. Con ella pervivió durante años, hasta que beodo probó la marihuana. De la maría a la coca, de la coca a la heroína, de la heroína a politóxico, de politóxico a amo que devora a sus torturados, de amo a siervo devastado… Y vuelta a empezar, en un círculo vicioso sin principio ni resultado.
Hasta que dejó de vivir y de matar en esa bañera donde la sumisión lo llevó al suicidio de la carne… Porque su alma y su corazón, hacía tiempo que lo habían abandonado.
  
La vida de un caníbal en el asfalto
es una vida patética en la que vives agazapado
duermes, oculto, con la luz del día
y sales a cazar, de noche, cerca del camposanto
donde encuentras a las prostitutas agrestes
de las que alimentas tu cuerpo
de las que alimentas tu asco
 te odias a ti mismo
te odias y te veneras
eres un ser divino o, quizás, una blasfemia
y, de repente, quieres probar algo nuevo
y te enganchas al alcohol, a la droga
a la servidumbre o al amo
no tienes alma
no tienes corazón
no tienes nada…
porque te lo han amputado.

work in progress
Denisse Sánchez
Vara
Patty de Frutos
Anna Genovés

2 comments:

Anna Genovés said...

Buen comienzo,

Mientras pueda, siempre me tendrás para lo que me necesites.

Me gusta, tanto las imágenes como las experiencias descritas... Duras, trasgresoras: únicas.

Fe ten, amigo. Ann@

Jon Alonso said...

Amigo, JM. Brutal y descorazonador relato lleno de letras desgarradoras cercanas a las los submundos de Clive Barker, Lovecraft y salmos eléctricos de Ozzy. Un golpe en la boca del estómago, que genera adicción. Junto, a ese puñado de autoras repletas de un aroma entre Stoker y Bukowski. Un lujo, saludos