Monday, June 20, 2016

CENICIENTA DEXINTOXICADA, de Almü Colino.

Cenicienta desintoxicada.



  












Nuevo libro en Neurótika Books, nuevas ilusiones. Surge el primer intento de prólogo, casi a borbotones...



Cenicienta desintoxicada.
Prólogo intoxicado, por Manel Cronenberg.
   Este libro, palabra pretenciosa, ya que se trata de un símil digital del mismo, conforma un universo particular. Un universo tan particular que nuestra protagonista, a la que llamaremos Cenicienta Desintoxicada, decide irse un día a vivir a California, y que si algún día decide ser madre será por inseminación. Pero madre, a fin de cuentas. Con todo lo que ser madre significa.
   Mientras, en este preciso instante, Nudozurdo dicen que ha sido divertido haberte conocido  en los cascos, sobre las letras en verso de Laila Rota, que cita en uno de sus posts este poema de Cenicienta Desintoxicada:
Llámame puta.
Llámame puta con el “hija de” delante.
Llámame puta.
Y dime que vaya a la cocina,
como sinónimo de esquina.

Llámame drogadicta,
empollona,
reina de la fiesta,
poeta,
y viciosa,
con el puta delante.

AHÍ SI.
Ahí grítamelo joder.
Enserio GRI-TA-ME-LO.
Llámame puta.
No me llames prostituta.

  que fue, en definitiva, lo que me derivó de forma irreversible a la textura poética de la chica de la diéresis, que siente (peculiar concepto que podría aproximarse al amor) que le quería como una puta quiere a su decimonoveno cliente. Cuestión de cábala intimista, que quizá tan solo ella comprende y quizá así deba ser.
    (y le quería…)
   En esos días, donde tú puedes ser ese decimonoveno cliente a las puertas de tu propio infierno de melancolía y hastío emocional, en los que ella decide enfadarse y pelearse con el mundo, porque hay días que le desgarran las uñas de las alas de la vida que intenta quitarle y porque el mundo le machaca la cabeza como si fuera ajo de mortero y no lo combina con aceite para suavizarle los golpes. Días. Esos días. Hay días que ella se enfada con el mundo y te pide, por favor, que la llames PUTA, mientras ellas se masturba encima del banco en el que habéis quedado y te deja el charco.
   Si, porque ella te pide que la llames así: PUTA. Y no será la primera ni la última vez que lo haga. Porque suya es la pasión y el descaro de las que tienen 24 más uno. Y porque, quizá, no es ninguna heroína de cuentos infantiles. De hecho, ella suele dar un giro al infierno y los deforma de tal modo que consigue que sea Blancanieves la que envenene a la bruja y que Alicia se chute cual yonki desesperada mientras el sombrerero le buscaba la vena. Sí, ella es esa que tiene un ADN que no es el suyo, debajo de las uñas con las que  primero se masturba y luego puede escribir esos versos capaces de envenenar tus sueños como puta en las esquinas del delirio. Ese delirio donde convergemos cada puta noche que activamos el facebook y donde descubrimos diamantes sin pulir cuyo verbo es tan puro como el abismo vital que habitamos cada día. Y que, en el fondo, nos obliga a continuar, a leer, a sentir, a emocionarnos con esas heroínas de cuentos inversos que llegaron para quedarse en nuestra memoria selectiva. En esa memoria, espacio creativo particular, donde aún somos libres y soñamos que hay universos paralelos más allá de nuestra pequeña parcela de mediocridad cotidiana. Donde somos, quizá, el 20 + uno.
























  • Manel Cronenberg

    He escrito el prólogo, pero no me acaba de convencer...
    sigo
  • Almü Colino
    31/05/2016 23:09
    Almü Colino

    a mi me gusta la verdad, quizá existe demasiado el término puta, (lo de ser madre es sólo si alguna vez desarrollo el instinto materno de verdad) y quizá el "le quería" no lo pondría, todo esto por supuesto poniéndome extremadamente quisquillosa, pero en general me encanta,de verdad.
  • Manel Cronenberg
    31/05/2016 23:10
    Manel Cronenberg

    lo tengo que trabajar más
    lo escribí hoy en el curro en un viaje en tren

    Y como resultado surge un nuevo prólogo:


     














Prólogo intoxicado
J.M.Vara

   Hay días en los que el desgaste generalizado es más evidente en la epidermis emocional interna. Días donde puedes notar el peso de cada minuto de todos los años de vida recorrida, esos años que, de forma intrínseca, te convierten en eso que se suele dar en llamar veteranía. Pero la experiencia, en ocasiones, es más lastre que aprendizaje. Es más cansancio que otra cosa. No llegas a eso de perder la ilusión ni dejar de emocionarte, pero notas como ese regusto a toxicidad, a canibalismo virtual, comienza a hacerse un hueco al lado de tu estómago para formar una especie de náusea invisible, que aguarda paciente su momento para salir impregnando tu boca de ese característico sabor a agrio.
   Y no, no es que ya lo haya visto todo y, evidentemente, no es que lo haya leído todo y las palabras me provoque hastío o indiferencia. No, no es eso. Pero, en ocasiones, el aroma a fraude, a estereotipo, a predecible… se hace demasiado patente. Sí, y cierto regusto a decepción en el alma que, quizá, sea debida a que las expectativas eran puro delirio o, al menos, una mala jugada de eso que se da en llamar enajenación mental transitoria, pero aplicada al ámbito de lo creativo.
   Sí, hay días de bajón espiritual y anímico, por llamar de alguna manera a esa sensación de que nada o casi nada puede provocar ondas expansivas en tu esfera emocional. Y te sumerges en el ciberespacio nuestro de cada día como alma errática, como zombi literario, como yonki  del verso duro como puñetazo capaz de reventarte por dentro con su demoledora sinceridad. Y es ahí, en ese justo momento, en el preciso instante, segundo, fragmento de vida, cuando lo ibas a dar todo por perdido, cuando se obra el milagro, ese diamante en bruto, ese diamante puro creativo disfrazado de cotidiano. Es en ese preciso instante cuando un post de la intensa Laila Rota te lleva a un nuevo paraíso de emociones que convergen en el blog de A-grietada. El blog, en definitiva, de Almü Colino, que se hace llamar “la chica de la diéresis”. ES entonces, sólo en ese preciso instante de fuga psicógena, cuando soy plenamente consciente de que esos versos escritos a borbotones de fiereza honesta configuran por sí mismos un libro digital al que, de forma instantánea, doy forma en mi cabeza. Luego, lo de siempre… las pruebas de portada, las charlas breves, fugaces, pero intensas con la autora. Y el título genérico que surge casi de forma natural: “Cenicienta desintoxicada”. Y hablamos, si. Hablamos de la rabia que siente, de la rabia que sentimos. Y de que escribir es como una especie de posesión, y de que es necesario para nuestra supervivencia. Entonces, hago mía esa rabia que dice sentir, a veces, hacia el mundo, y me la chuto en vena como vampiro adicto a la melancolía de fragmentos de vida que pertenecen a otros, pedazos de vida más frescos, más espontáneos, viscerales… y, tal vez, más auténticos.
   El blog de la chica de la diéresis tiene vida propia. Como un estallido fugaz de pura pulsión de vida. Y como ya parece señalar desde su título genérico parece respirar y nutrirse desde todas y cada una de las grietas que deja la fiereza pasional de sus versos en cada espacio en blanco que mancha con sus escupitajos de creatividad o con los charcos que deja tras masturbarse esperándote. Creatividad cotidiana, sexual, joven, sincera, adictiva, sin domesticar.
   En una entrevista que me hizo Raquel Delgado me preguntó: qué tipo de autores vamos a encontrar en Neurótika Books? Qué le pides a un autor para que despierte tu interés?. Yo le contesté: “Neurótika Books surge como una necesidad de encontrar un espacio donde confluyera mi estilo de escribir y la lectura y difusión de otros autores considerara que podrían forma parte de mi peculiar manera de ver el mundo. La palabra “Neurótika” ya en si es una definición intrínseca de lo que vamos a encontrar. La editorial, siempre underground y gratuito, tiene su precursora en papel a través del fanzine Atrocity  Exhibition, que creé en el año 1996, y que ya tenía sus especiales en forma de suplementos literarios dedicados a autores concretos. Luego, en el 2006 lo recuperé en forma virtual. La nueva etapa digital de Neurótika Books creó que comenzó debido a mi atracción por el lado oscuro de la mente y mi experiencia como trabajador en el mundo de la salud mental. Autores diagnosticados con algún trastorno, temáticas underground, diferentes, alejadas del concepto tradicional de lo “real” y, sobre todo, de la “normalidad” y la moral vacía que nos intentan imponer. Autores con su propia personalidad y su propio universo particular. Escritores que creen en si mismos y en que este mundo debe cambiar, aunque sólo sea a nivel de imaginario creativo. Y creo que el camino elegido es sumamente atractivo para seguir en él, en la misma línea. Soy consciente de que Neurótika Books es para minorías, pero quizá eso es lo que le confiere un atractivo añadido, aparte de ser un compendio subjetivo de traumas propios y ajenos. Un orgullo personal, vamos”. 
   En conclusión, aquí os dejo este nuevo libro para minorías. Un libro de Almü Colino que imaginé primero en mi cabeza al leer su blog.  Un libro donde se pone en evidencia que ella no es ninguna heroína de cuentos infantiles. De hecho, Almü suele dar un giro al infierno y los deforma de tal modo que consigue que sea Blancanieves la que envenene a la bruja y que Alicia se chute cual yonki desesperada mientras el sombrerero le busca la vena. Sí, ella es esa que tiene un ADN que no es el suyo, debajo de las uñas con las que  primero se masturba y luego puede escribir esos versos capaces de envenenar tus sueños como puta en las esquinas del delirio. Ese delirio donde convergemos cada noche que activamos el submundo de las redes sociales y donde descubrimos diamantes sin pulir cuyo verbo es tan puro como el abismo vital que habitamos cada día. Y que, en el fondo, nos obliga a continuar, a leer, a sentir, a emocionarnos con esas heroínas de cuentos inversos que llegaron para quedarse en nuestra memoria selectiva. En esa memoria, espacio creativo particular, donde aún somos libres y soñamos que hay universos paralelos más allá de nuestra pequeña parcela de mediocridad cotidiana. Donde, quizá, nos desintoxiquemos junto a Cenicienta embriagándonos de  versos de pura locura cotidiana. Así sea.

José Manuel Vara
5 de junio del 2016








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