Tuesday, February 15, 2011

Francesca W: Poetic Project. (Promo1)



















Francesca W: Poetic Project

Antología de José Manuel Vara
Foto: Voltios (Ángel Muñoz)
Modelo: Nares Montero



Adriana bañares


keep out sight



El tiempo pasa pequeño


y se acerca

lento

acelera su huida

[no vuelve]

Me quedo quieta esperando

es mi sombra la que sale corriendo

como yo quisiera

perseguirme

saber qué quiero / merezco / puedo esperar

y espero

perdiendo

e

l

t

i

e

m

p

o

desnudándome

descosiéndome

desconociéndome

oculto mi rostro

no me conozco más

no me conozco mejor

yo

no puedo verme desde tan lejos

no puedo verme bien

no puedo mostrarme –yo- a quien no sabe

no quiere



ver.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ANGEL MUÑOZ WOODMAN PROJECT














debes saber desde un principio

que las espirales de mi cuerpo

jamás han pertenecido a nadie



tampoco

serás una excepción



ahora



puedes huir por la ventana

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Denisse Sánchez Erosa
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cordura, no me abandones  ahora, hoy no me apetece  flotar entre nubes,  Ni  quiero ser juguete   constante del miedo a despertar  y respirar  colores. Hoy no bebí  el café de la mañana, me sabía  a concreto. Los  pájaros en el marco  de la ventana me taladraron  las orejas. Este disfraz de piel ya no me permite esconderme. Espero  fugarme por el drenaje .Partiré en busca de la  luz proyectada al  interior de  mis fosas nasales. No quiero sentir  esos enormes grillos que raspan con su patas la punta de mi lengua. Por favor, No te rías, No seas  infame. Te suplico que no me dejes mirando por la fisura en la madera de la puerta.  Pues  ya no quiero volver  ahí, a la humedad, al goteo, a la angustia que genera el  pensar que el cielo  es el lavabo. No pretendo que la dolorosa luz  me sorprenda aferrada  a mis viejas sabanas. Imploro  que no me dejes  aquí,    intentado encontrarte en el espejo roto. ¿Es que no ves que  ya no quiero dialogar con el lápiz labial? Por favor, no permitas que le haga   al amor al papel  tapiz, ni que el piso me bese la espalda. Temo salir en tu búsqueda,  y extraviarme entre  botellas vacías o, en el intento de fumarte, descubrir  que te has marchado junto con el  humo muerto. No  me  impongas  al  olvido como   único compañero. Bien sabes que el silencio  pesa mucho más cuando  uno mismo es  ausencia. Hoy, le  temo  a la  ira que  habita  en  esas pausas, entre  la respiración. Por favor, que ya  voy sintiendo  como  mis parpados  se  secan. Y es que hoy estoy hecha de meros artificios.  Hoy  soy  muro. Hoy Soy  umbral. Te suplico  cordura,  que esta noche No  dejes  con esa otra yo. Esa, la que espera el momento oportuno para inhalarme a través de la pared.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Patty de Frutos


 
Tengan todos en cuenta el poder del Caos



Estarán más cerca de la verdad





la primavera espera fuera conquistar el desamor otro sueño goteando color este escrito aprieta fuerte las amígdalas hasta romperlas lo suficiente para tragarlas un último suspiro de día dolor frío se te escapa un pulso y cae al vacío justo en el instante pestañeo qué hermoso milagro nos ha sucedido al suicidarnos ese niño sin disfraz lógica moral instinto pasión y dormir está muy mal visto en una vida de mentira el crujido de un tobillo al huir de tal masacre creemos en disciplina y la calle de brazos cruzados la inmensidad de esta cima helada estalagmitas en el alma la manta tiembla tapando el aire amargo pero amable bagh! sonido a asco consentido de saliva mezcla sudor mezcla lágrimas con semen de un ignorante siempre ha estado en las estrellas y en lugar de aprender a leerlas nos inventamos los zapatos y el asfalto y la carretera señales de tráfico frena acelera había un iceberg entre parís y nueva york que hundió al titanic la evolución desde el magma y la música es la única manipulación humana que se salva da igual quien seas lo importante es conocerte y comprar pan y ganar y crear descendencia y avalar al orgullo con modestia y lo importante es marcar un árbol con tus iniciales inmortalizarte sin razón el invierno en cada cuerpo espera fuera conquistar el desamor

Lucía Fraga
 
NACIMIENTO
















Se puede escuchar el mar dentro de una caracola

Y contemplar el océano dentro de una botella vacía.

Las hojas han ido cayendo sobre mi solitaria tumba

De la que ha nacido una mujer dentro de un huevo roto.

La ignorancia es una buena conductora en el espacio de los sueños.



Sueños con alma de mujer que se repliega dentro de su cascarón

Con el mar en el brazo y la paz oculta en la cabeza.

No distraigáis a la mujer nacida del huevo con vuestras lamentaciones,

Porque para dar camino a su pie, el mundo ha de mirarse como la primera vez.

Ojos de niño que descubren la desnudez como piel primera e inmaculada.



El pecho al descubierto ilumina el camino oscuro de los pies descalzos.

En la noche una húmeda cascada son sus brazos que se mueven en danza.

Pedazos de cáscara de huevo son sus primeros recuerdos trigueños de infancia.

La mujer que se formó en el huevo es una niña escapada de un nido

Donde los pájaros de ojos negros y cabeza de alfiler la picoteaban.



Dame tu segunda piel, oh mujer de la naturaleza,

Para esconderme de la turba que me vapulea bajo la tapa de mi tumba.

Vísteme con el color arena y que mis pechos respiren la luz del día.

Yo pondré una calabaza hueca bajo el brazo.

Una calabaza contra los buscadores de seda

Y déjame desnudarme en el interior de tu caja de pájaro.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
PAULA GRAU
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hay un espejismo que brota de la mañana donde se confunde tu rostro con el mío. Hay en tu mirar una tristeza profunda que mancha nuestros vestidos, tan bien heridos. Hay un sueño escamado en tu rictus que se dibuja en la arena para ser borrado. Hay palidez en tu piel y oscuridad en tus ojos. Hay, además, dos tulipanes muertos apuntando a nuestro sexo. Hay una luna llena y otra nueva aguardando el beso respectivamente en nuestros labios. Hay un horizonte curvo y abotonado que divide el océano de tu cuerpo del cielo de tu alma, aunque desaparecería al ser desabrochado. Hay parálisis en la sujeción y en el viento. Hay una cruel dulzura barnizada con salitre. Hay profusión en tu calma y confusión bajo las olas de tu falda. Hay un tubo de escape en el reflejo como una retransmisión constante en el espejo. Hay una brisa irisada en las olas, en las rocas y las alas. Hay lentitud en el brillo como hay latitud en el filo. Hay pan de mujer esparcido en las migas de la arena de esta playa. Hay quejidos y hay gemidos ahogados por la sed de nuestras gargantas.


Hay como siempre un mar de fondo esperando tragárselo todo.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ana Pérez Cañamares
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando joven fui sierva


de los primeros besos, los que se dan

como rito de entrada en una nueva religión.



Tantos dioses. Tanto fervor.

Tantas camas como altares.

Tantos cuerpos bellos como cristos.



Las manos pulsando espaldas

con la fe de una beata

que toca el órgano en la iglesia.



Cuando quise ser diosa

me echaron de la secta.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esther Lapeña
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AL OTRO LADO




La fragilidad de nuestro cuerpo

nos delata ante el objetivo.

Nuestra desnudez sin embargo

ya liberada de la nostalgia

de las alas

se hace fuerte frente al espejo.



Sus ojos no nos limitan

a la existencia en su mirada

sino más bien al contrario.

Toda frontera se vuelve

mágicamente indefinida

como en un sueño.



Puedo sentir la luz

fundiéndose en mi piel

expandiendo sus huellas.

Como a una sombra alargada

el paisaje me engulle

con voracidad geométrica.



Dejo toda realidad atrás

pero no huyo. Es sólo

que estoy lejos muy lejos

al otro lado del paisaje

al otro lado del cristal



quizás

al otro lado del mundo.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Déborah Vukusic
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A partir de una foto de Francesca Woodman,
a quien yo bautizo Sara... para pedirme ser F.


I


querida Sara,

recuerdas aquella tarde?

el sol se escondía entre los árboles frondosos

tañían las campanas cantos antiguos

el verano nos había vuelto invencibles


llevábamos vestidos de flores con botones

porque la moda dictaba que eran perfectos para el campo

y el calor nos exudaba las axilas con axiomas

difícilmente revocables


recuerdo que por momentos me sentía

humedecer

reverdecer

cuando silbabas aquella nana apalache

o se te escapaba una caricia leve

al servirte limonada helada en el porche

o mientras mascabas pajitas como si fueran tabaco

imitando a Jimmy, aquel muchacho del instituto

que me gustaba

o era John Wayne en el salón frente a Conchita?


te recuerdo con las trenzas

recitando en el granero

la colección de poemas de Jim Morrison

la mano sobre tus pies

descalzos

sucios de tierra

las rodillas enrojecidas y rascadas

que quisiera curar y besar

curar y besar

curar y besar


oh, Sara

te recuerdo sobre la cama de heno

el pelo cayéndote sobre la nuca

tus bragas caladas asomando sin pudor

la palmatoria acentuando claroscuros


y me mirabas con ojos de serpiente, Sara

-con ojos de no la mires o arderás en el infierno

que diría mi madre,

ella, que se masturba con crucifijos

y hace bolas chinas del rosario-


y me bailabas por el pasillo, oh Sara,

volviéndome espirales las paredes

-no la mires, ojos diablo, ojos final-


y me mirabas con ojos de pantera

y dejabas la libreta

sobre las rodillas

esa en la que anotabas poemas de Blake

y canciones de Johnny Cash

y dibujabas esbozos que nunca acababas

y el vestido se te subía, oh Sara,

y la vela derritiéndose sobre la palmatoria

sobre la cama de heno

acentuando claroscuros...













Anais Nit












Francesca Woodman me mira
Francesca Woodman me mira seria desde la distancia. Ha visto algo en mí desde donde está. Lejos. En la penumbra de sus fotos, ella espera y vigila mis pasos. Se ríe de mí y de mi búsqueda, estéril y vulgar. Acaricio con palabras de cartón su soledad inhóspita y hermosamente cruel. Intento encontrar la magia, el porqué de su derrota, el significado preciso de sus juegos de sombras. Me siento observada, un poco ridícula en mi vano intento de darle sentido a su muerte, dar sentido a su obra más allá de lo obvio. Entender a Francesca no es fácil. Pero remueve por dentro a través de sus fotografías con su abnegación, su entrega, su desespero. Me gustaría estirar la mano y tocar las suyas, frías como lápidas, y encontrar el latido, el pulso que movió sus días. Quiero tender hacia su oscuro mundo sutiles puentes de palabras que puedan dar luz al misterio que guarda en su interior. Mis pobres palabras blandas y edulcoradas no pueden con su cruda y descarada poesía. Me siento pálida al lado de Francesca. Y de algún modo ella lo sabe. Eso es justo. 




Seguiré intentándolo.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Begoña Grande
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 fue entonces


un abanico de madera lograba darme fuerzas para continuar mi viaje hacia la cordura.

agujas clavadas en la espalda

un gato haciendo malabares con las pestañas.

un trago de agua

y morder tus axilas sudadas.



una cuchara me acompaña esta noche

en busca de la llama perdida

una habitación,

la conti-güa,

enciendo la luz y duermo en la sobra del sombrero.

Daniela Montella

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bajo piel




Bajo piel corre el veneno. Venas azules. Son malignas. Las arrancaré una por una de las muñecas y las ingeriré a la fuerza. Qué tiene de cruel que se deslicen afectadas justo detrás de las uñas. Prieta la tráquea. Alzo las manos hacia la luz, le veo. Le estudio. Le observo. Le comprendo. Pálidos pálidos todos los huesos. Encubiertos. Que casi se mueven. Tengo un líquido que se propaga por dentro, despega la piel del cuerpo. Tejido desgarrado. Pierdo la vida. Hay aire, entre la piel y yo, se está inflamando todo. Tengo la sangre al descubierto. La corriente de aire me hace temblar. Bajo piel hay algo que me despoja. Seré un pedazo de carne que sangra. Con los ojos. Y la vida que hay debajo de ellos. Pechos desgarrados que pierden tinta y labios negros inmundos. No es una metáfora. Imagino solo en blanco y negro. Pero veo en color. Para pensar tengo que apretar los párpados. Cuando el veneno me quite la piel caeré con ella y no podré dormir jamás. Veré eternamente la luz, el polvo secará mis lágrimas. Arrancaré todas las fibras para dejar de respirar. Terminaré en un rincón ciega y desnuda. Reiré. Ya río. Pensaba que era un eco, pensaba que era una película, un espectáculo de variedades, vodevil, felicidad interpretada pues de lo contrario no se reconoce. En su lugar era yo. Preparándome para mi funeral. Quiero una tumba de ébano. Bajo piel. Algo. Estoy en una esquina y voy a morir. ¿Alguna vez has pensado que quizás te amo? Porque me acaricias y soy servil, y debajo siento un asco que transpira y puede infectarte. Ten cuidado. ¿Alguna vez te has dado cuenta que te odio? Tal vez te beso. Tal vez vomito. Tengo náuseas. Tal vez voy a morir ahogada en mi vómito. Después te pido disculpas porque te amo. O tal vez no. El veneno confunde los pensamientos. No tengo nada más que hacer. Pero es todo tan hermoso. Cuando me hago ilusiones. La vida es tan malditamente, jodidamente, desesperadamente triste. Y cuando tengo veneno bajo piel pienso que estoy muriendo y soy feliz.

¡Ojalá! Te llevo conmigo. Lo haremos siempre. Lo disfrutarás. Seremos exagerados y follaremos y gozaremos como locos, porque somos nosotros y nosotros somos invencibles. La podredumbre me invade. Pero quiero creer en todo aquello que todavía me mantiene intacta. Mejor una ilusión que esto. Esta pared sucia. Esta vida de plumas que vuelan y se van. No tengo nada, excepto el momento en que una aguja me atraviesa el corazón y soy libre – me libera. Mamá me coge de la mano y tengo seis años y llevo coletas. Tengo doce años y ella no está muerta. Soy libre y puedo tenerlo todo. Reclusa entre unos barrotes imaginarios, encadenada y sin oxígeno, con los pensamientos que se nublan y mi cabeza que estalla, y una voz que grita “basta, basta, basta” soy realmente libre. Es lo que son. Desafié arpías y aves de presa para ser como ellas. No quiero más. Puedo tener aquello que quiero. Bajo piel. Esta sensación viscosa que no puedo lavar. Este horror. Este túnel negro desde el que entreveo el Umbral. Tubo de Rayos Catódicos. Un día saldré en televisión. Seré una estrella. Tendré una bellísima piscina, me sentaré cada noche en el borde y lo haré, y tú estarás conmigo, y seremos tan felices que parecerá que estemos a punto de estallar. Tanta felicidad no bastará para nuestros únicos cuerpos. Se expanderá. Se encenderá una luz sobre nosotros. Seremos bellísimos. Estrellas en el borde de una piscina. Ricos, famosos y vacíos. Seremos sucios bastardos, viscosos gusanos, escamas descompuestas. Pecadores. Los pecadores más atractivos de todos. Me mirarás a los ojos. Y me dirás que me amas. Como lo dice un reprimido padre de familia antes de que le haga una mamada. Como lo dice cuando estoy a punto de salir del coche de un idiota para que le permita gozar del único agujero que no he hecho por mí misma. Será como dices siempre. Pero nosotros seremos bellos. Seremos ricos, ilusos, vacíos, perdidos, abandonados. Moribundos. Escandalosamente e.na.mo.ra.dos… Libérame. Haz un hueco encima mío. Corta las nubes. Facilítame el camino. No sé caminar más. ¿Caigo? ¿Vuelo? No. Voy a bajar. Corta la tierra para mí. Desplaza los gusanos que haya en el camino. Tengo algo. Nadie puede cogerme mientras caigo. Bajo piel hay plomo. Me hundo.

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