Tuesday, May 10, 2011

New York Girls, by Richard Kern.

Richard Kern: La repulsión de lo bello


escrito por Dean Luis Reyes

Mi cinefilia tiene una inclinación extraña hacia las manifestaciones extremas. Ello me hace preguntarme insistentemente qué tanto me molesta de los lugares comunes, contra los cuales, por demás, no hago perenne escarnio. Más bien, sufro de una suerte de tendencia autodestructiva que sublimo cuando me expongo al cine en tanto que experiencia física y emocional de choque, sacudida de lo tenido por seguro en mí mismo. El esteticismo y el regusto por la complicidad de las ideas sugeridas a través de la imagen me importan menos que su trabajo de demolición de mis nociones.
Un caso: Richard Kern (1954) sabía que el sexo era el escenario preferido de lo elusivo. Siendo como es un fenómeno tan decisivo en la vida humana, tan determinante en sus motivaciones, resulta paradójico que se le obvie siempre en las historias personales y que su presencia en la esfera pública sufra toda clase de mediaciones. Kern lo descubrió a través de su contexto: Reagan y la jubilosa ideología falocéntrica del cowboy, las fuerzas duras de los neocons haciendo olas en defensa de la familia, los valores tradicionales y el patrioterismo redivivo después del slump post Viet Nam.

Mientras que Nick Zedd armaba en los propios 80 su alharaca a través del Manifiesto del Cine de la Transgresión y adoptaba una actitud autopromocional que servía de revulsivo extra de cara a su habitual crítica de las instituciones (la moral social, las buenas costumbres, el matrimonio, la pareja e incluso el sexo, además del propio cine), Kern descubrió que lo único que nos hacía semejantes, idénticos más bien, es la esfera de lo físico. En tanto que análogo entre los hombres, es además el medio ideal para el disenso.

El campo de trabajo de Kern se fundó entonces en recargar de fisicalidad el cine. Tras inaugurar con Zedd una temible pareja, que acabó en desavenencias mutuas y en acusaciones de traición de este último (y cuyas expresiones más limpias son Woman at the Wheel (1985) y, sobre todo, You Killed Me First (1985), Kern se enfrascó en la realización de películas que explotaron el ángulo perverso de lo físico. Orquestadas como pasarela orgiástica que singulariza y toma en cuenta esa cuarta pared desde la cual miramos, entre turbados y ansiosos por ver más, el desfile de cuerpos hermosos, su reclamo de atención se transforma siempre en perversa escenificación de la violencia, la muerte, el dolor. El látex envolvente de las chicas de Submit to me, los cuerpos contorneados y los voluptuosos movimientos ceden paso al asesinato mutuo, simultáneo, mientras el rostro angélico de una adolescente se desgarra en explosión de rabia y dolor. Las chicas de The Bitches, por otro lado, ejecutan la seducción del joven andrógino para finalmente poseerlo travestidas como varones, para penetrarlo y dominarlo en una sesión sexual que, además de escenificación de la transgresión de los sexos, funciona como exacerbación del sistema de dominación oculto tras los roles de género.
Filmografía de Kern:

Los cuerpos son casi la única materia de las películas de Kern. Cuerpos agredidos o agresores. El reclamo de que reconozcamos esa condición material de nuestra propia arquitectura está en pantalla, subrayado en las secuencias en que una de esas mujeres u hombres se masturba ante la cámara, improvisa un baile erotizado para su objetivo, para nosotros. Son mujeres hermosas siempre, y hombres lascivos. Cautivo nuestro Eros, Kern procede a exhibir el suicidio de una de esas figuras, frente a cámara. Sabe lo que significa el compromiso con el campo espectatorial, esa complicidad del que mira al tiempo que es mirado. Pero entonces la sinfonía de placer se troca en batahola de muerte, tortura, desmembramiento, suplicio. El cuerpo como escenario común de felicidad y angustia. Los extremos tan próximos de vida y muerte, goce y dolor. La corporalidad como territorialidad común, la única que nos aproxima.

De ahí que, después de padecer con fruición ese cine suyo, reunido en el volumen The Hardcore Collection, sea una sorpresa encontrar a Kern dedicado por entero a la fotografía. La edición digital del diario The Austin Chronicle reportaba a fines de 2004 una exhibición de las películas de Kern en un artículo titulado “Trascendiendo la transgresión” Richard Kern abandona la histeria por lo erótico”. Según el reportero, la oscura fama del artista es cosa del pasado, pues en estos días es mejor conocido como autor de fotos del eros femenino (reunidas en siete volúmenes), entre las cuales resalta New York Girls. Kern viajó a Austin con el propósito de obtener modelos para nuevas sesiones de fotografías.

“Es divertido fotografiar en sitios diferentes. Acabo de regresar de Polonia, donde fotografié a cinco chicas durante cinco días. Estar en un sitio diferente lo hace parecer diferente, divertido.” De su nuevo libro de fotos, Soft, adelanta que “hay muchas chicas reposando en camas, sentadas en bañeras. También trabajo en el siguiente libro, que es todo acerca del voyeurismo y eso es lo que voy a trabajar en Texas, la cosa voyeurística.”

Kern reconoce que filma a las modelos mientras hace sus sesiones de fotos, pero dice no saber nada de la existencia o no de remanentes del cine de la transgresión de los 80. “La gente me envía películas todo el tiempo. A veces las veo, pero siento como si estuviera allá en los 80 haciendo la misma cosa. Te haces viejo y no estás interesado en seguir en lo mismo como lo estuviste cuando eras más joven. Pero la escena debe seguir existiendo en alguna parte allá afuera. Esos cineastas tienen que empezar en algún lugar.”

 
Cuando en tiempos de angustia y desesperación la gente se refugia en el sexo, los poderes tratan de cooptar esos impulsos, de someterlos a canales de control invisibles, a través del reforzamiento de lo ideológico. El poder intenta ocupar el espacio del cuerpo con palabras. Es decir, del lenguaje, de los signos: vacío. Un extremo sería Sade como patología. Otro, Kern como cura en salud de la mentira.

Lydia Lunch, la anti-musa



Dinamitera histórica del spoken word y la música bruta, exiliada en Barcelona por el «fascismo» de los EE UU, autora de un libro en el que se presenta como «ególatra» y «alienígena», feliz de aceptar su «hombría» y su «hiperfeminidad», protestona con razón y motivo… Te presentamos a Lydia Lunch.
Esta revista (Calle 20) hace llegar al buzón electrónico de Lydia Lunch una lista de preguntas. Al día siguiente llegan las respuestas. Aunque pocas primeras figuras cultivan el valor de la puntualidad, no es esto lo único notable. La contestación viene encapsulada en un archivo mp3 de casi 6 MB y más de 12 minutos de discurso. Tocas el play y una voz grave, trastornada por un efecto de eco, dice: «Ésta es tu entrevista. Ésta es Lydia Lunch».
La voraz Reina de Siam, la vertiginosa madrina de la Música Bestial y Miserable, habla como declamando desde un templo hermético. «¿Que si todavía me mueven la pasión y la adrenalina? Son las 5:00 de la madrugada y estoy contestando a esta jodida entrevista. Supongo que algo de pasión conservo. Y algo de adrenalina también…».
Al fondo, sobre la estática del archivo de audio, el rumor del escaso tráfico urbano…
Múltiple e imparable, de huella perenne desde los años de la no wave de Nueva York, Lunch (Rochester, EE UU, 1959) vive ahora en Barcelona. De aquí a fin de año será noticia. El día 14 inagura una exposición de fotos en Valladolid. El 30 actúa en Málaga; el 6 de noviembre, en Tenerife, y el11 y 12 de diciembre, en Madrid.
Este mes llega a las librerías su primer libro en castellano, Medidas desesperadas (Libertos Editorial), donde habla de sí misma, con un riguroso nihilismo, como «una ególatra femme bot alienígena que seguirá al pie del cañón a pesar del inminente colapso de mi propia salud física y mental».
Nadas entre dos aguas, la música y la palabra. ¿Cuál es más turbulenta?
Supongo que soy un tiburón… La música está siempre ahí, al servicio de las palabras. Seduces más con la música y, al tiempo, puedes ser agresiva en extremo… Ambas son importantes por igual, pero todo comienza con la palabra. No tengo problemas con ninguna de las dos. Me gusta usarlas para crearle problemas al público.
Ni siquiera Wikipedia logra definirte. Usa estos géneros con tu trabajo: no wave, post-punk, avant punk, punk jazz, spoken word… ¿Añadirías alguno más?
Rock experimental con un poco de jazz noir. Lo único que tengo de punk es la actitud. Me considero parte de la no wave porque está más allá de los géneros y las definiciones.
La adrenalina que tanto reivindicas es también la droga de los soldados, los yonquis de la guerra. ¿Te consideras uno de ellos?
Soy una yonqui de la guerra porque la guerra nunca se acaba. He estado protestando contra la guerra desde los tiempos de Ronald Reagan, es decir, desde hace más tiempo que la edad de gran parte de los lectores de este artículo. Debí empezar a protestar antes, pero estaba demasiado obsesionada conmigo misma…“]
"Medidas desesperadas" [Lydia Lunch. Libertos Editorial
Vas a exponer una colección de fotos en Valladolid. Se titula, precisamente, La guerra nunca se acaba…
Así es. La guerra de clases nunca termina. España lo sabe bien, por eso ha luchado tanto y tan duro. Respeto a los anarquistas por eso… La guerra y la opresión no se acaban. Hay tantos enemigos —en este gobierno, en aquél—, injusticia, pobreza, ignorancia, falta de respeto, violencia contra las mujeres y los niños… Estamos en el infierno. Nos anulan con las comodidades modernas para que creamos que somos libres. Quieren que pensemos que lo que consumimos o compramos es lo que enaltece nuestras vidas. Lo hacen para que seamos esclavos del todopoderoso dólar. Ése es el problema.
Has hablado alguna vez sobre la posibilidad de una mujer en la Casa Blanca. ¿Piensas que cambiaría algo?
Mujer u hombre, blanco o negro, republicano o demócrata… Todos son marionetas de la corporocracia. Son más ricos de lo que cualquiera de nosotros será jamás, son peones en el juego de las megacorporaciones que gobiernan y controlan el planeta y lo están convirtiendo en una prisión, en un planeta-cárcel.
¿Qué opinas sobre Obama?
Es la marioneta beis.
¿Por qué dejaste los Estados Unidos para establecerte en Europa? ¿Por qué España en concreto?
Porque este país salió hace 30 años del fascimo mientras los Estados Unidos entraban en el fascismo.
Pero el mundo entero es un gueto…
No voy a desaparecer. Soy una superviviente. No podía soportar el componente psicótico de mi país, la obsesión con el crimen, la hipocresía de la democracia… Tienes razón, el mundo es un gueto, pero el fin se acerca cada vez más [ríe].
¿Y tú asistirás al espectáculo desde Barcelona?
Es una ciudad con una atmósfera cotidiana mucho más positiva que la de Londres, París o Nueva York. Me refresca vivir en un lugar sin presiones, donde la gente está más relajada. A pesar del desempleo, me gusta la historia de esta ciudad, incluso el sufrimiento y el horror.
¿Crees en la posibilidad de una revolución?
La revolución será televisada pero, por desgracia, sólo en mi ordenador.
En Medidas desesperadas dices que naciste «rodeada de muerte», que «flirteaste» con ella y que, «aburrida de las expectativas», decidiste llevar una «vida extrema». ¿Qué veneno llevas dentro?
El vitriolo de la filosofía, supongo. No espero nada de nada, no doy nada por supuesto.
¿De eso va el libro? ¿Por qué debería leerlo un potencial comprador?
Porque les gustará recibir un puñetazo en la tripa y un beso al aire, porque necesitan una dosis de realidad, porque trata de una experiencia íntima…
Uno de tus escritores favoritos, Emile Cioran, dijo: «Todo indica que venimos al mundo para no hacer nada». ¿Estás de acuerdo?
Quizá no importe tanto lo que hacemos. Creo que tenemos una buena oportunidad de entrar a matar y debemos aprovecharla.
Otra cita de Cioran: «Somos impostores para soportarnos los unos a los otros». ¿Cuándo te has sentido una impostora por última vez?
Como tantos, tengo muchas caras, pero, al contrario que muchos, no tengo miedo de ser esquizofrénica o contradictoria, ni de aceptar tanto mi hombría como mi hiperfeminidad… Se me acaban las pilas del ordenador, así que voy a dejarte. Creo que fue Cioran quien dijo que el mundo era pura geometría corriendo desnuda. Gracias. Buenas noches

                                                             Entrevista en versión pdf:

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