Tuesday, February 21, 2012

DEAD ZONE, Zona Muerta, de Lucía Fraga y J.M. Vara

Próximamente se abrirá el infierno:



ELLA VENDRÁ
 (Un poema de José Manuel Vara reinterpretado por Lucía Fraga)



Sobre una mecedora llena de carcoma,

Se balancea inútilmente un cuerpo inerme,

Al que le han arrancado la vida

Las poluciones nocturnas y las ausencias de la fémina.

Su sexo flácido ya no chorrea semen,

Porque le falta el hueco de su muerte.

El hueco en que cada noche se perdía para siempre.



Pero ella vendrá, seguro.

Vendrá como un niño salvaje que no conoce

Los códigos de la sociedad más elemental.

Envuelta en lycra y sin bragas, para que puedas

Posar tu mano ansiosa debajo de la falda.

Con ojos de gata enferma, febriles y amarillos,

Que piden un poco de aire para llenar tu vacío.



Pasan las horas, pasan los minutos

Y tú esperas el clavar de sus tacones contra el suelo

Como anuncio de desvelo de tu cárcel de carne humana.

Mas persiste la pesadilla del sexo blando que cae

Como muerto sobre tus piernas de herido de guerra.

Estás encerrado en una jaula de metalurgia onírica

Donde ella se deshace como un castillo de arena.



Pero ella vendrá, seguro.

Vendrá maquillada como una zorra de alto standing

Y desatará todas tus cadenas de sueño forjado.

Se quitará el vestido y dejará las mentiras,

Para desnudarse lentamente y descubrirte

Que el cuerpo que amas no es más que falacia.

Descaro de látex y ortodoncia en los dientes.



Pasan las horas, pasan los minutos

Y volvemos al tiempo en el que todo era negro.

Al principio era el caos...hasta que llegó ella

Con su sonrisa lasciva y ritos carnales

Que te impusieron un yugo como la visión

De sus pezones centelleantes,

Afilados como cuchillos prestos al ataque.



Pero ella vendrá, seguro.

Traerá su ración de paraísos artificiales

Y con su lengua te pondrá un poco de edén

En la punta de la polla.

La merca será buena y se pondrá como loca,

Repitiendo la misma escena para voyeaurs

Que tanto la fascina como a una profesional del mercado.



Pasan las horas, pasan los minutos

Y tú como a una niña le darás el jarabe de la noche

Para que trague hasta la última gota.

Ella más ansiosa reclamará otra cucharada que tú

Revolverás en tus entrañas con el calor de un vaso de leche.

La mujer-veneno quiere ser pequeña para que la cambien

Y le den de mamar como cuando vino al mundo.



Ella vendrá, seguro.

Cargada de ojeras, de participar en otras operetas.

Con la marca de una bofetada y un cardenal en la pierna.

De regreso a una infancia de dolor con sabor a beso sangriento.

Con un único deseo.

Olvidar.

¡Fóllame de nuevo!

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