VALENTINA
NICANOFF
"dónde
está la alcantarilla
de
las mujeres
que
sienten la noche y mi oscuridad"
Valentina
Nicanoff nació el 16 de Febrero de 1989 en la ciudad de Santa Rosa, La Pampa,
Argentina. Su madre la parió del todo a eso de las 3am. Pero Valentina ya había
empezado a vivir en sí misma antes de que la concibieran. Con el transcurrir de
las semanas, aprendió su primera palabra: “arne”, para pedirle a su papá que
dejara de derramar jugo de hierro en la polenta y le diera de una vez por todas
un trozo de carne. Algunos familiares dicen
que Valentina no comió carne sino hasta que le salieron los primeros
dientecitos. Otros teorizan que la abstinencia de este alimento cuando era bebé
es la causa de que Valentina comenzara a comerse a sí misma.
Esta
tendencia caníbal fue canalizada saludablemente a través del judo, deporte que
Valentina practicó durante diez años, llegando a competir a nivel panamericano.
El judo definía a Valentina con idéntica intensidad con la que la que Valentina odiaba
el judo. Y fue así que en su fiesta de quince, todos los kilómetros de ella
misma que había comido, comenzaron a generarle espasmos.
Valentina
se vomitó completamente al terminar la secundaria en el Colegio Normal de Santa
Rosa. Entonces, se conectó con su palabra primigenia y empezó a buscarse
sonámbula en el suelo. “Arne, arne”, decía Valentina al encontrar sus ojos
debajo de la cama. “Arne”, y cosía los dedos de sus pies que flotaban en el
lavabo. “Arne, arne”, y se pegaba los
labios con saliva podrida. “Arne, arne, aaaaaaarne” y domaba sus piernas que
caminaban en direcciones opuestas. Hasta que una noche, encerrada en su
habitación, recopiló sus manos y su estómago, agarró una lapicera negra, un
cuaderno azul y gimió “AAAAAARNEEEEEE” durante horas hasta terminar de pujar su
primer poema.
Mientras
tanto, a Valentina la estaban mudando en ambulancia a Buenos Aires, donde
empezó las carreras de abogacía, psicología, ciencias políticas, educación
física, historia y letras, sin terminar ninguna. Pero descubrió la guarida
literaria Siempre de Viaje, y cada vez más fue expresando su vocación en la
escritura.
En
2010 publicó su primer libro de poemas, Amapola, que se reeditó en 2012,
prologado por el tan querido poeta pampeano Edgar Morisoli, y dedicado a
Fernanda, su psicoanalista. También llevó a escena un poema de La pérdida o la
perdida, de Karina Macció, su mentora y escritora a quien admira. Hoy se
encuentra escribiendo su segundo libro, El nudo, que entreteje poemas con
extractos de diario. Y guiona el libro de Karina Macció con la intención de
convertirlo en una obra de teatro.
Valentina
se “gana el pan” trabajando en un teatro, aunque más bien el sueldo para el pan
es invertido compulsivamente en cigarrillos, en libros y en música. Con
cigarrillos, mate amargo y rock y punk y grunge, Valentina escribe y escribe. Y
aunque la literatura la pulveriza, es la única manera que conoce para dar vida
a tantas vidas y para dar muerte a tanta vida. Cuando Valentina no encuentra la
salida en la tierra, es decir casi todos los días, llora y se va a nadar a la
pileta del barrio. Así siente que se exilia del mundo. Y mientras nada y sus
sueños se convierten en anfibios, Valentina vuelve a adquirir esa contextura
que otros llaman “real”.
SELECCIÓN
POÉTICA
Tomado
de:
a
m a p o l a
Siempre de Viaje Ediciones
Colección V a l i j i t a
Dirección: Karina Macció
Con
el permiso de la autora.
XIV
yo
soy mentira
si
fuese verdad
no
habría quién escribiera
II
¡Abandónenme!
hoy
no tengo ánimos de saliva
soy
una llama mascando el silencio
y
no me atrevo a escupir el cadáver
/del
espejo
(si fuese la otra, me ahorcaría
con los rayos del sol
y caminaría
una y otra vez
sobre los médanos
de mis huesos
con cicatrices de vida
en el cuello)
pero
acá es necesario arder más
hacer
leña con cada fibra muscular
rozar
los harapos de la piel
acariciarme
rápido y con asco
ensimismada
con
dedos de fósforo
uñas
de pala
y
¡zás!
en
mí hoguera
todas
las brujas
desaparecemos
porque
ya no busco el suicidio del reflejo
ya
no más arcaica espera
de
impulso mamut congelado en el desierto.
VIII
una
nena cuelga
desde
la última hoja de la enredadera
en
mi garganta
sus
dedos ceden
hasta
desangrarse
en
el color de la nada
sin
gotas
sin
gravedad
ella
se despierta
y
sonríe
ahora
es una burbuja
marrón
levitando
entre
los colmillos
de
mi boca
XI
D-I-S-L-O-C-A-C-I-Ó-N
dónde
está el recreo de las sin cabeza
/que juegan rayuela para caerse y no
caminar más?
y
la cicatriz de la mano castigando
/a las mejillas con las suelas de los
zapatos?
y
los murciélagos del insomnio
/encandilándose con la vela azul del
silencio?
y
mi pulmón violeta exhalándose del
/cuerpo para no respirar?
dónde
está la alcantarilla
de
las mujeres
que
sienten la noche y mi oscuridad
XIII
Su
disfraz está en la columna vertebral
lo
que ella ve es piel desnuda de un personaje que desconoce. Entonces, bailando
alrededor de sí misma, invoca arañas paralíticas
para tejerse diferente. Porque, ¿no es una muñeca? De trapo. Necesita
conectarse con su sensación más real: el dolor, para encontrarse verdadera.
Pero se convierte en la directora de su propia película y grita: ¡Corte y
Confección!
Luego,
encarna el cadáver de vértebras perdidas en su interior
XVI
me
abismo
vislumbrando
el vacío
tendrá mi tumba almohadas púrpura?
y
quizás sólo por eso lloro
XVIII
mis
sueños son un teatro de
/identidades en
vigilia
mi
vigilia está dormida
yo
ya no sueño
V
romper
la casa de huesos
hacer
laguna de cera
y
embarcarse con las manos
en
la piel
no
tener ya cómo
arrancarse
el cuerpo
desde
el fondo
de
la sed
Nota de José Manuel Vara:
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