Thursday, October 16, 2008

La Vía, by Ian Madariaga


LA VíA
1




Despegué como pude los párpados al tiempo que secaba el sudor de mi pecho, apoyé los pies fríos en un suelo húmedo, pegajoso y entonces me detuve en obserbar la estancia. Tras unos instantes de amnesia -el puto sonido del despertador había arrancado mi cuerpo del mundo onírico para aplastarlo contra un colchón que olía a alcanfor- recordé que llegué ya de mañana al hostal y que desde que, en la madrugada, decidí que ya era hora de acostarse, para de alguna manera estar presentable en la comida, pasaron tres horas. El camino de regreso se deformaba; hora cerrandome el paso, hora posibilitando un acceso tan sencillo, tan obvio, tan directo, que resultaba terrorífico no haberlo visto antes. Empecé a caminar con cautela, desconfiado; la desconfianza necesitaba de situaciones pasadas de dolor físico o síquico almacenadas en la memoria, de la imaginación creativa para conjugarlas o transformarlas, y adaptarlas al momento; la creatividad necesitaba a su servicio la atención y consciencia para con el entorno, dependientes a su vez de la calidad de funcionamiento de los cinco sentidos; teniendo en cuenta el deterioro físico y mental que yo arrastraba hacía días, este sistema de producción en cadena tan sencillo y básico, incluso en la mayoría de los casos considerado involuntario, suponía para mi un desgaste energético que no podía permitirme, y no podía evitar; así que la desconfianza, el miedo, la paranoia, erigían afanosas su existencia deteriorando mi propia conciencia existencial; así que confundida, trastocada o sencillamente invertida la percepción del lugar no lograba más que, supongo, caminar espirales capaces de ensalzar una calleja para presentarla como barrio, bosque o laberinto típico de la ensoñación, y cuando la distorsión de la distancia, espacio y tiempo te alcanza…la fuente en torno a la cual giras siempre tiene una maldita escusa para cambiar, y claro, que alguien te ronde durante tres horas, desquicia al personal, a los palomos a las ratas, a los guardias de seguridad e incluso a la estructura clónica de las casas en la ciudad. Así devió ser que las paredes encolerizadas por el cíclico tránsito de mi sombra sobre ellas trataban de condenarla al exilio arrancandosela de los muros y lanzándosela encabronadas unas a otras de calle a calle arrastrandola por el suelo empedrado de los callejones y tras mi sombra, fielmente adherido, este cuerpo escombro representaba ensangrentado, cada golpe; amoratado, cada fatal agarre; humillado, cada abucheo y carcajada de esquinas, aceras, asfalto… y desfigurado entre adoquines, lloré gritando a las ventanas de legañas el brutal asesinato que mi sombra recibió de las paredes en la calle; y entonces presencié lo impresenciable:la soledad. Y pensé en Peter Pan, y el adulto que llevo dentro me aseguró que solo en los cuentos existe el reencuentro del ser y la sombra, asi que me agarró la tristeza en un instante, la mala ostia, el tremendismo… y al siguiente,sin más, la innegable ausencia de cadaver, silenció mi canto fúnebre y un nuevo concepto de ideas delirantes empujó la brutal escena hacia el olvido. Confié, con todo mi ser, que la noche la traería de vuelta, deseé fervientemente que espantada por el sol, espantada ante ese alarde obsceno de caridad y amor, asqueada por la iluminación de cada objeto, cada detalle, encabronada por la certeza de que el derecho de visibilidad que el sol otorga a diestro y siniestro mas que divino resulta diavólico, otorgando luz y calor a cualquiera, sin valores, sin comprometerse para con nada, para con nadie que acaezca abajo en la tierra; confié como digo y desee que hubiese decidido desintegrarse para de alguna manera coartar la omnipotencia solar…ya no alumbraría “todo” si élla no está; negándole al sol clarecer su presencia, de alguna manera corrompe su “divinidad”, así, despojado del misterio, es tan solo un astro, una parte más . Sonreí con orgullo y complicidad, ante la revolución de las sombras.
Los últimos 20 minutos me entretuve dando patadas a una lata de cerveza que alguien había abandonado en un banco; la empujaba, la seguía , la aplastaba y volvía a patearla hasta que ridiculizando la potencia de mi saque, decidió no moverse de aquel recodo de la carretera; ésta fué la razón de la caída y el encontronazo con la puerta del hostal; me giré y me despedí de la lata con una sonrisa de agradecimiento, sorbiendo el hilillo de sangre que caía desde mi frente.



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Estuve absorto durante toda la comida, removiendo el contenido del plato sin decidirme a estrellarlo contra mi estómago; la palabrería de “la gran familia” era ya, tan solo, el sonido de fondo.
Recorrí cada uno de los rostros conocidos sin detenerme en ninguno, tomé aire y escribí en la servilleta de papel:

“anoche comprendí que los días no empiezan”

Sin elevar la mirada de la mesa me levanté, retiré el plato aún lleno, y me marché despacio. Hubo un silencio incómodo que apenas duró medio minuto y todos siguieron hablando como si nada:
-vomitaré pedazos de carne muerta
-Ya no quiero seguir estirando los dedos de mi mano izquierda
-Me deprimen los anuncios de tetas perfectas
-Voy a dejarlos así, agarrotados ya estoy harta
-te deprimen los anuncios de tetas?
-ayer vomité pedazos de carne muerta
-no, ya no.Ya no quiero seguir estirandolos así están bien, así sí.
-agarrotados


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En las aceras las farolas giran enloquecidas, vertiginosas las paredes de los edificios fluorescentes. Creo que voy a vomitarte esos zapatos horteras; es una suerte que mi estómago siga enjuagandose de vez en cuando; son cojonudos los escaparates reflectantes , me maravilla mi imagen en ellos, tengo un aspecto estupendo, grandioso, y...espera un momento yo no no estoy levantando el brazo, o si? Pero que coño! déjame en paz tío, estoy cojonudamente apoyado aquí, contra la pared, de rato en rato giro la cabeza y como élla, bebo del charco, lo ves? Oh sí ahora me acuerdo, élla, está allí, me está buscando, dónde se coje el tren?...sí, ahí está, puedes verla? Me está buscando...

Sueño 1:
La vía de un tren que se pierde en el horizonte, llueve.
Ella camina arrastrando sus pies descalzos, no recuerda un tiempo anterior a la marcha, siquiera puede evocar el día que comenzó a caminar por aquellas vías.
Ha dejado de llover, sangran sus pies, suspira y se inclina para beber de un charco. Su reflejo le parece hermoso, los corros de suciedad que se dibujan en su rostro simulan raíces brotando de la nuca en dirección a su boca.

Sueño 2:
M -Dónde has estado? dicen que te fuiste sin decir nada, que tenías la boca podrida y los hojos huecos... me prometiste que ibas a dejarlo, el miércoles me prometiste que lo dejarías.
H -qué día es hoy?
M -sábado.
H - Un día dije que te quería, al día siguiente volviste a preguntarmelo. Por qué entonces ha de valer para hoy la promesa que hice el miércoles?
M - Ya. Tu hija te está esperando, no vas a saludarla?
H -No la veo.
M -Está ahí, en la calle, es esa que mira al cielo.
H -Cuántos años tiene.
M - Años, dos…o tres. Mira al cielo porque dice que vé las estrellas.
H –imposible dos…o tres imposible; cuando yo me fuí tenía... ...;
H –se le han caído los ojos a su muñeca de trapo y…
H -Ella me está buscando, sabes? Camina por las vías del tren, le sangran los pies.
H –Mientes; no quedan vias de tren. Es absurdo! que ve las estrellas…y absurda su muñeca ciega.
H -cómo se llama?
M - la muñeca?
H - La niña. No recuerdo su nombre, ni su pelo…sus ojos … No puedo recordar cual es el puto color de sus ojos. Ninguna niña, nada. No me acuerdo de nada!!
M –.El color de sus ojos? No sé, yo…. El color. Cómo voy a saberlo! Siempre llorando… ¡ rojos! de llorar, siempre llorando. Siempre rojos, de llorar

Me estaba ahogando con un pedazo de mi propio vómito así que levanté la cabeza del asfalto y sacudí mis vaqueros, paladee un rato el tropiezo, parecía carne, entonces recordé que hacía un par de días que no provaba bocado y que por tanto, el pedazo de carne...
Ojalá pudiese entender, para contaros, la extraña historia que comenzó con los sueños; esos dos sueños que empezaron a entremezclarse...los sueños y esa frase que se repetía una y otra vez :

“anoche comprendí que los días no empiezan”





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