Friday, May 06, 2011

Mucha Policía, de Juan Bautista.


OS DEJO POR AQUÍ CUATRO POEMAS, NO PUEDO DEJAROS MÁS, DEL LIBRO QUE JUAN BAUTISTA MORENO HA SACADO CON BAILE DEL SOL Y SE TITULA "MUCHA POLICIA", PARA QUE HAGAIS CON ELLOS LO QUE QUERAIS (BLOGS, ETC). UN FUERTE ABRAZO.

Angel Muñoz "Voltios"

SÓLO CABIA UNO




Migas de pan, como Pulgarcito,

es lo que dejaba a diario

para recordar

la sencilla vuelta a la manzana

donde fatigaba sus perversiones

de pajillero caduco.



Importaba poco que lloviese,

o granizase.

Incluso un sol

de tres pares de cojones,

calentándole el grasiento pelo,

no trastocaban su rutina.



Eso sí. La birra en la mano.

Además Heineken.

Pordiosero pero con clase, pensaría.



A mi me daba que a éste,

la sociedad y su familia

olvidaron hace tiempo cómo debían ayudarle.



Pero a él plin. A lo suyo.



Hasta que ayer,

haciendo la ronda,

lo encontré sentado en un banco.

Sin su cerveza.

Desconcertado por el camino a seguir.



Los putos gorriones, repetía.



Así es, los tenía a sus pies.

Se estaban comiendo

las migas de pan,

y con ellas,

el ancla que le soltó a la deriva

para ahogar en la bañera

a su madre en silla de ruedas.





SALSA ROJA



¡ Como des un pas más

me suelto de la barandilla,

te lo juro!



¡Tranquilo hombre,

seguro que esto tiene otra solución!



Policía, perito, psicólogo barato.

Qué más da.



Nunca estás preparado,

ni aplacando tus vísceras,

para torear a capotazo limpio,

como espontáneo que salta al ruedo,

situaciones donde vida o ficción

se pasean por el mismo filo.



Un fulano agarrado a la baranda

de la terraza y todo

el cuerpo fuera,

amagaba con suicidarse.



Abajo, la gente sosteniendo cubos

de palomitas

expectantes ante una

buena película de suspense.



Ración extra de cotilleo

para darle bien,

a posteriori,

a la húmeda.



A todo esto,

Casius organizando el cotarro,

por si el pavo se tira,

pese a advertirme del posible teatro

del mismo:



Si éste la quiere pichar no monta este tinglao, fijo.



Y yo, en la terraza, a tres metros de él

intentando que se diese otra oportunidad.



No supo suicidarse.

No hay un modelo a seguir.

Pero se debe estar convencido.



Cuando hizo ademán de tirarse

se le fue una de las manos,

por el sudor digo yo.

Salté para trincarle con poca fortuna.

En el último instante sus ojos,

y la mano en el aire

intentando agarrarse a la mía,

delataron su farol.



Se esparció como un melón

mientras la mujer lloraba

y nos acusaba de llegar tarde.



Casius apartaba a la gente

con la coña de que

en el telediario de las tres

lo verían de nuevo,

por si habían perdido detalle las cotorras.



Un técnico sanitario se esforzaba,

partiéndole el esternón,

en reanimarle.



Pisé sangre

dejando huellas

hasta la puerta del patrulla.





INOCENCIA INTERRUMPIDA



Tras observar,

dando vueltas a mi alrededor,

la cantidad de cacharros

que llevo colgados a la cintura,

aquellos dos críos

de bombilla afeitada,

mocosos de ocho años

y bandoleros callejeros de siesta,

me confirmaron

antes de comprar sus chuches:



Esa pistola mata, ¿no?



El tendero de los frutos secos,

mientras,

me acerca el refresco

de la nevera.

Hace calor.



¡Qué va!

Si ésta sólo echa agua.

Tratando de ponerle

inocencia a la cosa.



El más canijo

de los dos no vaciló:



¡Mentira!,

¿A ver, echa agua?







LA BANDERA Y UN POLLO



La peluquera

se ha pasado mucho esta vez.



Es lo que pienso cuando

me veo la pelota como una bola de billar

por el retrovisor interno.



Sin recrearme en mi aspecto,

conduzco sin cuidado,

folladísimo,

a la casa okupa.



Entre varios okupas

han zumbado a un mierda

que vendía grifa

a los críos de los alrededores.



A nuestra llegada tienen trincado

a uno.

Esposado

y la cara cuarteada de tanta hostia.



No es el camello.

Ése ha visto la tostada

y no vuelve en días.



Es el Cabezas.



Comunista, quimérico,

de esos que el tiempo se termina tragando.



Él solito ha querido

limpiar de polvo blanco

el barrio.



La heroicidad le sale cara.

Al zulo, tres días, por agresión,

hasta que hable el juez.

Hay testigos, pero no víctima.

¡Qué más da!



Sin venir a cuento,

el Casius, mi pareja entonces,

le suelta en tono paternal

que el camino

y las ideas escogidas

no son las adecuadas.

Por eso se ve así.



Cabezas me mira

la bombilla pelada,

y le suelta que la bandera

con el pollo que lleva él (Casius)

en la culata de la pistola

no es mucho mejor.



De la guantá, el Casius, le reventó el tímpano.



Temí no sólo por el mío (mi tímpano),

sino por carecer de bandera y pollo

en la culata del arma.


1 comment:

Antonio Díez said...

gracias por la difusión, tío... ahí andamos!