HACE MUCHAS NOCHES.
"Aquél tipo de tormentas en los ojos de crinar diluvios en el callejón. Y
salvar pájaros de las palabras que no quisimos decirnos. Luego la letra
se cambió de serenata y el fuego de orificio.
Conservamos los malos modales para tratar con la melancolía y que la
vejiga del vino no te tiemble el pulso a la hora de no mirar para atrás.
El deseo era anónimo. La búsqueda porquiosera. Y todo sustituible menos
el escalofrío. Ahogarse todas las vidas en el brote de hachís de tus
insomnios, y arrodillar cuervos en el credo que no te sobrevivió al día
siguiente. Relicarios del tráfico de influencias del olvido. Babeantes
en el filo de la guitarra. Y quién no se tire, no se llegará.
Luego me convencieron los abedules, del carmín y con qué cubrir las
zanjas. Hacer carne destazada de los problemas personales y que bajen a
comer los cacuys y los cocodrilos. La fe se cambia de pasiones cada vez
que cruzan los rayos en el fondo de un papel obscenado en tu cuerpo.
Buscamos las bolas chinas de la dilatación de una diatriba, para robarle
razones a los agujeros del cielo. Algo fiuel que pelear en la
promiscuidad de nuestra alma. El pronombre era una excusa y la primera
persona del singular, una trinchera del pi de la sombra empuñando un
suelo que se parte. un amor que aguante un asalto y se asesine en
nuestra médula. Porque es el ermitaño blues el que escarba en los techos
flores prohibidas. Y somos el fractal de una teoría decapitada por una
vehemencia."
Mareva Mayo
Uno puede convertirse en hereje en menos tiempo de lo que se considera posible. Incluso puede jugar con las palabras y atreverse a formular algún interrogante. Aunque lo más posible es que se dedique a repetir como un loro aquello de: ¿no te has dado cuenta de que en las conversaciones el tiempo que más se usa es el pasado?. Y así hasta la saciedad.
Sigo escuchando un contínuo tronar de sillas y mesas a mi alrededor...
Y afuera, mientras tanto, los coches siguen azotando el silencio de las calles desiertas, en las que, si te detienes unos breves instantes, puedes observar fachadas y puertas que constituyen los vestigios de una época más esplendorosa.
Eso me recuerda que hace algunos días intenté trepar a un zarzal en sueños.
Soñar con ver una zarza significa que días de problemas económicos están por venir.
Soñar con pasar por entre las zarzas sin sufrir ningún daño significa felicidad.
Soñar con ver a muchas personas cruzando por entre zarzas significa que sufrirá desengaños amorosos.
Soñar con verse cortando zarzas significa que habrá penas y tristezas.
Naturalmente, cuando desperté por la mañana tenía la piel desgarrada a causa de los pinchos que, de forma cruel, se habían insertado en mi carne. La sangre se entretenía ociosa en dar color a las sábanas. Y esto me hace evocar la idea de que ya va siendo hora de que las cambien porque, al parecer, los vecinos se han empezado a quejar del olor, y, teniendo en cuenta que debo algunos meses de alquiler, creo que no es conveniente atraer la atención del casero con quejas. Aunque, en el fondo, el casero no es un mal tipo, eso quiero dejarlo claro. Sin ir más lejos, hace unos días me invitó a degustar un suculento plato de repollo, que él mismo había preparado con una condimentación especial. Acompañado por una botella de vino, por supuesto. Sí, desde luego mi casero no es un mal tipo.
De la fotografía: Denisse Sánchez (autorretrato)
Remezclada y zarzalizada por Óptika Orgánika.
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