Mareva Mayo contacta conmigo a través del blog. A través de un poema muy concreto. Eso me lleva a hurgar en sus espacios creativos. la sorpresa surge de inmediato. La sorpresa del buscador de emociones cuando encuentra una en estado puro.
Cuando las personas se desnudan anímicamente como ella lo hace en todos y cada uno de sus textos habría que hacer una reverencia. O, por lo menos, dar las gracias por lo compartido.
Mareva es diferente y eso se capta al instante.
Mareva habla de su percepción del mundo en primera persona.
Deberíamos aprender. Deberíamos saber leer entre líneas.
Y esto es sólo una pequeña muestra.
Comentar que estos poemas los encontré aquí:
Mareva Mayo.
Vendían esquinas para completar el suicidio.
Yo me afilié decididamente al grupo de los intoxicados.
Un inventario de asesinatos y doblaban la calle.
Compré un cuadro sobre unas gallinas y un pañuelo para limpiar cristales.
Ya estaban entonces listos los fotógrafos.
Había corrido la llegada y no podían adelantarse las cartas de amor.
Así que incendiaron unas cortinas.
Vimos desnudo al propietario. Y unos exaltados le rompieron la cara con piedras.
Entonces todos nos llenamos de alegría. Creo que iba a amanecer.
Dejé por fin caer la ropa. Y me pinté color nunca jamás.
Corrí para no perder de vista al asesino. Pero empezaron a caer estómagos, así que me fui al corral.
Lo que se ha mantenido en pie cabe en medio bolsillo, lo que se fue ni siglos de memoria bastarían para retenerlo, frente a una ventana fumo por la montaña que no es mía, por el amigo que olvidé, por la riqueza hundida en la mar, ¿qué desastre mayor repararía al vencido? ¿qué habría de pasar para que el fuego no llegará a mi vientre?
ni el jodido escaparate de cuadros de pinturas exiliadas
ni el corrosivo futuro
ni la paloma robando carroña al carnicero
ni el suicidio de una mosca
sirven para violar a la poesía y dejar en su sino desgarrado el mal intento de hacer versos
lo único capaz está en las afueras
en los pasajes excluidos de los libros
en la metáforas marginadas del poeta, que no pasaron la censura de calidad ni de limpieza.
No tengo verbos para ofrecerte.
No corresponde tu imputo corazón a mi puta vida.
Aguarda en la trastienda del olvido
con todo el hueso dispuesto en sacrificio
a alimentar el quebrado de un hambriento pasado
que sucede como sucede la muerte de un extraño
que se va y nadie pregunta
no escapa la nausea del respirar veneno
envuelve con sus brazos ortopédicos
el roto al orden
el sacrilegio a tu alma
el adiós a la necesitada llegada
y con las malas hiervas en la sopa
traga agujas el destino
y maldigo con mi cuerpo
y maldigo con las pocas propiedades
al polizón,
el cretino que quiso adivinar
y llegó de oro vestido
a cortar las cuerdas evitando el abismo.
Principio detenido en la agonía de su origen, no tuvo tiempo de parir la madre antes de que por tu boca salieran sangrando las palabras, no se oyó ni un lamento en los pechos mudos mientras ahí afuera se moría un pájaro y alguien cosía un pantalón horrible, no pudieron detener la herida ni cerrar la infancia desgraciada. La locura es la autodeterminación del individuo dije mientras cerraban la puerta. Y con la rabia de seguir siendo humana dibujé mi rostro y dejé que los amarillos borraran mis ojos y en mis dientes los negros hicieron una bañera con agua venenosa y juré en nombre de la nada que no regresaría en busca de lo que me habían robado.
Podría ser cierto, que no existiera y que éste es el sueño de un sádico.
Que lo cotidiano terminara en un despropósito degenerado ansioso de finales y de alto contenido de plutonio. Podría ser cierto y un día se defecaran todos los días.
Era una tarde parecida a todas las tardes la que supe que no volvería a soñar contigo.
Y encendí un cigarrillo igual a todos los cigarrillos.
Y a las 6 sonó el reloj que siempre suena a las en punto.
Un réquiem es el verso
de lo que la poesía dejó del sentido
en la materia del querer
vago sin promesa
despertar en el establo de la propiedad abandonada
encender una bombilla alumbrando el desperdicio
y volver con el hierro fundido en lugar de precisiones
gritar al poema con sus despojos
para poder dormir en esta mediática guerra
y va más de lo que una vida podría soportar
ocultándole los ojos a las celdas.
Hemos aprendido de la amenaza
con el miedo inculcado odiamos a todos los maestros
la soledad, la madre
que negó cien veces tus ojos.
Lo necesario
fue lo primero que violé
cuando entendí la prioridad de la muerte.
Harta de peinar muñecas
aprendí a escupir en las fachadas
y disimulando el disimulo vino para verte atardecer
lejos, muy lejos
de mi casa, que era casa, hasta que conocí el basurero.
Mi biografía pertenece al polvo.
El destino olvidó de quién es mi nombre -mareva-
No reconozco un país, pero a esto le llaman españa.
Escribo desde que tengo consciencia de la muerte y escribiendo perdí la consciencia de la vida.
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