Monday, May 31, 2010
Sunday, May 30, 2010
Mañana, en Badalona DF: Patty de Frutos
Manipulación fotográfica: Vara
Friday, May 28, 2010
Migoya y no sé qué de que me quites las manos de encima...
Thursday, May 27, 2010
Ovarios sinceros... Ana Vizious Linger
http://teoracta.blogspot.com/
Patty de Frutos Comes To Badalona DF. (2)
Wednesday, May 26, 2010
Tuesday, May 25, 2010
La balada del asesino del cáncer terminal.
“Hay que darle un sentido a la vida,
por el hecho mismo de que carece de sentido.”
Henry Miller
“Soledad era independencia, yo me la había deseado, y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas."
El lobo estepario. Herman Hesse
Hastío en el desierto de la Nada
con trasfondo de ideología herida
en núcleo familiar de carácter desestructurado,
más allá de las viejas creencias
de una sociedad envilecida de caducidad
y un estilo educacional vomitado a destiempo,
como cánceres de útero de mujeres de alquiler…
…y las canciones de los abortados
en jukebox fantasmagóricos en moteles de carretera;
Norman Bates fue la norma algún tiempo,
esa norma que desquició a los bienpensantes ,
-agónicos defensores de una moral absurda-;
Luego vino la Realidad,
y Charles Manson los abatió a ritmos sesenteros,
la helterskeltermanía acababa de nacer,
y es de todos sabido
que el Anticristo vino para quedarse,
y su semilla germinó en los libros de Herman Hesse
y su lobo de la estepa;
y confundimos filosofía con muerte a plazos,
y los plazos los metimos en un coctel de ansiedad,
la ansiedad que nos hizo adictos
a un mundo miserable
donde los asesinos son ídolos de masas
porque aportan ideas originales
al agonizante universo mediático;
las mujeres saturando la oficina de correos
enviando cartas de amor a asesinos en serie,
la muerte con ánimo de lucro en televisión,
esa televisión que amamanta con calostros de Morbo,
el morbo de la descripción detallada de una autopsia,
eso sí, intentaremos que sea una autopsia ajena…;
…los asesinos en serie
Son los seres más honestos de este planeta,
ya que ellos no mienten,
y la sociedad del bienestar,
-“el dolor es menos dolor si joden a otro”-,
amasa fortunas
con los royalties que generan las historias de los cadáveres
que van dejando tras de sí,
que, gritando desde sus tumbas de olvido,
reclaman elevados índices de audiencia
en el mundobasura en el que se ha convertido
nuestro mundo apodado “civilizado”,
nuestro mundo tecnológico y solitario,
nuestro amado/odiado mundo moderno…;
hay gente que afirma,
-amenazando con arrancarse los ojos en riguroso directo-,
que el tercer secreto de Fátima
es que Jesucristo no era más que un serial killer;
las escrituras sagradas sólo son una mentira más
en un vasto océano de engaños pactados,
donde los tsunamis son gritos mudos
de víctimas propiciatorias
esperando ser ajusticiadas en emisiones en directo,
en un fiero y descarnado reality
del dolor interno,
donde cada dentellada sincera
vale apenas mil euros…
…la balada del asesino de cáncer terminal
Está tejida de células catódicas muertas,
muertas como una humanidad que apesta
a rancio, a podrido, a vómito y a pus…
(y, de repente, alguien cambia la bolsa del suero)
Y, luego, el puto ruido blanco…
como esperma etílico de la conjura de los necios.
Fin de la Broma Ácida
20/05/2010
Monday, May 24, 2010
inside Prismática
ensayando en "Inside Prismática",
un mini-documental/homenaje de Vara. Gracias a Paula, Natan, José y Sergi.
Friday, May 21, 2010
La Grau...
Thursday, May 20, 2010
Paula Grau, Prismática. En Paisajes Eléctricos.
Foto by Vara
Artículo tomado de:
http://www.paisajeselectricos.com/material/paula-grau-prismatica.html
Para cualquier seguidor mediano de la trayectoria de Javier Corcobado será todo un placer encontrarse con el nombre de Paula Grau en solitario. Ha tocado las teclas y proporcionado oníricos ambientes en "Fotografíando Al Corazón", "Editor De Sueños" y "A Nadie" del gran Corcobado, además de acompañarle a México y en varias giras. A fines de los 90 tuvo su primer contacto musical (también es pintora) con el proyecto Asland. Pero este "Prismática" es el primer disco a su nombre y su obra más personal.
Video :
http://www.youtube.com/watch?v=XJNpi2duoHs
Wednesday, May 19, 2010
Pupa Morbo, by Daniela Montella.
Tuesday, May 18, 2010
Las AFINIDADES NARRATIVAS. Blog de Sergio Sastre.
Adriana Bañares Camacho
Menciona a:
Adriana Bañares Camacho
Alfonso “Xen” Rabanal.
Vicente Muñoz Álvarez
Javier Corcobado
Paula Grau
Ángel Muñoz “Voltios”
También le gusta leer a:
Bukowski, Burroughs, Lydia Lunch, Nick Cave, Ballard.
Bio-bibliografía
En los años 90 creé el fanzine “Atrocity Exhibition”, que tuvo su paralelismo en la radio dentro del programa “Black Mass”, de Carlos Gutierrez en el año 96-97. Después la pequeña editorial underground “Neurótika Books”. Lo compaginaba con la realización de cortometrajes (Festival de Sitges, Filmets, Arte y caos de México, Cotxeres de Sants…) y la colaboración literaria en diferentes fanzines de todo el país. Eran los “buenos tiempos”.
En la actualidad sobrevivo en el mundo de la construcción y sigo con mi “fanzine” en Internet. Desde el año 2007 organizo la Muestra de Video Independiente de Badalona (Pomarderground Fest) y desde este año el proyecto Óptica Orgánica. Sigo realizando cortos y videoclips e intentando sacar adelante a mis dos hijos.
Bibliografía:
RESACA/HANK OVER: UN HOMENAJE A CHARLES BUKOWSKI
de VV.AA. CABALLO DE TROYA
Prólogo a LA SOLEDAD DEL CAFÉ, de Adriana Bañares Camacho.
Ediciones Emilianenses.
Links:
http://www.myspace.com/neurotikasubfilms
http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com/
http://www.myspace.com/pomarderground
http://www.youtube.com/user/varaneurotika
Poética
“Vara escribe desde dentro, desde lo más oculto en su ser, y en el ser humano en sí porque de hecho es esa decadencia, esa decadencia que tratamos de ocultar para parecer racionales, lo que en verdad nos hace humanos y de lo que está hecha la sangre: esa rabia contenida por la obscena obsesión de lo políticamente correcto hacia la violencia y el sexo más perverso, que tan oculto ha quedado en nosotros que a veces sólo es posible vomitar a través de la palabra, el ritmo y el alcohol (que se lo digan a Bukowski …)
La rabia, en ocasiones más romántica que un puto ramo de rosas, a veces tan desgarradora como el humo de un cigarro estando de resaca, nos la muestra Vara en sus escritos de un modo penetrante, (e incluso atormentado, diría yo…) que sin duda no dejará indiferente a nadie.
Porque nos muestra tal y como somos, cómo somos y qué realmente queremos ser aunque duela… aunque duela admitir lo que somos y qué es lo que marca el ritmo de nuestras arterias. Él lo deja ahí, puesto ante nuestros ojos en hojas de papel, tan puro como las ostias de la primera comunión… palabras capaces de revolvernos las tripas y el alma hasta ensuciarla de nuestros más bajos instintos y sentir, como nunca hemos sentido, la llamada de la naturaleza hasta querer vivir la vida hasta las últimas consecuencias, porque lo que siempre hemos querido desde que nacemos, es vivir eternamente, y las únicas vías que nos hacen tener contacto con la permanencia son el sexo y la propia muerte. Y José Manuel Vara nos pone frente a ella de una manera brutal, nos enfrenta a nuestras propias tensiones pulsionales, dejándolas al descubierto. Nos permite regresar al estado salvaje, animal… y verdaderamente monstruoso. Y a mí, y seguro que a ti también, ese estado… me encanta.”
Adriana Bañares Camacho
Textos
El insomnio de Chica Tormento
Chica Tormento entró en el lavabo iluminado con velas y cogió una de las muchas cajas de tinte rojo. Hoy le apetecía. Tapó el lavabo con el tapón y echó agua de una de las botellas apiladas al lado de la bañera. Sabía que eran necesarias para beber, para subsistir, pero pensó que hoy era el día. Abrió la caja, vertió el líquido en el agua y cogió la brocha. Se la fue pasando por el cabello de forma metódica. Tenía tiempo. Hoy, como tantas otras noches, tampoco podía dormir. Mientras se teñía el pelo miró de reojo la ventana del cuarto de baño, escrupulosamente cubierta de cinta americana.
Chico Superviviente se despertó de su sueño. Había sido un sueño inquieto, poblado de monstruos. Como sucedía en la realidad, en el mundo que les había tocado vivir. Vivir después de la bomba. Sobrevivir.
Se incorporó del colchón donde dormía empapado en sudor. El típico sudor frío causado por el miedo. Un miedo que ya formaba parte de su personalidad, como una segunda piel. Miró hacia el pasillo. Vió a chica Tormento al fondo, saliendo del wáter. Vestía tanga negro y se acababa de teñir el pelo de rojo. Hoy era uno de esos días. Avanzó hacia él como siempre, como si flotara. Le gustaba su manera de caminar, tan sutil, tan extraña, como andaría un fantasma.
Chica Tormento vió a chico Superviviente mirándola. Recordó el día que entró en su vida. Cuando salió a buscar provisiones en la tormenta. La tormenta los protegía de las bestias. Eso lo había aprendido hace ya mucho tiempo. A las bestias no les gustaban los rayos ni el agua enfurecida con ese ligero toque de ácido. Lo encontró en un viejo centro comercial, agazapado en la oscuridad, con los cabellos completamente blancos. Le tendió la mano y se lo llevó a casa, al igual que su mochila llena de cajas de tinte rojo. En ocasiones, no había suerte con la comida.
Ninguno de los dos sabía de donde habían salido las bestias.
Ninguno recordaba de dónde procedían ni quiénes habían sido antes de la bomba. No quedaban fotos. No quedaban recuerdos. Sólo existían las bestias, los sueños angustiosos de chico Superviviente y el insomnio de chica Tormento.
Chico Superviviente la miró mientras se acercaba al colchón y cogía algo de ropa de debajo de la almohada. De fondo, pudo escuchar la lluvia.
-¿Vas a salir?- le preguntó bajo el manto de canas de su pelo.
-¿Tú que crees?.
-¿Sigues sin poder dormir?.
Ella se rió. Aunque fue una carcajada hueca. Como a desgana.
-¿Sabes?. Creo que lo que me pasa es que no quiero dormir. Ya perdí la fe en los sueños. Tú deberías hacer lo mismo.
-¿No quieres que follemos antes de irte?.
Chica Tormento lo miró. Le gustaba follar con él. Pero, hoy no le apetecía. Hoy era uno de esos días. No le contestó. Se vistió con prisa. Cogió una vela y fue a otra habitación. Se puso sus botas y cogió uno de los fusiles. Y su mochila. Se la puso a la espalda y se encaminó hacia la puerta de salida pasando a través de ventanas condenadas con cinta americana para no dejar filtrar la luz, para impedir que las bestias del exterior pudieran descubrirles. Abrió la puerta sin mirar atrás, sin mirar a chico Superviviente. Sabía que si lo miraba éste intentaría convencerle con su miedo para que no saliera, y no podía consentirlo. Necesitaba más tinte rojo. Hoy era uno de esos días.
Chico Superviviente la miró cuando cerraba la puerta tras ella. Cogió una almohada y la apretó contra su pecho, mientras miraba como ardían las velas que iluminaban la casa. Su guarida. Escuchó con atención y deseó con todas sus fuerzas que no dejara de llover, porque si cesaba de llover las bestias volverían a salir. Y no quería tener insomnio. Como chica Tormento.
fin
Rojo pesadilla
(extracto)
(…)
Rojo.
No. Es blanco. Habitación de hospital.
Batas blancas volando a mi alrededor. Por todas partes. Sonrisas. Una voz amable de hombre. Mi médico. Me confirma mis más terribles temores. Es decir, me da el alta. Y me aconseja que aproveche mi tiempo y que no cometa más tonterías. Asiento con la cabeza. No le estoy haciendo el menor caso. Después de eso, se va. Desaparece como si nunca hubiera existido. Entonces, me quedo solo. Solo, a excepción del miedo que comienza a brotar desde lo más hondo de mis entrañas. Y todo a causa de ella. De ella y la habitación roja.
De repente, dejo de escuchar los sonidos. Escucho nada.
Voy hacia la ventana y miro hacia abajo. Hacia la calle. Disfruto con la atracción que me produce el abismo que se muestra poderosamente seductor ante mí. Vértigo. Abro la ventana. Con tranquilidad. Sin prisas. Sin nervios. Siento que tengo todo bajo control. Absolutamente todo. Miro hacia abajo. Cuando consigo reaccionar, me descubro cayendo. Cayendo. En el vacío. Hacia la calle. La huída de la habitación roja. La huída definitiva. Finalmente, me estrello contra una superficie no demasiado dura, aunque lo suficiente como para que mi cabeza estalle por dentro.
Rojo. Rojo muerte. Ese es el color del techo del coche sobre el que me estoy desangrando. Hasta la consumición del último hálito de vida. Del último suspiro.
Frenazo. Salgo despedido en un dramático vuelo final.
Mi alma, si es que alguna vez la tuve, escapa de mi cuerpo, de tal manera que puedo verme tirado allá abajo, sobre un asfalto increíblemente gris oscuro. Gris caótico.
Entonces, dejo de ver. De percibir con claridad. De lo único que soy consciente es de la oscuridad que comienza a engullirme con voracidad animal.
Negrura.
Es como si me precipitara en el interior del agujero de su culo. El culo de ella.
Es mi último pensamiento.
Luego, muero.
Muero. Concluyo. Y esta vez es algo irreversible.
(…)
Monday, May 17, 2010
Óptica Orgánica Project MYSPACE.
Sunday, May 16, 2010
Utopía, la vida mágica de las luciérnagas.
Un relato de Vara
(extraído de los diarios de Charlie Lavabos)
¡Oh, la historia!...¡la historia!. A veces tengo la sensación de que las bocas del metro absorben lentamente las ganas de vivir, pero siempre de forma subliminal, ¡claro está!. El tipo de la 115 ya me puso sobre aviso hace algún tiempo; sí, era un tipo extraño el viejo Luis, pero muy amable y divertido. Siempre que se cepilla los dientes exclamaba: ¡ Oh, la historia… la buena historia…nunca te enseña cuando va a vomitar el viejo Luis, y menos aún si lo va a echar todo sobre tu bandeja de comida…¡ oh, la historia!.
Era entretenido observarle cuando mantenía una cierta lucidez. Recuerdo que tenía unas manos inmensas, podían coger cualquier cosa que se propusiera…, a veces le temblaban y él se ponía nervioso porque sabía que no podía hacer nada para controlarlo, que aquello escapaba a su voluntad. Cuando hablabas con él unas cuantas horas un extraño sabor se apoderaba de tu boca, como si hubieses bebido cinco o seis vasos de manzanilla seguidos apenas sin respirar. Era agradable. Después, al cabo de algún tiempo me fue cogiendo confianza y me contó su gran secreto, que estaba escribiendo un libro que se llamaba “Utopía: la vida mágica de las luciérnagas”. Según él llevaba más de trece años observándolas, sobre todo a altas horas de la noche, cuando los vigilantes, -los “otros”-, dormían. Después, bebió un trago de agua y se quedó dormido. Realmente, el viejo Luis era un tipo fascinante.
Luego vino lo de su traslado, pero eso era ya otra historia. Me contaron que gritó bastante cuando quemaron su libro sobre las luciérnagas. A los “otros” no les gustaba que tuviéramos ideas propias. Pero, tiempo después el viejo Luis se quedó mudo, es decir, decidió dejar de hablar. Lo otro, lo que vino después, ya son meras habladurías, conjeturas y suposiciones,
(ya se sabe lo que puede deformar la realidad lo del boca a boca)
se dice que se lanzó desde una de las ventanas de la enfermería de su pabellón (en un sexto piso) con las manos extendidas y una linterna encendida atada a los pies y la cara sonriente. Se rompió la cabeza al chocar contra el asfalto, pero eso él no lo supo jamás.
Sí, realmente el tipo de la 115 había sido un tipo único. ¡Ah, también estaba lo de las goteras y lo de las telarañas en las paredes!. El viejo Luis, -antes de irse para siempre a Utopía-, solía hablar de ello al tiempo que arrimaba el oído a la pared para escuchar los movimientos casi imperceptibles de las arañas. Yo le comenté en cierta ocasión que había visto algunas en los lavabos y él me lo confirmó. Él era así, siempre te daba la razón, incluso en las cosas más absurdas. Aunque ese no era el caso de las arañas, además como él afirmaba: “ellos las ponen ahí a propósito, para volvernos locos”.
Luego, después de escribir la última frase, cerré el libro y lo escondí en la almohada de mi habitación junto con el lápiz. Apagaron la luz y respiré aliviado. Nadie sabía mi secreto: que yo estaba siguiendo el libro que había comenzado el viejo Luis antes de convertirse en luciérnaga.
Fin de la magia.
1984-2010 José Manuel Vara
Thursday, May 13, 2010
Un trago por los buenos tiempos.
Un trago por los buenos tiempos
Un relato futurista de Vara
Dedicado a “Xen”, Adriana, “Voltios” y Vicente, que me han
Vuelto a redescubrir la pasión por la prosa.
Baxter sabía que no había futuro.
Baxter estaba sentado en un taburete plastificado de tres patas, frente a la barra del California21, bar situado a poco más de tres kilómetros del Distrito Sexto. Estaba esperando. Y mientras esperaba bebía una cerveza sintética. En ese momento hubiera dado su vida por un vaso de whisky auténtico. Un solo vaso. Pero, luego reconsideró tales pensamientos y consideró que había cosas más importantes por las que morir.
De fondo, sonaba una de las óperas de Verdi interpretada por la famosa soprano Marta Brucart.
Hugo, -uno de los camareros-, le estaba observando con curiosidad mientras limpiaba uno de los vasos destinados a licores depurados. Pero, pronto perdió interés y desvió su vista hacia el pequeño televisor en blanco y negro, -adquirido a buen precio en una tienda de antigüedades-, situado sobre una pila de Playboys cubiertos de polvo. La pequeña pantalla mostraba las imágenes de un nuevo anuncio sobre métodos de esterilización femenina.
Baxter consultó su reloj. Eran las 6:14 de la tarde, lo que venía a querer decir que el viejo Barns se estaba retrasando demasiado, y aquello no era habitual en él. Se tranquilizó pensando que, quizá, le habían detenido momentáneamente en uno de aquellos estúpidos controles de aerovías. Controles que intentaban limpiar el acceso de personas non gratas al centro neurálgico de la ciudad, es decir, al Complejo Interno de Seguridad. El CIS, que estaba controlado por una poderosa empresa de tecnología japonesa.
(Malditos nipones de mierda)
Baxter era algo racista en aquellos tiempos. Quizá porque sabía
(presentía que iba a morir)
que no había futuro. Ni para él ni para los demás.
Baxter dio un sorbo a la cerveza y miró distraídamente hacia el aparato de televisión. Evocó algunos recuerdos, pero lo que veía en la pantalla distrajo su atención: una sugerente modelo de cabellos rojos, - que reconoció como una cotizada actriz porno llamada Chica Tormento-, mostraba toda una gama de sujetadores, bragas y ligas a juego, y todo ello en unos deliciosos tonos púrpura. Baxter dio otro trago mientras sonreía pensando en Mara y en sus enormes tetas. Recordó que ella solía bromear diciendo que en Dugter & Cía nunca conseguirían hacer un sujetador a su medida, -eran los propietarios del monopolio de lencería universal-, ya que, además de sus generosas medidas, sólo fabrican productos en serie de unas tallas muy determinadas obedeciendo a cánones dictatoriales del mercado de la belleza ideal. Otra cosa era el que se negara a hacerse una operación de cirujía estética para reducirlos. Realmente había que reconocer que tenía unos pechos increíbles. Y estaba en su perfecto derecho a ir contra los cánones de belleza establecidos por un limitado sector de “poderosos de la moda”. Además, a él también le gustaban aquellas tetas. Evocó unos instantes las magníficas pajas que se había hecho entre ellas.
Algo en su cabeza le susurró: “No tienes futuro”. Y Baxter se limitó a sonreír para sus adentros. Su voz interior no le decía nada que él no supiera.
Empezaba a oscurecer. Y Barns no aparecía.
A través de la amplia cristalera del bar, Baxter observó como unos tímidos tonos rojizos comenzaban a teñir el grisáceo horizonte. Le pareció bello. A él siempre le había gustado la noche. Como a los demás: Barns, Mara, Desmond, Lucía, -la androide portorriqueña-, David y Mary Ann. Se preguntó que estarían haciendo en aquellos precisos instantes y
(quizás algún atentado)
deseó fervientemente que alcanzaran sus objetivos antes del toque de queda.
El toque de queda. El último aviso para despejar las calles y regresar a los guettos asignados a los ciudadanos por el CIS. Se daba a las 7:35. A partir de esa hora, toda persona, -humana o androide-, que deambulase sin autorización por la ciudad sería ejecutado sin juicio previo. Naturalmente, la excepción la constituían los moradores del Distrito Sexto, sector en el que la policía tenía prohibida la entrada por razones obvias de seguridad personal, ya que en el Distrito Sexto habitaban predadores, alimañas, reos fugados de prisiones y manicomios, mutantes, y el peligroso comando de los hombres letales, del cual Baxter era miembro desde hacía dos años, justo después de que ejecutaran a Estela, su esposa, por caminar por la ciudad después del toque de queda.
Eran las 6:40. El tiempo pasaba demasiado deprisa. Demasiado.
Baxter miró hacia sus pies y vió el pequeño maletín negro que había traído consigo. Barns era el destinatario. Contenía una bomba química, una especie de virus hipercontagioso que provocaba la muerte en menos de 48 horas. Entonces, levantó la vista y miró hacia otro de los camareros. Éste tenía toda la pinta de ser un androide de baja categoría: era tuerto y medio calvo. Además , era medio gilipollas, ya que mientras limpiaba, un hilillo de saliva salía de su boca de forma descontrolada. El camarero se volvió hacia él y le sonrío con una sonrisa de capullo integral. Baxter sintió un escalofrío. Finalmente, volvió a mirar al televisor, a la actriz porno. A Chica Tormento.
(ahora estaban dando un reportaje sobre una de sus películas)
A sus ojos vidriosos.
(no tienes futuro)
De repente, la cristalera del bar estalló hacia dentro. Un aeromóvil acababa de chocar contra el California21. Por encima del estrépito que produjo se podía percibir con claridad el sonido de disparos. Baxter, instintivamente, se lanzó detrás de la barra. Aquello le salvó de que el aeromóvil le cortara la cabeza de cuajo, cosa que no pudo evitar el tipo que estaba sentado junto a él en la barra del bar. La cabeza surcó el aire y fue a chocar contra el aparato automático de música que emitía sin cesar óperas de Verdi. Sus ojos desorbitados parecían dedicarle una mirada sarcástica.
(no hay futuro, Baxter)
Baxter se agachó justo en el momento en que varios impactos de bala pasaban sobre él. Uno se incrustó en el cráneo del camarero-androide, que, al instante, cayó de bruces al suelo, justo al lado de Baxter.
Finalmente, el aeromóvil se detuvo en seco. Baxter asomó la cabeza y vió al tipo que salía del vehículo. Lo reconoció al instante, ya que se trataba de Barns. Pudo apreciar también que estaba herido de muerte. Lugo, miró hacia la calle y observó como dos aeromóviles de la policía se acercaban a gran velocidad.
Barns se arrastró hasta él. Estaba a punto de morir. Veía el dolor reflejado en los iris de sus ojos.
- Han… matado a todos, Baxter. Eres el último… nos han cazado como a animales…-. Eso fue todo lo que Barns pudo decir antes de caer muerto a los pies de Baxter.
Los aeromóviles ya habían llegado. Varios policías descendieron. No tenía demasiado tiempo. Se agachó y abrió la maleta. El dispositivo se puso en marcha. Cinco segundos después hubo un estallido ridículo, casi inaudible. Lo que no era tan ridículo era el humo amarillento que empezó a salir de su interior. Fué en ese momento cuando Baxter dejó el maletín sobre la barra. Entonces, los policías se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y volvieron a subir a sus vehículos, salvo uno, que se pegó un tiro con su arma reglamentaria allí mismo. Después, se largaron a toda velocidad, aunque Baxter sabía que ya no tenían escapatoria. Volvió a mirar el maletín y vió que había dejado de salir humo. Pero, el virus letal ya había sido liberado.
“No hay futuro, Baxter”.
Baxter volvió a saltar la barra. Buscó un momento por los estantes hasta dar con una botella de Jack Daniels original. ¡Aquella sí que era una bebida auténtica!. Se sirvió un trago sin prisas y lo apuró de un solo trago. Le quemó la garganta. Perfecto. Se sirvió otro. Y otro. Andaba ya por el quinto cuando pensó en el tiempo que tardaría el virus en extenderse por toda la ciudad. Tres días a lo sumo. Entonces, dejó de pensar para concentrarse de nuevo en el horizonte. Seguía anocheciendo. Luego, volvió a llenar el vaso. Pensó que no había nada mejor que echar un trago por los buenos tiempos.
Fin de los buenos tiempos
Vara 1990-2010