Tuesday, June 08, 2010

Yo Soy El Final De LOST. (Adriana Bañares)

Tomado de:
http://awixumayita.blogspot.com/



Yo soy el final de Lost


Adriana Bañares Camacho



“Mi piel,


tan suave,


que olvidan haberla tocado”.


Patricia Maestro





Me dieron una infancia sin grandes complicaciones. Me impusieron una película favorita antes de que yo pudiera verla. La Sirenita. Me hicieron ver en su lugar La Cenicienta en casa de Amaya y Marimar. Me dieron una pierna más larga que otra, un alza de un centímetro en cada zapato izquierdo, el presupuesto de una ortodoncia que nunca me llegaron a poner, algo de miopía, una habitación exterior en el centro de Miranda y un cesto donde guardar los juguetes.

Me dieron un colegio que no era colegio donde compartí clase con niños de todas las edades. En el mismo edificio, el hogar del jubilado. Me regalaron una brecha en la cabeza al bailar en el porche con Héctor. Me dieron puntos, me dieron ganas de escapar y lo hicimos, Amaya y yo, a buscar caracoles por las huertas del pueblo. Me dieron la intuición de abrir una alcantarilla y encontrar dentro una muñeca.

Antes de que me dijeran los demás niños la verdad y qué me estaba ocurriendo, decidieron dar un giro al guión, cambiar el oficio de mi padre, trasladarnos. Cambiaron el escenario mientras dormía para despertar en otra ciudad con un paquete de plastilina. Piso nuevo, la dueña enseña, yo soy pequeña, estoy descontenta, y la dueña del piso me dice: “aquí estarás mejor, hay más niños que en Castañares”.

Me dieron un colegio público con una portera con gatos y una perra que se llamaba Neska. Me pusieron una pistola entre unos setos para que la encontrara. Telecinco existió sólo para mí. Todas las tardes a las seis X Men. Me dieron un video VHS para que grabara todos los capítulos y volverlos a ver por la noche, cuando volvía mi padre de trabajar. Hicieron que mi favorita fuera Pícara. Nadie puede tocarla.

No hay casualidades, no estamos muertos. Sólo un guión y actores a mi alrededor que se empeñan en seguir con toda esta historia. Los que no quieren y me aconsejan o tratan de alertar, se alejan. Por eso enviaron a algunos de mis amigos fuera de la serie. Al norte, a Italia, a Madrid, a donde fuera, lejos de mi lado. Personajes prescindibles para las nuevas temporadas.

Me pusieron en bandeja elecciones desacertadas. Me impusieron como favoritas a Ariel y a Pícara como antecedentes de todo lo que ahora me come, me corroe, me inquieta, me obsesiona.

Me colocaron The Widow en primera línea de trauma. Me escribieron todas las canciones del primer disco de Muse. Me dieron una familia falsa con dos universos paralelos. Me dieron flashbacks, flashforwards, me pusieron espejos diferentes dependiendo del lugar para dejarme más indefensa dentro de algunos decorados.

Me dieron una historia de amor casi perfecta no demasiado complicada. Me dieron una temporada de autodestrucción para mantener emocionadas a las masas. Me dieron tres amigas diferentes – personajes con carisma, personalidad propia, contrapuntos – para dar vida a la trama adolescente y a los episodios Sexo en Nueva York.

Hicieron del día a día un cúmulo de coincidencias. Me pusieron artículos sobre el VIH en los muebles del salón. Me pusieron a gente parecida a mí muy cerca. Menciones reiteradas a localidades que nada tienen que ver conmigo en diferentes contextos.

Me dieron un azote en el culo al nacer, supongo.

Me dieron días perfectos con gente a la que podría haber amado con locura y que luego prefirieron a otras.

Otras de otras localidades que nada tienen que ver conmigo pero que se me repiten reiteradamente en diferentes contextos. Otras que me doblan la edad y descomponen mi ideal, mi miedo a envejecer, mi obsesión y mi papel de Lolita que tanto les gustaba.

Me dieron razones para tener que recurrir al Norlevo en diversas ocasiones.

Me dieron noches de hotel y motivos para decir algún día: realizó pequeños trabajos como modelo durante su época universitaria. Me dieron celos, me dieron decepciones, desilusiones y un billete de vuelta a casa sin batería en el mp4.

Me llenaron el baño de hormigas y me colocaron un gato enfermo a mi lado para enseñarme a querer e introducir una temporada tierna, enternecedora, intimista y de transición en pleno otoño.

Me dieron un amor de verano al que no le importó que dejara de hablarle en noviembre. Me dieron personajes excéntricos que me hicieron entrar en conflicto con los veteranos de la serie. Introdujeron episodios de madrugada que desenterraron desazones de pasadas temporadas.

Manipularon mi cuerpo e hicieron estallar burbujas dentro de mi boca.

Me dieron amigas incondicionales que poco a poco se fueron alejando o haciéndome daño para que pudiera olvidarlas sin esfuerzo.

Me dieron miedo a perder las encías. Me dieron miedo a quedarme ciega. Me escribieron un pasado ambientado en Andalucía. Me dieron como ídolo un personaje de ficción a quien nadie puede tocar.

Me dieron síntomas, dolencias, hipocondría. Me dieron, me dijeron, me propusieron.

Hoy ondina, mañana sirena.

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