Erótica rabiosa
También la llaman ‘autopornografía’ política. Son las más duras, las raras de las letras. Todas mujeres. Escriben sobre sí mismas y han decidido usar el sexo para contar lo que son y cómo sienten. Han encontrado en la narración desu propia experiencia sexual una vía de escape para la rabia. O un método que oponera las maneras tradicionalmente masculinas del género. El resultado es furioso, a veces violento, radicalmente impúdico y no exento de humor.
Cristina Fallarás | 15/07/2008 | 3 comentarios| + 3 - 0 (3 votos)
Es posible que lo suyo sea pornografía, pero lo cierto es que no sirve para lo mismo. Son cuatro mujeres y ninguna le gustaría a tu madre.
Virginie Despentes (Nancy, Francia, 1969), por violenta, por sus confesiones sobre su prostitución y porque alguien que se hace mundialmente famosa por una novela llamada Fóllame y su consiguiente película, francamente, resulta poco de madres.
Lydia Lunch (1959, Rochester, New York) por contarlo que su padre intentaba hacer con ella y lo que luego hizo ella con todos los demás.
Gabriela Wiener (Lima 1975) por narrar sus experiencias de intercambios de pareja junto a su marido y lo de sus azotes públicos en el culo a manos de una dómina.
Y finalmente, Beatriz Preciado (Burgos, 1970) porque más allá de lo de intoxicarse con testosterona, es muy difícil que tu madre aguante a una chica con perilla. Es la pura verdad.
Las cuatro viven en Barcelona y esta historia empieza cuando sus libros coinciden en el mercado -gracias a la editorial Melusinay ofrecen muchos puntos en común.
Las obras
Virginie Despentes, escritora y cineasta, ha publicado Teoría King Kong (Melusina), una explicación en primera persona sobre la vida que ha llevado después de publicar Fóllame, violación y prostitución incluidas.
Lydia Lunch, artista, música y escritora, ofrece en Paradoxia (Melusina) la historia de una joven depredadora sexual, adicta y sadomasoquista, fruto de los abusos sexuales paternos.
Gabriela Wiener, periodista, publica con Sexografías (Melusina) una serie de crónicas periodísticas en primera persona que van desde el intercambio de parejas a la donación de óvulos de aspecto inca.
Y Beatriz Preciado, filósofa, profesora de Teoría del Género en la Universidad de París, alterna en Testo Yonqui (Espasa) sus reflexiones filosóficas -no en vano fue premio extraordinario fin de carrera en la New School of Social Research de Nueva York acerca de la experimentación con testosterona y la identidad y sus atributos, con pasajes de sus propias experiencias sexuales al más clásico estilo pornográfico.
La rabia
Si hay algo que queda después de consumir las cuatro obras, y leer sobre las autoras, y volver a ver Fóllame (2000), que en cierta manera ya anticipaba las cosas, eso se llama rabia. Pero no porque esté en los personajes, que también en algunos, sino porque se nota que las autoras cargan con un depósito lleno a sus espaldas.
"Mi pasión es extrema y rabia es un término que ni siquiera empieza a definir todo lo que siento y todo lo que creo que es mi deber vengar, aunque sea sólo convirtiéndome en la voz de quienes aún no han tenido el coraje de gritar con la suya propia", explica Lydia Lunch. Y hace referencia a todas las injusticias desde tiempos inmemoriales "casi siempre cometidas por la anticuada estructura patriarcal".
Beatriz Preciado, la teórica del grupo, habla directamente de violencia. "Casi siempre se nos dice que lo que hacemos es violento, que es como un puñetazo, pero en realidad resistimos a una violencia que senos impone, una violencia fortísima: cómo tienes que hablar siendo una mujer, qué cosas tienes que decir o qué tipo de registros son femeninos". Concluye: "El puñetazo llevamos aguantándolo nosotras hace mucho tiempo".
Despentes añade que "además están también las otras, la violencia capitalista, la del consumo, la de la belleza...".
En primera persona
Para contar todo eso, y este es el segundo punto en común, han decidido sentarse a escribir en primera persona. Pero no al estilo de "Querido diario: hoy sufro". Aspiran a más.
"A mí no me interesa la ficción", explica Lunch, "la verdad es mucho más fantástica e importante que la imaginación; mis experiencias personales pueden ser únicas, pero más allá de los detalles, revelo lo que considero que son emociones universales, verdades". Preciado añade: "Lo que hacen Gabriela y Virginie, y en cierta manera yo, lo llamo autopornografía política". Traducido: "No se trata de contar sus vivencias sexuales como un evento íntimo ni individual, sino de analizar la dimensión política de sus vivencias sexuales, y eso es algo que hasta ahora estaba exclusivamente reservado a los hombres".
Pero no todo es teoría política. La propia Gabriela Wiener tiene una interpretación más llana de lo que hace. "A mí desde niña me ha gustado hablar de sexo, así que me parece natural, a la hora de hacer periodismo, tratar temas que tengan que ver con mi cuerpo, aunque hay quien lo ve como un periodismo pornográfico, claro".
Poética y brutal
En cuanto a qué es exactamente lo que ofrecen estas mujeres en sus libros, en qué genero se las puede encuadrar, las palabras de Lydia Lunch, veterana de los escenarios más arriesgados, vienen como anillo al dedo: "pornografía no es un término lo suficientemente poético para lo que yo creo, y erótica no resulta los suficientemente brutal".
En fin, está claro que no conocen el pudor, el recato, la sumisión, la discreción ni la decencia. Son duras, beligerantes, descarnadas, obscenas, vaya, lo que tu madre llamaría unas marranas de tomo y lomo. Pero no se lo digas a ellas, porque se pueden convertir en tu pesadilla. O lo que es peor, en tu sueño.
EL ESTADO DEL GÉNERO
La literatura erótica anda bien
El origen de este reportaje fue cierta preocupación por el estado de las letras eróticas, cuál era su salud, hacia dónde iban, quién se estaba ocupando... Para dar un primer paso, se eligió a tres personas ligadas al género. Era un primer tanteo, pero baste decir que las opiniones de ellos (de las cuales hay aquí un pequeño extracto) sirvieron de lumbre para este fuego: Beatriz de Moura, editora de Tusquets, responsable de la Sonrisa Vertical; Jorge de Cominges, director de la revista 'Qué leer'; y Andreu Martín, escritor, autor de 'Espera ponte así', premio Sonrisa Vertical, 2001.
Andreu Martin / Novelista
"Hace tiempo ya que la literatura está perdiendo la guerra contra la imagen y el erotismo de deleite pausado devino pornografía de satisfacción inmediata. Me gustaría creer que aún hay esforzados pornógrafos o erotómanos escribiendo travesuras en la intimidad, preparando una desmelenada eclosión."
Beatriz de Moura/ Editora
"¡Está más viva que nunca y nunca ha estado más a la vista! Ha abandonado en buena parte, el rincón reservado de las colecciones de 'literara erótica' para ocupar un lugar de honor, a plena luz en la Literatura a secas y con L mayúscula. Yo no hago distinciones entre literatura erótica y pornografía. Hay, como en todo arte, buena o mala literatura."
Jorge de Cominges/Qué leer
"No creo que la literatura erótica haya desaparecido para nada. Y en cuanto a la irrupción de internet, no hay que confundir el culo con las témporas. Una cosa es excitarse leyendo y otra viendo. No son excluyentes. Además, no creo que sea poco visible. ¿Qué hay de Virginie Despentes, Chuck Palahniuk o Lydia Lunch?"