Wednesday, July 16, 2008
Léolo, porque sueño no lo estoy
LEOLO, porque sueño no lo estoy…
Título: Léolo
Director: Jean Claude Lauzon
Año: 1992
País: Canadá/Francia/Reino Unido
Interpretes: Máxime Collin (Léolo), Ginette Reno (Mamá de Léolo), Julien Giomar (Abuelo), Gilbert Sicotte (Narrador)
"Porque sueño no lo estoy. Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad".
Ví Léolo cuando se estrenó en Barcelona en uno de aquellos entrañables cines que pasaban películas en versión original. Año 1992. Cuando salí del cine recuerdo me encontraba bastante alucinado con la historia que acababa de ver. Una historia que, en uno de sus planos más delirantes, plantea que el personaje es fruto de la unión entre su madre y un tomate cargado de esperma. Léolo busca escapar de la locura que le ronda por pertenecer a la familia a la que pertenece y fantasea incluso sobre la posibilidad de que su padre no fuera su padre. El amor por su vecina Bianca y el acto de escribir le alejaran de esa locura y miseria familiares en las que se haya irremisiblemente inmerso.
“...Bastaba con que me pusiera a leer o escribir para que Bianca viniera a cantar para mí. El domador tenía razón había un secreto en las palabras engarzadas...”
"Mi madre, que navegaba como un gran barco en el mar de la locura"
“Léolo es una película sobre la redención que implica la escritura, y sobre el fracaso de tal redención”. Es una película sencillamente hermosa a la par que brutal. La escatología asociada a la figura del padre y el miedo profundo asociado a la figura del hermano, que se refugia en el culturismo para superar sus traumas personales y que acaba cayendo inevitablemente en el más absoluto de los fracasos. La mejor manera de superar un trauma es enfrentarse a él. Si no lo hacemos, el trauma volverá para hundirnos en nuestra no aceptación del yo.
Léolo no acepta su realidad. No acepta la miseria de su existencia. Escapa de sus traumas a través de la luz, a través de la voz de Bianca, a través de los maravillosos paisajes de Sicilia. Léolo escapa de la locura creando una locura paralela en su mundo interior, en su universo mental de niño. La escritura. La pasión por escribir como única salida al trauma original, a la propia existencia, a un entorno familiar amenazado por el gran fantasma de la enajenación mental.
Léolo es una de las mejores películas que he visto en mi vida y como alguien dijo acertadamente es una especie de película cicatriz, de esas que perduran a lo largo de los años en la piel. En la piel interna. En la que duele, en la que se emociona, en la que siente, en la que sueña, en la que escribe…
Jean Claude Lauzon murió pocos años después en un accidente aéreo junto a su pareja. Léolo era su seguna película y yo ni siquiera ví la primera. La vida es una putada, desde luego, pero afortunadamente nos quedará para siempre esta película, para volver a ella siempre que pensemos que la locura nos ronda. A veces, yo soy él… ese niño llamado Léolo y, a veces, también deseo ser ese otro personaje: “el domador de palabras”, el escritor… el que escribe como única salida para escapar de este mundo absurdo y miserable en el que nos ha tocado malvivir.
Gracias, Jean Claude… y un brindis a tu salud, donde quiera que estes.
Vara.
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