Hoy no se escribe su historia,
aunque parte de su historia esté contenida aquí.
“El orden de los Estados
no tolera ya el desorden de los corazones”
“El orden de los Estados no tolera ya el desorden de los corazones”
(La Historia de la Locura en la Época Clasica, Vol 1), decía el viejo
maestro Michel Foucault, es que la Razón y Norma hegemónica vuelven su
peor enemigo cualquier desvío de sus producciones de subjetividad, no se
trata solo de no ser amigables con lo desviado y pervertido, sino de
aplastar en nombre de la ciencia y de la cordura cualquier estallido
impredecible de locura y principio de anormalidad, porque esta
sociedad es de los sanos, de los normales y de los cuerdos, y en
representación de ella se consume, se reprime o se normaliza la
disidencia y diferencia a nivel de Deseo, entendido este como maquina
productora de subjetividades.
Nuestra colectiva en su política de la singularidad hace un llamamiento a reivindicar y politizar las dolencias subjetivas en un sentido de resistencia a la sociedad de la normalización, no como depresiones u otros nombres patológicos que la psiquiatría inquisidora asigna para objetivar nuestros sufrimientos como enfermedades, sino como un rechazo subjetivo disidente y singular innato al estado de las cosas, sobre esto mismo el Comité Invisible decía: -“No estamos deprimidos, estamos en huelga. Para quien rechaza gestionarse, la “depresión” no es un estado, sino un pasaje, un hasta luego, un paso al lado hacia una desafiliación política.”- (La insurrección que viene)
Asumir una política antipsiquiátrica verdaderamente disidente no trata de reformas al DSM, ni menos de postulados disfrazados de “comunitario” o “social”, tampoco de solo criticas dispersas a la farmacología o a las historias de tortura del pasado, sino de asumirse en guerra contra lo que defiende y es policía la psiquiatría; en ofensiva de una sociedad espectacular, de control, y fármaco-pornográfica, no solo por la liberación de los locos y de los anormales, sino por la libertad total, en un sentido anárquico rizomatico. Se trata de encontrarnos en tertulias egoístas-stirnerianas, en revueltas que atenten contra la normalidad, en producir un devenir de locura subversiva. Hablamos de abolir la psiquiatría porque de antesala queremos quemar su sociedad, nos referimos a lanzar la bomba contra cualquier agente del disciplinamiento social, llámense psicólogos, psiquiatras o padres."
Nuestra colectiva en su política de la singularidad hace un llamamiento a reivindicar y politizar las dolencias subjetivas en un sentido de resistencia a la sociedad de la normalización, no como depresiones u otros nombres patológicos que la psiquiatría inquisidora asigna para objetivar nuestros sufrimientos como enfermedades, sino como un rechazo subjetivo disidente y singular innato al estado de las cosas, sobre esto mismo el Comité Invisible decía: -“No estamos deprimidos, estamos en huelga. Para quien rechaza gestionarse, la “depresión” no es un estado, sino un pasaje, un hasta luego, un paso al lado hacia una desafiliación política.”- (La insurrección que viene)
Asumir una política antipsiquiátrica verdaderamente disidente no trata de reformas al DSM, ni menos de postulados disfrazados de “comunitario” o “social”, tampoco de solo criticas dispersas a la farmacología o a las historias de tortura del pasado, sino de asumirse en guerra contra lo que defiende y es policía la psiquiatría; en ofensiva de una sociedad espectacular, de control, y fármaco-pornográfica, no solo por la liberación de los locos y de los anormales, sino por la libertad total, en un sentido anárquico rizomatico. Se trata de encontrarnos en tertulias egoístas-stirnerianas, en revueltas que atenten contra la normalidad, en producir un devenir de locura subversiva. Hablamos de abolir la psiquiatría porque de antesala queremos quemar su sociedad, nos referimos a lanzar la bomba contra cualquier agente del disciplinamiento social, llámense psicólogos, psiquiatras o padres."
Colectiva Antipsiquiatría, Comunicado 2
“¿Que puede ser fatal, loco, desmedido? Quizás. Pero lo cierto es que en
cuanto a la responsabilidad o a la irresponsabilidad, nada sabemos de
tales nociones: se las dejamos a la policía y a los psiquiatras de los
tribunales”
(Deleuze & Guattari, 1972)
(Deleuze & Guattari, 1972)
“Dejar de estar loco es aceptar ser obediente, poder ganarse la vida,
reconocerse en la identidad biográfica que han forjado para uno, es
dejar de extraer el placer de la locura.”
Foucault.
Foucault.
La locura no es identidad,
ni condición,
ni menos afección
“Estos hombres del deseo (o bien no existen todavía) son como Zaratustra. Conocen increíbles sufrimentos, vértigos y enfermedades. Tienen sus espectros. Deben reinventar cada gesto. Pero un hombre así se produce como hombre libre, irresponsable, solitario y gozoso, capaz, en una palabra, de decir y hacer algo simple en su propio nombre, sin pedir permiso, deseo que no carece de nada, flujo que franquea los obstáculos y los códigos, nombre que ya no designa ningún yo. Simplemente ha dejado de tener miedo de volverse loco.”
Deleuze y Guattari, El AntiEdipo (1972)
ni condición,
ni menos afección
“Estos hombres del deseo (o bien no existen todavía) son como Zaratustra. Conocen increíbles sufrimentos, vértigos y enfermedades. Tienen sus espectros. Deben reinventar cada gesto. Pero un hombre así se produce como hombre libre, irresponsable, solitario y gozoso, capaz, en una palabra, de decir y hacer algo simple en su propio nombre, sin pedir permiso, deseo que no carece de nada, flujo que franquea los obstáculos y los códigos, nombre que ya no designa ningún yo. Simplemente ha dejado de tener miedo de volverse loco.”
Deleuze y Guattari, El AntiEdipo (1972)
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