Fotomontaje de óptika orgánika sobre una imagen de Nares Montero
fotografiada por Ángel Muñoz.
fotografiada por Ángel Muñoz.
LAS CLAVES DE UNA MUTACIÓN NECESARIA
La imágen que separa dos mundos.
Hezskha Lauzone frente a la barrera frágil del sueño.
Y allí fue donde el verbo de Mareva Mayo 
le poseyó por completo. 
Los que viven en la llama.
 Los que se inmolan desde dentro, para tocar 
el rocío de Marte. 
Los que a veces son más de la pulga que de lo humano. 
 Más de la roca.
 Del estertor oceánico. 
O el atragantamiento de 
estrellas por una catarsis de destrucción que nos escupa los huesos al 
colmillo de la enana blanca.
 Los que no se fian nunca de otros 
semejantes por saber que dentro vive el fuego verde de la piraña suicida
 y el ladrido de los metales. 
Los que no conocen el amor, porque son 
evanescencia que nunca retiene ni la prosa ni la gravedad, ni hace 
barricada, ni hace teorema y es en sí, una explosión de muertosvivientes
 tocando el violín. Los locos.
 Sólo los locos, esos señalados, esos 
incapaces a andar sobre sus pies y se tiran a la horca de Júpiter para 
poder saltar el muro y cerrar a puñaladas la puerta y ser dueños del 
clamor de lo que se parte como un aborto en el aliento.  
Los que no 
encajan y se martillean a suspiro de lava sobre ese camino que no es 
camino y es crujir de lo antisemántico y surje, de entre el hueso y el 
vaho de la mar y el cuchillo del vino flotando contra la tierra 
trampolines de música suicida e indomable. 
Los que jamás serán 
productivos para el sistema capitalista.
 Ni entrarán ni como virus a la 
cuadrícula de lo ciudadanizable. 
de la foto: Esther Eo, Garazi Gorostiaga.
concepto: óptika orgánika 
texto referencial: Mareva Mayo, de Hoguera de ideas.


 
 
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