Soy un Pelele:
Un fraude de película
Hernán Migoya denuncia los trucos para cobrar de la Generalitat y el Ministerio
La productora de 'Soy un pelele' se jacta de que 'da el pego' como catalana
Siete de sus ocho títulos han pasado desapercibidos, pero la empresa resiste
Conozca los 'trucos' para hacerse con subvenciones públicas
Luis Alemany Madrid
Dos de noviembre de 2006: el escritor Hernán Migoya inicia el rodaje (en español) de 'Soy un pelele', su debut como cineasta. Cuatro de septiembre de 2008: la película se proyecta por primera vez en el Festival de Sitges en su versión original. Veintidós de octubre de 2009 (o sea, el pasado viernes): el largometraje se estrena en Cataluña en una versión doblada al catalán que se presenta como original.
"Pere Domènech, mi productor, se jactaba de que sus películas constaban como rodadas en catalán, aunque estuvieran hechas en castellano, para cobrar de la Generalitat". Hasta 200.000 euros puede recibir un filme del Institut Català de les Indústries Culturals por ser catalán puro (además del idioma, se valora el origen del capital y del equipo). "Los productores hablaban de los 150.000 euros que esperaban sacar". Lo cuenta el propio Hernán Migoya.
El pasado jueves, 'Soy un pelele' se presentó de manera más bien fantasma: al pase acudieron Migoya, el actor Jordi Ordóñez, un crítico de un periódico nacional ("yo mismo le llamé, es amigo de siempre", explica Migoya) y EL MUNDO. "Los productores no han convocado a nadie porque les da igual si se ve la película o no", lamenta Migoya.
Así, en soledad, termina la astracanada de Soy un pelele. Migoya hace el relato de las calamidades y de las trampas realizadas con tal de acceder a las subvenciones de la Generalitat. "En 2003, hice el making of de Cámara oscura, de Pau Freixas, y contacté con Iris Star [la productora de Domènech, que ahora trabaja con el sello Stardis]. Tenían mala fama, pero yo tenía mucha ilusión". "Ellos tenían un telefilme que nadie compraba porque era muy malo. Me propusieron inventar una película que reciclara algunas de sus secuencias. Yo creé un artefacto con un personaje amnésico y les gustó. Pero insistí y conseguí un contrato para rodar una película con material 100% nuevo. Me pagarían 6.000 euros por el guión y 6.000 por la dirección".
Y ahí se acabaron las buenas caras. "Quisieron imponerme un rodaje en 15 días; una locura. Me planté y empezaron a hacerme la vida imposible para que renunciase a la dirección. Me pusieron una cláusula por la que me podían despedir tras una semana de rodaje», explica Migoya. «Así podrían filmar la película en 15 días, como querían. Pero el mismo día que Nacho Vigalondo firmó como protagonista, yo rechacé la cláusula y ellos me despidieron. En el acto le dijeron a Vigalondo que no había película".
Sin embargo, Iris Star tuvo que ceder para no perder su inversión. El set empezó en noviembre de 2006 con otro protagonista, Roberto Sanmartín. "Me prometieron 30 días de rodaje. Al final, a los 27 días, los productores lo dieron por terminado por las malas".
"Nunca supe nuestro presupuesto", continúa Migoya. "Había un productor ejecutivo que unos días decía que sí y otros días decía que no a todo". ¿Digamos que menos de 600.000 euros? "Me extrañaría que fuera más".
Un dossier de Iris Star de 2006 anuncia un rodaje de ocho semanas y 1,2 millones de euros. ¿Cifras infladas un 200% para incrementar las subvenciones del Ministerio de Cultura? Porque estas ayudas estatales pueden sumarse a las autonómicas y la máquina del dinero público se engorda. Desde el entorno del Instituto de Cinematografía se dice que es imposible un fraude así, ya que el Ministerio audita los rodajes. Sin embargo, profesionales relacionados con los derechos de autor reconocen que "cosas así ocurren". Y es que las subvenciones se conceden en función del presupuesto y de la taquilla que haga. En cualquier caso, si no hay fraude con las ayudas, ¿de qué viven productoras como Iris Star que ha estrenado siete producciones de dudoso éxito comercial entre 2001 y 2009 (Cámara oscura es la feliz excepción en su historial)? "Domènech me dijo que había comprado entradas de todas sus películas para asegurarse las ayudas", asegura Migoya. "También contaba que todas eran óperas primas, ya que éstas también se benefician de subvenciones".
Tras unos meses con el material filmado perdido en una caja, Migoya consiguió que la productora convocara un retake, una jornada extra de rodaje. "Los honorarios de ese día sólo los han pagado esta semana (año y medio después) porque necesitan estar al día para estrenar y cobrar subvenciones", explica Migoya. "Al músico, Refree, le debían 9.000 euros hasta hoy [el jueves pasado]. A mí, me deben 3.000".
Pese a tantas estrecheces, 'Soy un pelele' llegó al montaje final y fue seleccionada para Sitges. El estreno fue el final del calvario. "Decían que la película no interesaba, que no había distribuidor. Entonces les monté un videoclip y un trailer, pero tal vez no los encuentren: tardaron tres semanas en localizar una copia del montaje definitivo".
En medio, "se planteó buscar un cine de pueblo, pagar un pase y dar la película por estrenada. Así cobraban los derechos de emisión de TV3. Yo me negué porque creo en la película y quiero que la gente la vea. A ellos les entraron las prisas porque se les pasaba el plazo de las ayudas, así que, para calmarme, me prometieron 20 copias repartidas por Barcelona, Madrid, Bilbao...".
Con eso contaba Migoya el pasado lunes. Y el jueves supo que sólo siete salas estrenaban 'Soy un pelele'. "Una en Madrid, otra en Valencia, otra en Barcelona y cuatro repartidas por Cataluña". Estas últimas proyecciones, claro, en versión original catalana. En esos cines languidece el extraño cartel del filme. "No es el original porque los productores lo perdieron y el estudio de diseño se negó a reponerlo. Intuyo que no han cobrado. Así que han hecho una imitación chapucera". El nombre de la protagonista, Rosa Boladeras, no aparece. "Se les ha olvidado". Un despropósito más.
Trampas y cifras
Hacer óperas primas. El Ministerio de Cultura repartirá 14 millones de euros para películas de autores noveles. Hasta 500.000 euros por largometraje.
Rodar en lengua cooficial. O convencer a las autoridades autonómicas de que así se ha hecho. La Generalitat puede otorgar hasta 200.00 euros por la 'catalanidad'.
Inflar los presupuestos. Las ayudas a la producción que concede el Ministerio de Cultura son proporcionales al presupuesto del filme. Puede percibirse hasta un tercio de lo que cuesta.
Un estreno en falso. La condición para recibir ayudas del Ministerio y cobrar los derechos de emisión en TV es que la película esté estrenada. Si los distribuidores no muestran interés, siempre se puede alquilar una sala de pueblo unas horas y el estreno ya es oficial.
Comprar entradas. Cultura también exige una recaudación mínima (35.000 euros, según la ley; 60.000, según la antigua). Si el filme no llega a ese umbral, el productor puede dar un empujón a las ventas en taquilla adquiriendo entradas.
Aprovecharse de las TV. Por ley, tienen que invertir el 5% de sus ingresos en cine, vayan a recibir o no un retorno por su inversión.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/26/barcelona/1256542589.html
1 comment:
gracias por la informacion y dar a conocer estas cosas que de tan mala hostia me ponen.
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